Rescata

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lunes, 29 de junio de 2015

Se organiza un nuevo torneo de Kosser y solidaridad

Fotografía de F.M. Santa María
Los entusiastas del Kosser informan que el día sábado 4 de julio se desarrollará en el anfiteatro Municipal “Andrés Schwab” de Pueblo Santa Trinidad el segundo torneo de Kosser por parejas. 
El mismo será a partir de las 13 hs. Habrá esmerado servicio de cantina, lo recaudado tendrá como objetivo colaborar con la familia de Gutiérrez, quien a pesar de su estado, sigue luchando por su vida.

sábado, 27 de junio de 2015

Sofía Schmidt, joven y activa mamá de Pueblo San José


Sobre sus actividades y aspiraciones. Es la Secretaria de la Comisión Directiva del Club Independiente. Trabaja desde hace unos años en la Delegación de Pueblo San José.  Escribe sobre todo poesía, aunque hace algunos años editó un libro: “Lo que nos separa del otro lado”. Integra la lista de candidatos del Movimiento para la Victoria.

Sofía nos cuenta que “ahora que estoy empezando a retomar las actividades de a poco –tiene un bebé de cuatro meses- cuesta pero hay que asumir las responsabilidades a las que uno se compromete”. Consultada en torno a por qué siendo tan joven integra la entidad dijo que “en su momento me invitaron y me planteé por qué no hacerlo. Es importante formar parte de las instituciones y aportar lo que uno puede. Hablar desde la casa es fácil, pero estar ahí, dedicar un poco de tiempo, es lo que falta hoy en día, más en la juventud, que muchas veces nos lavamos las manos como si no fuese nuestro trabajo, cuando en realidad nuestro momento es ahora. Hay que hacerse cargo, formar parte. Tengo dos varones, el día de mañana van a estar en el club y me gustaría que fuera una institución bien formada, con gente con ganas de trabajar. Por eso mi ejemplo, para ellos”.
Consultada en torno a cómo ve los Pueblos Alemanes, recordó que se fue a estudiar y “gracias a eso pude cambiar la visión que tenía de Pueblo San José. Me fui de acá diciendo que este pueblo era aburrido, era la adolescencia, cuando uno piensa que donde está es lo peor. Estuve en La Plata viviendo tres años, conociendo otras realidades y decidí volver, instalarme acá, formar a mi familia, aquí encontré a quien es mi marido. Este es mi lugar. Desde que regresé empecé a ver que Pueblo San José tiene todo lo que yo necesito. Uno tiene tranquilidad, la seguridad de poder andar y que no pasa nada. Hay quienes dicen que hay gente extraña; pero la gente extraña no es mala y uno tiene la posibilidad de conocerlos porque te lo cruzas cuando vas al almacén, al kiosco, en la escuela de los hijos. Esto en la ciudad no sucede. En la comunidad tenemos todos los servicios. Este es un lugar lindo para vivir. Con muchas posibilidades, con mucho potencial”.
Sobre el desafío de aceptar la precandidatura a Concejal opinó que “siempre estuve apoyando a Ricardo Moccero, me gusta su gestión, su forma de trabajar, tengo mi trabajo en la Delegación San José. Me ofrecieron esta candidatura y si bien en un primer momento dudé, después vi que era una oportunidad para trabajar y para hacer mi aporte”.

“Herencias alemanas”, el programa de los Pueblos Alemanes en la pantalla de Cablevisión


“Es una propuesta cultural que tiene que ver con la esencia de los alemanes del Volga. La idea es difundir la cultura y la costumbre de los alemanes” dijo César Mellinger, productor del programa.

“Me pareció que la televisión era un buen medio como para poder mostrar imágenes de distintos lugares. Por lo tanto me puse en contacto con gente que tiene que ver con las colectividades y de ahí surgió el programa” expresó Cesar Mellinger a La Nueva Radio Suárez.
Indicó que la intención es ir mostrando “lo que nuestros antepasados nos han heredado y nos lo fueron transmitiendo con el paso del tiempo. Buscamos mostrar a nuevas generaciones las costumbres, comida, religión, que son los pilares fundamentales de los Pueblos Alemanes”. 
Han recorrido distintos lugares, no solamente las historias de las tres Colonias Alemanas que están en el Distrito de Suárez, “fuimos a La Pampa, Entre Ríos, Colonia Hinojo, me llamó poderosamente la atención que sin haber contacto entre una y otra comunidad hacían exactamente lo mismo en distintos lugares”. 
“Esto es lo que demuestra que las raíces vienen desde Alemania. El idioma es muy parecido, cambiando solamente algunas palabras, las comidas similares con la variación de algunas formas de elaboración, la pasión por la música es igual en todos lados. Con el transcurso de los programas la gente se emociona y nos llama para contarnos que recordó tal o cual cosa, seguramente algo que había olvidado y que con las entrevistas y las imágenes que mostramos en el programa le permite recuperarlo para traerlo otra vez a la memoria”.
“Herencias Alemanas” se emite los sábados a las 20 horas, con repetición los días miércoles a las 17:30 hs. y los viernes a las 14 horas con la conducción de María José Bohn.

viernes, 19 de junio de 2015

Las carneadas, típicas y representativas de las costumbres de nuestros antepasados

Una tradición bien arraigada en los pueblos alemanes. Miguel Baleman un vaqueano de esta actividad nos cuenta su experiencia.

