
Historia, costumbres y tradiciones de los alemanes del Volga. Investiga y escribe: Julio César Melchior
Rescata
Para más información pueden comunicarse al WhatsApp: 2926 461373 o al Correo electrónico juliomelchior@hotmail.com
domingo, 31 de enero de 2016
Para los alemanes del Volga, la familia siempre estaba primero

viernes, 29 de enero de 2016
Hoy superamos las 636.000 mil visitas!!!

Alicia Tittler y Juan Graff, Reyes de la Comparsa de los Adultos Mayores
Fuente: lanuevaradio.com.ar

Fue electa Miss Simpatía Rosa Andrada y Miss Elegancia María Montes de Oca.
Fueron Herminda Grunewald y José Luis Mónico quienes fueron electos el año pasado como Reina y Rey de la Comparsa y los que entregaron los atributos a los nuevos elegidos.
Recibieron regalos que aportaron diferentes comercios de la
ciudad, que apoyan la actividad, los soberanos consagrados en la mañana del
jueves pasado.

Un clima alegre, contagioso y de gran espíritu nuevamente
como cada año se puso de manifiesto, en este caso en el Complejo Polideportivo
del Club A. Boca Juniors, quien en sus confortables instalaciones aporta la
infraestructura apropiada para las actividades que prepara el Consejo de
Adultos Mayores de la Municipalidad.
Imelda Melchior, fue elegida Reina de los Adultos Mayores (Imelda también es conocida como la Reina del Fülsen)
Fuente: lanuevaradio.com.ar
“Vengo a la colonia desde que se inició, cuando hacíamos
actividades en el Aero, participo en todas las propuestas. Juego al vóley, al
tejo, no soy buena jugadora, pero disfruto de todo esto. Nunca jugué al vóley,
no sabía ni agarrar la pelota”, dijo Imelda Melchior, electa Reina de los
Adultos Mayores.
Dijo que no se esperaba salir elegida, “fui hace unos años
atrás Miss Simpatía de la Comparsa. Participo desde el momento que se inició y
la verdad es que la pasamos re lindo”.
Imelda es conocida porque tiene una mano increíble para una
de las delicias de la gastronomía alemana: el Fülsen.
Sobre el secreto para hacer un buen Fülsen, dice que “no es
ninguno. Trabajarlo con amor, ponerle ganas y todo lo que hay que ponerle”, que
debe leerse que no hay que mezquinarle ninguno de los ingredientes.
“Hay que ponerle todo, que no le falta nada”. Imelda cocina
cantidades industriales de Fülsen: “para las instituciones, para los clubes,
para quienes me piden colaboración como el Taller Protegido de Santa María, y
también para dos o tres cenas para colaborar. Siempre estoy dispuesta y me
gusta elaborar esta comida que la gente aprecia tanto”.
jueves, 28 de enero de 2016
Ana Fritz, una abuela de noventa y dos años, que comparte sus recuerdos

“Mi padre era el jefe y el sostén de la familia, con esposa e hijos que le debíamos rendir respeto y sumisión” –revela sin tapujos ni medias tintas. “Era la autoridad por cuyas manos pasaban todas las decisiones, desde las más importantes hasta las más nimias. Él decidía qué se comía, quién se educaba, quién heredaba, cuál de las hijas iba a tener que ser monja y cuál de los hijos debía ser sacerdote. También decidía arbitrariamente cuál de todas sus hijas se casaba y cuál de todas ellas se iba a tener que quedar en la casa a cuidar de sus padres cuando fueran ancianos” –afirma.
“De más está agregar” –acota- “que ninguna de las hijas mujeres tuvo la posibilidad de estudiar ni formarse en ninguna tarea laboral salvo las labores propias de su género” –cuenta.
“Mi padre se sentía con derecho a decidir absolutamente todo” –enfatiza.
“Pienso en mi pobre madre y me dan ganas de llorar. Siempre tan sumisa. Siempre con miedo. Igual que todos nosotros. Le teníamos terror a mi padre. Fue muy duro” –dice casi llorando.
Ana Fritz narra su pasado, su niñez, su infancia con dolor. Remarca lo que sufrió. Relata que no tuvo tiempo para jugar. “El trabajo siempre estaba primero” –sentencia.