Estamos en tiempo de mucho frío, época ideal para las carneadas y para degustar todos los productos que de ella devienen: chorizo seco, fresco, morcillas blancas y negras, queso de cerdo, bondiola, jamón crudo.
Consultamos a Miguel Baleman, que es de origen alemán y siente pasión por esta actividad. 
“Todavía me dedico a carnear cuando empieza el frío, estoy esperando las primeras heladas para comenzar la faena. Este año nos atrasamos casi un mes porque había mucha humedad, calor, mosca. Se puede carnear pero no es lo aconsejable, porque no se enfría la carne y entonces uno puede llegar a tener problemas con los chorizos que se ponen ácidos, los jamones se pueden echar a perder”. 
Cuenta que aprovecha todos los cortes de los animales que faena: “tengo un grupo de amigos a los que tengo que agradecerles cada vez que hablo porque me ayudan siempre. Con ellos hasta las patas de las vacas limpiamos, porque hacemos el típico tendón o la antigua tradicional carla que hacían los alemanes. Se cocina bien, se corta, se les pone ajo y perejil, u otros condimentos, y queda como para una entrada antes de la cena o para acompañar una cerveza a la tarde. Algunos amigos me dicen que lo único que tiro es el pasto que el animal tenía adentro de la panza. Saco el mondongo, limpio bien las tripas y las uso para el embutido. Trato de aprovechar al máximo todo. Por eso es importante tener gente dispuesta a trabajar. Cuando empieza el frío ya me empiezan a preguntar. Y los dos o tres días que dura la carneada no me encuentran en el taller”.
Recuerda Miguel las tradicionales carneadas con su familia, donde como hoy la actividad se transformaba en una fiesta de familia y amigos. Su padre no dejaba que nadie se acercara a las bateas donde descansaba la carne si no tenían la cabeza cubierta con gorra los hombres y con pañuelos las mujeres. 
Seguramente de esta actividad familiar, tan enraizada en los recuerdos de otros tiempos, conservó la pasión por esta actividad y también las recetas en torno a cómo elaborar cada uno de los productos para asegurarse el mejor sabor y la mayor producción.

martes, 16 de junio de 2015

¿Cómo era Pueblo San José en 1966?

Crónica del Padre Matías Seitz

Pueblo San José presenta tres características importantes: hermosa iglesia, hermosa escuela parroquial y hermosas casas que se han levantado en la avenida principal. Frente al templo los colonos han erigido un monumento a Eduardo Casey, en reconocimiento por haber propiciado a los colonos las tierras que ocupan. En la proximidad de este monumento la Municipalidad actual (estamos en el año 1966) ha construido un pozo de agua para riego de las calles y un bello mástil en el que se iza la bandera argentina en las solemnidades patrias.

Existe una usina que suministra luz eléctrica a los edificios y las calles. Posee un molino harinero de intensa actividad; talleres de distintos oficios; salones donde se efectúan reuniones sociales; clubes de deportes con buenos equipos y modernos "fields", que hacen competencia a los mejores de la ciudad de Coronel Suárez y de la zona. Su comercio tiene gran solidez.
Cinco ciudadanos de este pueblo han ejercido la máxima autoridad municipal del partido de Coronel Suárez; dos de ellos fueron elegidos por voluntad popular, Conrado Walter y Matías Hippener, y tres se desempeñaron como comisionados municipales, Enrique Schwab, Felipe Schwindt y Juan C. Schwindt. Actualmente existe una comisión de fomento cuyo asesor es el cura párroco Rvdo. Padre Agustín Sperle, quien ha realizado grandes obras espirituales y sociales.
Entre otras, con la contribución unánime del pueblo, ha hecho grandes arreglos en el templo parroquial y la verja que lo circunda.
Todo lo expuesto y otras cosas más hablan elocuentemente del valioso aporte de este pueblo al progreso argentino. Lo mismo se puede decir de los vecinos pueblos Santa María y Santa Trinidad. Además existen dos pensionados, uno para niñas, que dirigen las Rvdas. Hermanas Misioneras del Espíritu Santo, y otro para varones, "José Freinademetz", a cuyo cargo está un sacerdote de la Congregación del Verbo Divino, sumándose a éstos la escuela provincial Nº 3. Todos estos establecimientos son de enseñanza primaria.

viernes, 12 de junio de 2015

Hubo un tiempo en que los habitantes de los pueblos alemanes eran conocidos como los rusitos de las colonias

Para los habitantes de esta tierra los orígenes alemanes de los residentes de las colonias no eran tan claros, a pesar de su idioma y sus costumbres. La compleja histo­ria de los alemanes del Volga y sus dificultades para expresarse con soltura en castellano hicieron en los inicios muy engorrosa to­da clarificación al respecto. En síntesis, los alemanes del Volga se vieron convertidos en rusos después de si­glo y medio de haber subestimado esa cultura.