“Yo no me casé. Yo fui la elegida: yo me tuve que quedar en casa para cuidar de mis padres y velar por ellos. Y cuando murieron ya era demasiado tarde para todo. Hasta para ser feliz” –concluye.
martes, 26 de enero de 2016
La dura tarea de cosechar maíz a mano

Los cosecheros vivían a la
intemperie, guarecidos bajo los carros y “carpas” construidas con chapas,
bolsas, cañas de las plantas de maíz o lo que se tuviera a mano. Soportando las
largas noches. Los eternos días de lluvia. El frío. Las interminables jornadas
laborales que se extendían de sol a sol, desde el mes de abril hasta agosto. Las
heladas congelaban todo durante la madrugada. Las manos de los juntadores
terminaban tan lastimadas que muchas veces sangraban. Pero el trabajo debía
hacerse. Cuánto más se juntaba más se ganaba. Y no se iba tan lejos para perder
el tiempo.
¡Honor y gloria a nuestros antepasados! ¡Homenaje eterno a su memoria!
lunes, 25 de enero de 2016
Nosotros horneamos los sábados (Anécdota de antaño)
Por Jorge
Heffel
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Una imagen tradicional de los pueblos alemanes: horneando delicias típicas en el famoso horno de barro. |
Recuerdo
cuando era chico que los sábados por la mañana se convertían en un placer,
lleno de olores y sabores, en la casa de mi abuela materna, doña Amalia Wagner
de Schanzenbach, quién junto a sus hijas se disponía a preparar diversas
exquisiteces para toda la semana.
Primero
les describo el lugar: una cocina típica de los volguenses, era una cocina
sencilla pero con todo lo necesario para las funciones que debía cumplir.
Una “Blit”, esa cocinita construida en ladrillos y una tapa de acero con las
hornallas de varios tamaños y alimentados a leña, donde el crujir del
“Holz” (leña) y el fuego hacían de las suyas. Un Schrank de material, sí de
ladrillos y estantes de madera con una cortina que lo cubría, que contenía todo
los necesario. Una mesa larga, sillas y la famosa “Bank” (banco) contra la
pared. Algunos sillones y no hacía falta más mobiliario.
Pero
bueno, los sábados a la mañana el ritual era la de amasar para toda la semana,
así que bien temprano empezaban con las tareas de preparar la masa y las demás cosas
para elaborar los ricos Kalatch, los Rübbelkuchen, los Kaletchen, y otras
tortas según la estación .
La
masa no se preparaba en una fuente o en un tupper como hoy lo hacemos los que
todavía conservamos esas costumbres, sino que se preparaban en el “Trouk”, una
batea de madera en el que se amasaba la masa de levadura, base para todas las
preparaciones.
Y
así, con mucho esmero y dedicación salían todos los panificados, primero los Kalach
(panes redondos y gordos), los Rübblekuchen, los Kaletschen (versiones
reducidas de los Rübblekuchen) los Äppfelkuchen (tortas de manzanas) y otras variedades
de cosas ricas, como las tortas de ciruelas, los Hochtzeits Kaletchen (unos
bollitos de pasas) etc. etc. Etc.
Todo
culminaba con un rico “Broute in Oben” (asado al horno) o los clásicos Pirok…
para el almuerzo en familia.
Y
ahora viene lo mejor y más divertido si de mi infancia se trata.
Los
más chicos a la tarde salíamos a repartir (aus thale) porciones de dichas
tortas a los tíos y tías y familias amigas, esto por supuesto significaba
lindas propinas sábado a sábado.
Una
historia vivida, una historia de mi niñez en la Aldea Protestante.
Dentro de un mes aproximadamente, se lanzará la Décima Edición del libro “La gastronomía de
los alemanes del Volga”, del escritor
Julio César Melchior. Una obra que rescata 150 recetas tradicionales. No se
lo pierda!!!
viernes, 22 de enero de 2016
Todo listo para la “Strudelfest” el 6 de marzo
Fuente: lanuevaradio.com.ar

Ya están en las últimas instancias organizativas de la
“Strudelfest” o fiesta del Strudel, que tendrá lugar el 6 de marzo en la
Avenida 11 de Mayo de Pueblo Santa María, la tercera Colonia Alemana.
Habrá música, danzas y por supuesto serán estrella del evento
todas las variedades posibles de esta delicia de la gastronomía alemana.
Consultada Patricia Maier, una de las más firmes
organizadoras de este evento, dijo que “invitamos a todos para el domingo 6 de
marzo, para que se acerquen a nuestra Colonia para degustar las diferentes
variedades de Strudel y para compartir una jornada diferente con nosotros”.
Informó que ya se han retomado las cuestiones organizativas
de esta propuesta: “hemos tenido reuniones la semana pasada, estamos cursando
las invitaciones correspondientes, por supuesto que nos seguimos reuniendo las
semanas subsiguientes para terminar de darle forma a esta primera experiencia
de la Strudelfest, que esperemos salga de la mejor manera. No es fácil. Uno
pretende hacer muchas cosas, pero a veces los recursos económicos hacen que uno
se frene un poco, pero eso no opaca el entusiasmo y las ganas que tenemos todos
para que se lleve a cabo. Pretendemos que sea una fiesta popular, que todo el mundo
pueda acercarse con sus sillas, su equipo de mate y pasar una jornada distinta,
para que cada uno que somos miembros de esta comunidad tengamos la intención de
fomentar a Santa María como pueblo turístico. Es por eso que sumado a esta
fiesta, si bien la centralizamos en el Strudel, vamos a ofrecer que la gente
conozca Santa María; estamos diagramando con Turismo diferentes circuitos
turísticos; queremos que la gente aproveche ese día para conocerlos. Somos
muchos los que estamos detrás de todo esto, aunando criterios, sumando
propuestas y construyendo esta fiesta que es un beneficio para todos”.
La fiesta será al aire libre, en la avenida principal 11 de
Mayo, entre Santa Fe y Mendoza, ahí se circunscribirán la mayoría de los
stands.
“Dentro de ese espacio se centrará todo lo vinculado con las
instituciones, con los productores locales de diferentes cuestiones
tradicionales como el chucrut, pepinos en conserva, otros productos y todo lo
que sean artesanías. Se montará un escenario, porque ofreceremos música y
danza. Han comprometido su presencia un grupo de Colonia Barón, La Pampa, otro
de Hinojo, uno local y también van a sonar los acordeones, que es algo típico
de nuestra gente. Nos han confirmado valores muy importantes de Santa María, lo
que nos alegra mucho”.
jueves, 21 de enero de 2016
Rubén Alberto Schroh: El pibe que cumplió el sueño
Por Eduardo Luongo - Para Nuevo Día.
Para muchos fue uno de los jugadores más
talentosos que salió de nuestra Liga. Después de debutar en El Progreso siendo
muy joven, se fue a jugar a Banfield y luego al Deportivo Saprissa de Costa
Rica. Sin embargo, a pesar del paso del tiempo, no pudo despegar el corazón de
la familia y de su querido Pueblo Santa María.

En ese momento, aquel pibe habilidoso y con buen manejo tomó una decisión
tan valiente como decisiva para su futuro: probar suerte en el fútbol grande.
Así fue que apareció jugando en Banfield, donde pocos años antes había pasado
otro suarense, Oscar Enrique “Monolo” Haack.
En 1973 se incorporó a las divisiones inferiores de Banfield. Schroh, que
nació el 2 de junio de 1954, pronto se ganó un lugar en la Primera división del
Taladro, donde fue compañero de Ricardo Lavolpe, El Bambino Veira, Silvio
Sotelo, Roberto Sacconi, Félix Lorenzo Orte y Miguel González, entre otros
recordados jugadores de la institución de Lomas de Zamora.
Durante cuatro temporadas defendió la casaca de Banfield y fue parte de un
equipo que en 1976 logró el quinto puesto en el campeonato, una campaña que en
ese momento fue histórica para esta institución.
El mediocampista siguió su carrera en el Deportivo Saprissa de Costa Rica,
donde quedó en la historia al formar parte del conjunto que consiguió el
hexacampeonato de ese país.
Finalizado su vínculo con el equipo centroamericano, volvió a su querida
colonia para vestir la casaca de El Progreso y, a pesar que quemaba los últimos
cartuchos, dio muestras de su inalterable calidad. Tal es así que Independiente
de Bolívar lo contrató para jugar un Torneo Regional.