“Era frecuente, sobre todo en los primeros tiempos, que en la vecindad de las propias colonias alemanas los almacenes de ramos generales o las actividades de intermediación de granos, estuvieran en manos de españoles o italianos”, explica la historiadora Olga Weyne.
Y agrega que “Hay muchas alusiones, en las memorias y relatos de estos tiempos, a la ingenuidad y escaso espíritu de lucro con que en­caraban los primeros volguenses de la Argentina sus relaciones comerciales, siendo frecuentemente desbordados por la "viveza criolla" a la que rápidamente habían adherido otros gringos más emprendedores.
“Los habitantes de las respectivas zonas comenzaron de esta forma a calificarlos, de manera algo burlona pero no agresiva, como los rusitos de la campaña –sostiene-. Y si bien el mote traslucía cierto matiz peyorativo en el que se percibían referencias a su simpleza campesina, no difería demasiado, en la intención, de los aplicados hacia la misma época a otras colectividades.
“El habitante urbano, por otro lado, podía contar más rápi­damente con elementos de contraste; el de las zonas rurales, en cambio, tardaba más en asimilar las diferencias de los recién llegados y de aceptar la razón de esta presencia en estas tierras. Un modesto testigo criollo de la época de la inmigración masiva, vio de esta manera a los alemanes recién llegados: "Vimos llegar la cantidad de inmigrantes como quien ve llegar la langosta, le vía (sic) ser franco; parecía una invasión. Pero se nos dijo que el gobierno les había entregado la tierra. Última­mente no perdimos nada porque la tierra era de los estancieros y habrán tenido sus arreglos (...). Había que dejar la tierra a los nuevos dueños. (Pero) mienten si dicen que los peliamos (sic). (...) Los colonos son gente buena y tengo muchos amigos entre ellos, pero pa’ comprenderlos con la jeringoza que hablaban (...); bueno, le hablo de los viejos y no pa’ ofenderlos." –revela Olga Weyne.
La recep­ción de las actitudes locales fue, por parte de los alemanes del Volga, conflictiva y desarrollaron cierta hipersensibilidad a las alusiones del medio.
“Sus orígenes alemanes ya no quedaban, evidentemente, tan claros, a pesar de su idioma y sus costumbres. La compleja histo­ria de sus antepasados y sus dificultades para expresarse con soltura en castellano hicieron en los comienzos muy engorrosa to­da clarificación al respecto –afirma José Brendel.
En síntesis, se vieron convertidos en rusos después de si­glo y medio de haber subestimado esa cultura”,
Esta circunstancia, además, afectó no sólo el desenvolvimiento de algunos descendientes de alemanes del Volga nacidos en el país dentro del contexto social sino que terminó por perturbar su desarrollo psíquico y sociológico, llegando al extremo de abandonar las colonias de origen para trasladarse a las grandes ciudades para comenzar una nueva existencia, en la cual negaron todo contacto con sus connacionales, llegando a negar también todo conocimiento del dialecto alemán. Pretendiendo significar con este proceder (sobre todo ante sí mismos) que iniciaban una nueva existencia: la que los demás le imponían. La cuestión primordial era no sentirse diferentes. Preferían diluirse en la multitud de la masa que mantener su identidad y ser únicos como personas y seres humanos con un nombre y apellidos conocidos, con valores y principios culturales diferentes, es cierto, pero también particulares que, de hecho, podían jerarquizarlos si hubieran sabido trascender su pequeño universo cotidiano en el que convivían, compartiendo la cotidianeidad con personas que se creían superiores porque apenas dominaban el idioma español. Y que en el fondo, así lo demostró la historia, con su actitud despreciativa, resultaron ser más ignorantes que los propios descendientes de los colonos.
Porque el mote despreciativo de rusos muchas veces iba acompañado de una velada discriminación. Notándose más en las escuelas secundarias de las ciudades en las que los adolescentes se trasladaban a estudiar. Son frecuentes (al escuchar antiguas remembranzas) las referencias de discriminación que fueron objeto de sus compañeros de estudio “argentinos” las personas que cursaron estudios superiores y como eran mortificados por su acento alemán.
La repercusión que tenía esto en el espíritu de los alumnos terminaba afectando su rendimiento escolar y, la mayoría de las veces, su deserción. Esto también fue la causa que escasos estudiantes terminaran sus estudios. La ilusión y los ideales morían donde comenzaba el mote de rusito y una no muy evidente, pero real, discriminación. Al menos así lo experimentaron los protagonistas que vivieron, y sufrieron, aquellos años.

¿Por qué nos trataron tan mal si nosotros también somos argentinos?