Una vez que se retiró del fútbol se radicó en Banfield, donde se dedicó a
atender el comercio mayorista de su suegro. Padre de Mariana y Federico, de su
primer matrimonio, y de Ezequiel, del segundo, un problema de salud –sufrió un
leve ACV - lo empujó a volver hace cuatro meses a nuestra ciudad, donde encontró
la contención y el afecto de familiares y amigos para ayudarlo en la
recuperación.
Schroh recibió gentilmente a Nuevo Día en la casa de su hermana, donde vive
ahora, y recordó sus años de futbolista, habló de sus sueños y también de los
deseos de poder transmitirles a los chicos la experiencia cosechada en el mundo
del fútbol.
-A qué edad empezó a jugar en El Progreso?
-Cuando tenía 16 años, en la Reserva. Salimos campeones y al año siguiente
debuté en la Primera. También jugué en el seleccionado de la Liga Regional. Fue
una época muy hermosa.
-¿Qué recuerda de esos años?
-En ese momento El Progreso traía varios jugadores de la Capital Federal y
todos paraban en mi casa. Mi familia era muy futbolera. Me acuerdo de Meira,
Carrizo, Rodríguez y Sorrentino, entre otros. El domingo los esperábamos con el
desayuno, dormían un poco y después íbamos a jugar. Tengo muy lindos recuerdos
de esos años.
-¿Cómo se dio el pase a Banfield?
-A través de uno de los jugadores que venían a El Progreso conocí a un
dirigente de Banfield, al que le gustaba la caza mayor. Como Marcelo, mi
hermano, que trabajaba en Vialidad Nacional, conocía a varios dueños de
estancias, le consiguió permiso para cazar en las sierras. Este hombre me vio
jugar y me ofreció ir a Banfield. Hasta me ofreció su casa para vivir. Un día
hice el bolso y le dije a mis padres que me iba. El director técnico de las
divisiones inferiores era Luis Bagnato. Me puso como titular en el equipo de
Cuarta división y tuve la suerte de hacer dos goles. Después del partido me
llamó aparte y me dijo que ya era jugador del club.
-¿Cómo fue la adaptación?
-Dejar mi familia y los amigos fue una decisión muy difícil. Además en esa
época no existían los representantes ni nadie que contuviera a los jugadores
como yo, que iban del interior. Me tuve que defender sólo aunque, por fortuna,
me tocaron compañeros muy buenos, que me ayudaron muchísimo.
-¿Y los primeros pasos como futbolista?
-Después de un partido que le ganamos a Los Andes por 2-1, con dos goles
míos, por las semifinales del campeonato de Cuarta división, el encargado de
atender la cancha nos hizo un asado debajo de la tribuna. A ese partido habían
invitado a Valentín Suárez, que era presidente de Banfield, a quien le habían
hablado de mí. Yo no sabía quién era. Mis compañeros me decían, “alemán, mirá
cómo te mira el presidente”. Hasta que me llamó aparte, me preguntó de dónde
venía, me comentó que tenía muchas condiciones, que me iba a dar un viático y
una pensión donde vivir. “Voy a ser todo lo posible para que llegues a jugar en
la Primera”, me dijo. Fue una alegría enorme. Esto pasó en el ’73, el año que
Banfield salió campeón de la B y ascendió. Al año siguiente empecé a jugar en
Tercera y después pasé a entrenar con el plantel de Primera.
El esperado debut
-¿Quién era el técnico que lo llevó a Primera?
-El primero que me hizo jugar fue Héctor D’Angelo, pero el que me dio la
titularidad fue Adolfo Perdernera. Un grande. Entré en el segundo tiempo de un
partido contra All Boys, me fue muy bien, hasta le hice un pase al Bambino
Veira, que en ese momento jugaba con nosotros, para que haga un gol. Ganamos 3
a 1. Después del partido, mientras me estaba bañando, apareció Pedernera y me
dijo que el domingo siguiente sería titular contra Boca, en la Bombonera. Imposible
imaginar la alegría que tenía. En ese momento estaba en la colimba, cuando le comenté
a mi jefe, me dejó salir toda la semana para ir a entrenar.
-¿Cómo fue ese momento?