¿Quiénes eran los rusos? ¿Qué significaba ser ruso? ¿Y por qué sonaba tan despectivo ese adjetivo? Fueron preguntas que en algún momento de mi infancia me plantee y entendí que los rusos éramos nosotros. Y me dolió darme cuenta que los demás nos trataban como si fuéramos poca cosa. Me sentí humillado y comprendí cuánto prejuicio me rodeaba cuando dejaba mi pueblo y viajaba a la ciudad, lejos de mi gente.
Cuarenta años después, comprendo que los rusos, como nos llamaban, eran un mosaico de identidades que conformaban una sola nación y que nosotros no teníamos nada que ver con ellos. Comprendí que éramos alemanes, que mis abuelos, pese a haber llegado de Rusia, eran alemanes y, por lo tanto, yo no era ruso sino descendiente de alemanes del Volga como descubrí más tarde.
Entendí que pertenecía a una comunidad con una identidad bien definida. Y supe por fin, por qué, cuando era niño, en la escuela, la maestra nos enseñaba la historia argentina llena de héroes que nunca llevaban apellidos como la gente que yo conocía y trataba.
Con dolor, angustia y sufrimiento, desde el día que nací, sentí sobre mí miradas de prejuicio, discriminación, y cuchicheos de gente foránea que se refería a nuestra gente del pueblo con motes despectivos e insultantes.
Ahora sé por qué. Porque éramos diferentes. Porque veníamos de Rusia pero no éramos rusos sino que hablábamos alemán. Teníamos costumbres y tradiciones diferentes a las argentinas.
Pero esa no era razón para tratarnos de esa manera. Esa no era razón para humillar a mis abuelos y a mis padres de manera tan cruel. ¡Cuántas veces, de niño, vi llorar a mi madre por ser tratada como “rusa de m…”? ¿Por qué? ¿Era necesario demostrar tanto prejuicio e insultar de esa manera a gente humilde que no sabía hacer otra cosa que trabajar, ser solidaria, tener fe en Dios y aportar su gran granito de arena en el crecimiento y progreso de este país que nos pertenece a todos, a ellos, que nos trataron tan mal, y a nosotros, que sufrimos tanto por culpa suya? ¿Por qué, pregunto, nos trataron tan mal si nosotros también somos argentinos? 

jueves, 11 de junio de 2015

La abuela está feliz

La abuela está feliz. Llegaron a visitarla los nietos iluminando cada rinconcito de su alma y de su humilde casita de adobe, llena de muebles antiguos e invadida por la humidad y el olor a rancio, donde pasa horas solitarias tejiendo interminables guantes, medias, y rezando infinitos padrenuestros y avemarías.
La abuela está feliz. Está calentando grasa vacuna en la sartén sobre la cocina a leña mientras, parada frente a la mesa, corta rectangulares Kreppel de una masa que acaba de preparar.
Y los niños preguntan:
-¿Qué estás haciendo, abuela?
-¡Kreppel! –responde la abuela sonriendo.
Y comienza a freír los Kreppel. Luego los saca de la sartén y todavía calentitos, los espolvorea con abundante azúcar, para colocarlos en una fuente grande.
Finalmente ubica la fuente sobre el centro de la mesa, al alcance de los nietos que empiezan a comerlos, dibujando sonrisas de azúcar alrededor de sus bocas.
La abuela los mira y sonríe contenta. La abuela está feliz.

lunes, 8 de junio de 2015

Doña María Schamberger nos cuenta cómo era ser mujer en la época de nuestros abuelos

Doña María Schamberger nos cuenta su vida. Nos relata cómo vivía una mujer y cuáles eran los roles y las actividades que debían desempeñar las mujeres primero como hija y después como esposa, en una comunidad fiel a las costumbres y las tradiciones de los alemana del Volga.

“Mi marido, mis hijos y yo nos levantábamos a las cuatro de la mañana para ordeñar las vacas. Cuando terminábamos él se quedaba trabajando en el campo y yo encendía el horno de barro para hornear el pan. Después tenía que lavar la ropa de mi familia, de mis suegros –porque vivíamos con ellos- y de mis cuñados solteros. Mientras tanto tenía que ayudar a preparar el desayuno y el almuerzo. Luego de comer tenía que colaborar con mi esposo en la chacra a arar o sembrar, según lo que estábamos haciendo. A la tardecita, con mis hijos, tenía que regar la quinta, carpir las verduras. A la noche, después de cenar y lavar todos los platos, me sentaba a coser y tejer mientras mi marido, mis suegros y sus hijos jugaban a los naipes, cantaban canciones en alemán o mi suegro leía la Biblia para que todos escucháramos. No había tiempo para aburrirse ni para pensar pavadas” –sentencia Doña María.
“De niña también tuve que hacer de todo desde muy pequeña –agrega. A los siete años ya tuve que ayudar a mi mamá a pelar las verduras para cocinar, tender la ropa, darle de comer a las gallinas y a los cerdos. Casi no tuve tiempo para jugar y menos para ir a la escuela” –evoca.
“Pasé de tener una muñeca de trapo para jugar a tener mi propio bebé en los brazos dándole el pecho: me case a los catorce años. Porque me lo pidió mi papá. Me dijo: ‘casate con José. Es un hombre bueno, trabajador, honesto, y te va cuidar’. Y le hice caso. Tampoco podía decirle que no” –confiesa.
“Mi marido era dueño de un poco de campo. Eran otras épocas. En la que todos teníamos que trabajar duro y parejo. Solamente íbamos a la colonia los domingos para asistir a la misa. Y los días de fiestas, como la Kerb y la Pascua. Todos vivíamos de la misma manera. Éramos todos iguales y muy creyentes en Dios” –enfatiza.
“Mi vida no fue fácil pero tampoco mala” –concluye. 

Libro "Historia de los alemanes del Volga", del escritor Julio César Melchior. El libro que cuenta toda la historia de los alemanes del Volga. Desde Alemania al Volga y desde el Volga a la Argentina. Fundación de las colonias y aldeas. Todo. Absolutamente todo. Se puede adquirir por correo, por el sistema de contra reembolso. Comunicarse a: juliomelchior@hotmail.com.

jueves, 4 de junio de 2015

Libro “Historia de los alemanes del Volga”, del escritor Julio César, está cosechando gran éxito

Enorme éxito está cosechando la segunda edición del libro “Historia de los alemanes del Volga”, del escritor Julio César Melchior. Reconstruye, en base a una investigación detallada, pensada y reflexiva, toda la historia del pueblo de los alemanes del Volga. El porqué de su salida de Alemania, su estadía en Rusia, las fundaciones de las aldeas a orillas del río Volga, su posterior emigración hacia América. Situación social, política, económica, religiosa e histórica. Su identidad. Su idiosincrasia. Todo. Absolutamente todo en un solo libro. Y se puede adquirir por correo, por el sistema de contra reembolso, enviando un mensaje a: juliomelchior@hotmail.com.

miércoles, 3 de junio de 2015

“Tenía catorce años cuando me casé” –cuenta Marcelina Weimann. “Y mi marido treinta”

Antonio Albeano (detalle)
“Tenía catorce años cuando me casé” –cuenta Marcelina Weimann. “Y mi marido treinta. Mi primer hijo nació nueve meses después.  Tuve que criar a mis hijos y trabajar en el campo junto a mi esposo. Tuvimos dieciséis hijos. Mi vida fue dura. Apenas nos alcanzaba para comer y a veces, ni para eso”.

“Pasé hambre” –confiesa. “Muchas veces con mi marido nos fuimos a dormir sin cenar para que nuestros hijos pudieran comer. Fueron épocas difíciles y duras. No se lo deseo a nadie.  Duele mucho ver llorar a un hijo de hambre y no tener nada para darle, si siquiera un pedazo de pan. La gente ayudaba pero todos estábamos en la misma situación. Teníamos muchos hijos y éramos muy pobres. Nada alcanzaba. Y eso que teníamos quinta y animales domésticos para consumir y vender. Pero en los años malos todo eso era poco para una familia tan grande.
“Casi todos mis hijos tuvieron que empezar a trabajar a los ocho o nueve años. ¡Pobrecitos! Pero había que comer y para comer hacía falta plata. Antes era así la vida. Todos tenían que trabajar. No existía la ayuda del gobierno. Nadie te regalaba nada. Si no trabajabas no comías.
“Todos mis hijos crecieron sanos y son buenas personas. Gente honesta y trabajadora. Todos se casaron. Tienen sus casas y sus familias. Ya tengo nietos y bisnietos.
“Con mi marido pasamos de todo pero nunca nos quejamos. Tenemos una linda familia. Estamos jubilados. Le agradezco a Dios todo lo que me dio”.

Historia de vida de Ana Rolhaiser, una abuela alemana del Volga

Foto: Collin Key
El cabello peinado hacia atrás en un rodete blanco. Los ojos celestes color cielo. El rostro de abuela buena. Y un acento de alemana del Volga en los labios contando la historia de su vida.

“Nací en cerca de un campo en Colonia Hinojo –evoca Ana Rolhaiser. Mi niñez la viví en Pueblo Santa María. La adolescencia en Colonia San José, La Pampa. Mis padres eran arrendatarios de campo. Muy trabajadores y honestos. Los estafaron varias veces por creer en la palabra en lugar de los documentos y las firmas. A los quince me casé con Agustín Strevensky. También trabajador rural. Lo intentamos todo pero no funcionó. Las condiciones de trabajo en el campo eran muy duras y los sueldos muy pobres. Lo que ganábamos no alcanzaba para nada. Y los patrones te trataban muy mal. Las condiciones de las viviendas eran muy básicas: apenas dos paredes de adobe, si es que había, una letrina y una matera dónde se reunían todos los peones a tomar mate. Por eso, al cumplir veinte años, mi marido tomó la decisión de mudarse a la ciudad de Buenos Aires. Yo no quería. Lloré mucho porque quería quedarme junto a mis padres y hermanos. Fue muy duro decir adiós a todos mis seres queridos porque sabía que quizá no lo iba a volver a ver nunca. Y muy equivocada no estaba: a mis padres no los volví a ver jamás.
“En el camino hacia Buenos Aires estuvimos viviendo unos tres o cuatro años en Bolívar. Tuve dos hijos. Siempre en la miseria. En la pobreza más absoluta. Muchas noches no teníamos ni siquiera pan para comer. Allí no estaban mis padres para ayudarnos ni tampoco había amigos ni alemanes del Volga para darnos una mano. Estábamos totalmente solos. Nadie nos quería. Éramos ‘los rusos’. Éramos extraños. No pudimos adaptarnos. Y entonces un día llegamos a Buenos Aires. Ahí sí que sufrimos. Ahí que me di cuenta lo que significa dejar el hogar y partir a tierras extrañas. Uno lo paga muy pero muy caro. Porque uno lo pierde todo, absolutamente todo. Las raíces. Y hasta la identidad –afirma.
“Fueron años duros. Muy duros. La pasamos mal pero muy mal. Nos engañaron vendiéndonos una casa que tenía dueño. Perdimos el dinero que habíamos ahorrado durante diez años con mucho sacrificio, privándonos de todo, hasta de lo más básico. Mi marido era muy crédulo. Muy inocente. En ese momento perdimos todo. Dinero, dueños, esperanzas… todo! Todo quedó en el camino. Apenas nos quedaban fuerzas para luchar por subsistir. Fue un golpe muy duro. Pero teníamos nueve hijos para criar. No había tiempo para llorar ni quejarse. Y no había, como hoy en día, dónde pedir ayuda”.
“No sé cómo pero salimos adelante. Nunca abandonamos la fe en Dios. Él nos acompañó siempre. Nos protegió. Nos cuidó. Muchas veces le rezaba llorando. Le suplicaba que nos diera paz, trabajo, comida. Y siempre nos dio todo. Tanto que un día nuestros hijos nos compraron una casa. Nos regalaron una casa. Nuestra casa. ¡Mi casa! Fue uno de los momentos más felices de mi vida.
“Cuando tuve mi casa planté flores, muchas flores. De todos los colores. Por fin podía tener mi propio jardín. Fue hermoso. Esa época muy fue linda.
“Cuando tuve mi casa quise ponerme en contacto con mis padres y hermanos pero ya era tarde, muy tarde. ¡Todos habían fallecido! ¡Qué tonta! Los años habían pasado y yo ni me di cuenta. Ya era una vieja. Tenía setenta y cinco años. Mis seis hermanos eran mayores que yo. Solamente me quedaban mis hijos y mi marido. No tenía hogar materno al cual regresar ni pueblo ni raíces donde volver. Viví en tantos sitios, en tantos pueblos y comunidades, que me sentía ajena en todos. Hasta que un día leí el libro “Historia de los alemanes del Volga”, de Julio César Melchior. En ese momento encontré mi historia y la historia de mi pueblo. Y les pude decir a mis hijos que tenía una identidad. Que era una descendiente de alemanes del Volga. Una sobreviviente. Como lo fueron mis abuelos. Como lo fueron mis padres.
“Y ese día recuperé todo lo que perdí el día que me marché de la casa de mis padres para casarme y mudarme lejos”.

lunes, 1 de junio de 2015

Recuerdo de las calles de tierra de los pueblos alemanes

Calles de tierra. Polvo en suspensión disgregando el ayer en la nada. Un sol de atardecer agonizando en el horizonte, adormeciendo las últimas horas del día que se marchan para no regresar jamás. Un silencio sombrío desgarrando la nostalgia del alma de quien mira hacia un tiempo y un espacio que ya es historia; y el llanto secreto del que comprende que el pueblo es otro, que son otras las personas que lo habitan y que nada es igual. A pesar de conservar la misma esencia, el mismo sol, el mismo aroma y el mismo sueño, nada es igual. El progreso estampó su sello: derribó lugares que en una época fueron sagrados para la memoria y erigió emblemas modernos en sitios donde otrora los abuelos tenían su santuario de intimidad: la casa de un amigo; un bar; un salón; una canchita de fútbol...
Calles de tierra... si hasta ellas desaparecieron bajo el asfalto, llevándose consigo el recuerdo del trajinar de los carros lechero, carnicero, verdulero, panadero; la congoja de un cortejo fúnebre; la alegría de una boda, con escopetazos y acordes de acordeón... y el llanto, siempre el llanto; en la felicidad y la tristeza; en la dicha y el dolor.  Un pueblo siempre distinto a otras comunidades de inmigrantes, siempre diferente. Siempre conservando su identidad.

Pueblo Santa María tributó una cálida despedida al Padre Antonio y a la Congregación del Verbo Divino, que tanto hizo por los pueblos alemanes


El ultimo sacerdote de la Congregación del Verbo Divino que por disposición superior deja nuestros Pueblos Alemanes. Pasara a cumplir funciones en una parroquia y Colegio religioso en Palermo. Tras la misa oficiada en la Parroquia Natividad de María Santísima cerca de 300 personas lo acompañaron en un almuerzo de camaradería en el Polideportivo de Club El Progreso. Participaron el Párroco Diego Kesller, el sacerdote que lo reemplazara en las Colonias el Padre Leandro Volpe, el Padre Daniel Melchior y las Hermanas Liliana y Victoria de La Providencia. Recibió cálidos testimonios de la comunidad. Hablaron Lujan Streitenberger Directora de la Escuela Parroquial y el Párroco Diego Kessler.

Bajo la organización de la comunidad parroquial del Pueblo Santa Maria representada por Rene Beier y Oscar Baungartner, dos colaboradores incondicionales de la localidad hacia nuestros sacerdotes y con aproximadamente unas 300 personas, la mayoría vecinos de la tercera colonia se llevo a cabo el domingo al mediodía el almuerzo comunitario que representaba la despedida del querido Padre Antonio Vedellini quien después de varios años de permanencia en los Pueblos Alemanes, será el último de los sacerdotes del Verbo Divino que ocupa la sagrada misión de evangelizar cumpliendo una admirable tarea que mucho ha valorado toda la comunidad.
Con tal motivo ese afectuosa despedida se exteriorizo por la mañana en el oficio religioso que se ofreció en acción de gracias con notable presencia de fieles, el Coro Parroquial y un reflexivo mensaje de despedida pronunciado por el sacerdote, quien insistió en la necesidad de dar testimonio de acuerdo a las premisas que el Señor, nos muestra un camino de vida en Cristo, solidario, comprometido, siguiendo por otra parte el legado de nuestros mayores quienes siguen siendo fiel testimonio para las nuevas generaciones.
Pasado el mediodía el salón Polideportivo de El Progreso del Pueblo Santa María se vio colmado de publico mientras que en la mesa central secundaron al padre Antonio, los sacerdotes Daniel Melchior, Leandro Volpe, las Hermanas de La Providencia, el Padre Diego Kesller, el Presidente de la Junta Parroquial Eugenio Lizarreta, la ex Directora de la Escuela Parroquial Antonia Pin de Reser, el sacristán de Santa Maria Oscar Baungartner y en otras mesas el Delegado Municipal Jorge Gregorio Streitenberger, el Presidente de Club El Progreso y concejal Municipal Claudio Holzmann entre otros representantes de las instituciones de Santa Maria y comunidad en general.
El Padre Antonio fue agasajado luego con presentes recordatorios que recibió de distintas entidades de bien público, como la Escuela Parroquial, El Taller Protegido, La Comisión Parroquial del Pueblo Santa Trinidad y otros representantes de la población que deseaban testimonios de su afecto y reconocimiento por los servicios pastorales prestados a nuestros Pueblos Alemanes y también en varias capillas de la ciudad que lo han tenido como invalorable guía espiritual, de hecho concluyo con su labor en nuestro medio el domingo por la tarde en la hermosa Capilla de Kolbe en la zona sur de nuestra ciudad.
Se compartió un menú típico de nuestros Pueblos Alemanes a cargo del Servicio de Roberto Streitenberger, gran cantidad de tortas para la tarde con café y un clima de emoción en todos los presentes, sobre todo en el momento en que el Padre Antonio pronuncio un breve agradecimiento tras recibir innumerables gestos de reconocimiento y administración por esa vitalidad que lo acompaña y el testimonio de fe que siempre ha demostrado sobre todo en circunstancias difíciles, donde era necesario en la comunidad una palabra serena, orientadora y contenedora, fue un incansable mensajero de la fe, estimulando valores para construir una sociedad más justa, más solidaria e inclusiva, por lo cual deja sobre todo en nuestros Pueblos Alemanes premisas fundamentales para poblaciones que hoy sienten como una gran pérdida el final de la misión de la Congregación del Verbo Divino que cierra su etapa en nuestro medio con la figura del Padre Antonio Vedellini que ya en la tarde de este lunes dejara Coronel Suárez.

El Centro de Jubilados y Pensionados de Pueblo San José inauguró su hermoso salón de fiestas

 
Don Héctor Melgor agradeció con emoción a todos aquellos que han hecho posible esta concreción. Fueron muchos años de trabajo, un compromiso personalizado entre los miembros de la Comisión directiva, autoridades y comunidad. Manos a la obra siempre fue la premisa. Se entregaron reconocimientos para Herminda Grunewaldt la presidente fundadora del Centro y para el constructor Gustavo Duckardt. Hablaron además del presidente de la entidad, el Director del Consejo de Adultos Mayores de la Municipalidad Osvaldo Lezica y el Secretario de Gobierno de la Municipalidad Gustavo Moccero. Anses y Pami estuvieron representados por sus jefes Andrea Acosta y Mauro Dueña. Hubo corte de cintas, descubrimiento de placas y fue servido un grato refrigerio.

El sábado por la tarde se dieron cita los asociados al Centro de Jubilados y Pensionados del Pueblo San José para compartir el acto de bendición e inauguración del nuevo salón de fiestas y para ello el Padre Antonio Vedellini fue quien tuvo bajo su responsabilidad la última bendición en los Pueblos Alemanes de Coronel Suárez.
La comisión directiva en pleno de la entidad fueron los encargados de recibir a los invitados especiales, entre ellas las autoridades Municipales encabezadas por el Secretario de Gobierno de la Municipalidad Gustavo Moccero, el Director del Consejo Municipal de Adultos Mayores de la Municipalidad Osvaldo Lezica, el Delegado Municipal Daniel Schwindt, la Jefa del Pami Profesora Andrea Acosta, el Jefe de Anses Cr. Mauro Dueña y representaciones de los Centros de Jubilados de los Pueblos Alemanes, Coronel Suárez y Villa Belgrano respectivamente, mas el acompañamiento de los socios de la entidad y vecinos del Pueblo San José.
Inicialmente fue invitado el Padre Antonio Vedellini en su última bendición ya que se encontraba en la etapa final de su misión pastoral en nuestro medio antes de dejar la ciudad por determinación de la Congregación del Verbo Divino.
El Presidente del Centro de Jubilados de Pueblo San José fue quien pronuncio el mensaje central dejando un emocionado agradecimiento para todos quienes hicieron posible esta realidad, es decir un magnifico salón levantado con toda prolijidad y con grandes esfuerzos personales, administración perfecta de los fondos que iban recaudando con gran esmero y dedicación en la gestión.
Agradecieron a los Intendentes Municipales Ricardo Moccero factor fundamental para la concreción y Osvaldo Fuentes Lema, al Delegado Municipal, la contribución de la ciudadanía que siempre respondía generosamente cuando se impulsaba alguna campaña como cuando se lograron los fondos para el piso y otros beneficios que se impulsaron. 
Recordemos que el salón cuenta con 450 metros cubiertos, mide 32 por 12 metros, además otras dependencias que se agregaron como baños, cocina, totalizando 650 metros cubiertos, con una capacidad para alrededor de 450 personas; ha sido una obra de muchos años, el 15 de agosto del 2006 se comenzó con la apertura de los cimientos y el sábado pasado llegó el día para la inauguración oficial del nuevo sector del edificio ubicado en calle Coronel Pringles del Pueblo San José.
Como dijo en su momento al ser entrevistado por La Nueva Radio Suárez el Presidente Don Héctor Melgor “a veces no nos dábamos cuenta lo que estábamos haciendo, lo nuestro era día a día y así fueron pasando los años, contamos con subsidios municipales, del PAMI y de otros organismos, pero nunca alcanzaban, motivo por el cual organizábamos diferentes eventos para reunir fondos y llegar a la culminación de este salón, el cual ya está a disposición de toda la comunidad, ya que el objetivo es alquilarlo para diferentes eventos sociales y con esto lograr fondos para continuar con el sostenimiento de la institución”.
Posteriormente hablaron Osvaldo Lezica y Gustavo Moccero, ambos funcionarios coincidieron con reflexivas palabras, en resaltar el trabajo solidario, de gran compromiso de la comisión directiva, pero en particular de dos dirigentes, que se pusieron la obra al hombro y no escatimaron esfuerzos hasta llegar a esta feliz concreción, como han sido Héctor Melgor y Emilio Duckardt quienes no ahorraron energías y disposición para emprender tareas fundamentales para la construcción del magnífico salón, como la puesta en alto de las cabreadas, la colocación de las primeras chapas, como contó Lezica en su discurso y así sucesivamente todo lo que estaba su alcance para ahorrar mano de obra y optimizar cada vez más los fondos y hacerlos rendir al máximo.
Se entregaron dos reconocimientos en coincidencia que con esta grata circunstancia, para la presidenta fundadora del Centro e Jubilados y Pensionados del Pueblo San José Herminda Grunewaldt quien durante 20 años fue quien encabezo la comisión directiva correspondiéndole los años fundacionales de la institución, por lo cual fue reconocida por esa invalorable labor de tantos años, agradeciendo emocionada ante el aplauso y reconocimiento de quienes compartieron el acto en la primeras horas de la tarde del sábado.
Lo propio ocurrió con Gustavo Duckardt, por su trabajo comprometido en la construcción del magnífico salón de fiestas que servirá para el cumplimiento de actividades sociales, recreativas y diversas propuestas comprometidas desde el Consejo de Adultos Mayores de la Municipalidad como comprometió Osvaldo Lezica.
Los integrantes de la Comisión junto a la madre del reconocido, entregaron el presente como testimonio y agradecimiento por su comprensión y decidido aporte.
La conductora del acto Sofía Schmidt resaltó la historia de la entidad, su presente, fue presentando a cada uno de los tres oradores y muy especialmente se agradeció la participación del sacerdote Antonio Vedellini quien en la bendición pidió orar por todos los jubilados de la institución y por quienes participaran para vivir en el amor, amistad y confraternidad solicitando la oración que el padre nos enseño, el Padre Nuestro.
Los miembros de la comisión directiva, junto a las autoridades Municipales presentes fueron invitados al descubrimiento de las placas que simbolizan para la posteridad la fecha de la inauguración, los nombres de la comisión, de los dos incansables trabajadores y propulsores de la obra cuyos nombres le será impuesto al salón y también del Consejo de Adultos Mayores de la Municipalidad.
Gustavo Moccero en su mensaje, habló de la solidaridad y la diferencia absolutamente del significado de la caridad, poniendo como ejemplo el trabajo que se produce en el gran entramado social que tiene Coronel Suárez.
Finalmente se procedió al corte simbólico de las cintas concluyendo el acto de inauguración de la construcción del magnífico salón de fiestas del Pueblo San José.
Anses presentó un stand con personal para la atención de las consultas de los jubilados sobre el sistema de la tarjeta Argenta, su modalidad de uso y los respectivos beneficios, entre otras particularidades de los servicios que presta el organismo nacional.
La jornada concluyó con un brindis para todos los presentes que acompañaron el acto inaugural del amplio salón de fiestas que representara para la actividad del Pueblo San José otra alternativa importante a la hora de la organización de todo tipo de eventos en un lugar estratégico de la comunidad frente mismo a la Plaza Sergio Denis.