-Terrible. Jugar en la cancha de Boca es algo muy especial, una
experiencia hermosa. Cuando toqué la pelota me olvidé de la gente, lo único que
me interesaba era hacer las cosas bien para el equipo. Tuve la chance de
hacerle un gol a Gatti, pero cuando lo enfrenté me hizo un amague y sacó la
pelota por encima del travesaño. Si lo hacía hubiera sido grandioso. Según el
diario de Lomas, junto con (Héctor) Pitarch fuimos los mejores de Banfield en
este partido. Igual terminé conforme. Después jugamos contra Huracán, empatamos
2 a 2. Yo hice el primer gol a Baley.
-También hubo un viaje al exterior.
-En el ’73, después que Banfield ascendió a Primera, hubo una gira por
Centroamérica. El técnico era D’Angelo. Había 25 jugadores profesionales en el
plantel, pero cuando el DT anunció la lista de los 17 que iban a viajar, me
llevé la sorpresa de que me había incluido a mí, siendo que todavía no tenía
contrato. Fue otra alegría muy grande. Fue la primera vez que viajé en avión.
-¿Qué fue lo más importante que le dejó el fútbol?
-Haber podido jugar en Banfield. Tengo los mejores recuerdos. Ahí conocí a
mi esposa, que era hija de un dirigente, pude hacerme mi casa. Conocí muy buena
gente. Me tocó jugar contra los grandes jugadores de aquellos años. Boca tenía
un gran equipo, con Gatti, Trobbiani, Potente, lo mismo que River en la
época de JJ López, Merlo, Passarella. Cuando fui a Costa Rica, el primer año
fui campeón con el Saprissa. Ese fue el sexto título consecutivo que conseguía
el club. Otra alegría inmensa. Pero me hubiera gustado salir campeón con El
Progreso, como mi hermano Héctor, en el ’74, porque amo mi pueblo igual que la
camiseta.
-Uno de los jugadores más emblemáticos que tuvo como compañero fue Ricardo
Lavolpe ¿Cómo fue su relación?
-Muy buena, me ayudó mucho, lo mismo que Pitarch, otra muy buena persona.
La verdad es que tuve muy buenos compañeros como Sotelo, Sacconi, Cerqueiro,
González, Moris. Con algunos de ellos todavía nos vemos.
En el exterior
-¿Cómo llegó al Deportivo Saprissa de Costa Rica?
-Por intermedio de un dirigente, que tenía un conocido en la Embajada de
ese país. Me ofreció ir a jugar y acepté porque me pareció que podía ser una
buena experiencia. Fuimos con un uruguayo, Daniel Silveira.
-¿Cómo era aquel fútbol?
-Era semi profesional, pero había muy buenas personas. Me hija Mariana
nació allá, me trataron muy bien, tengo los mejores recuerdos de ese país.
Jugué dos años en el Saprissa y uno en el Punta Arenas.
-¿Económicamente cómo le fue?
-Me tocó jugar en una época muy distinta a la de ahora, donde se manejan
cifras muy grandes. Yo tuve la suerte de comprarme mi casa y todo eso. Cuando
volví al país, jugué un año en El Progreso, para darles esa alegría a mis
padres, en Tristán Suárez y Comunicaciones. También jugué un Regional con Independiente
de Bolívar. Cuando me retiré me hice cargo del negocio mayorista de mi suegro.
- ¿Le hubiera gustado dirigir?
-Sí. Me ofrecieron trabajar en Banfield con los chicos, me hubiera gustado,
pero por mi problema de salud no pude. Durante 12 años dirigí equipos de baby
fútbol en el Country Club de Banfield. Me gusta trabajar con los pibes. Pasé
momentos muy lindos.
-¿Fue a ver fútbol en Suárez? ¿Qué le pareció?
-Me invitó mi amigo Coco Torres a ver la semifinal entre Peñarol y
Automoto. No se puede comparar con mi época. Hoy el estado físico tiene
muchísima preponderancia, se corre demasiado y se juega poco. No es fácil, hay
que trabajar mucho con los chicos. Me puse muy contento cuando me enteré que
Pedro Schroh se había hecho cargo de El Progreso, porque lo aprecio mucho. Le
deseo lo mejor y espero que le vaya muy bien.
-¿Le gustaría trabajar en la Liga?
-Mi intención era venir y poder trabajar en algún equipo, transmitir
lo que aprendí y la experiencia que viví en el fútbol profesional. Ya estoy mejor
de salud y pienso quedarme en la ciudad. Encontré mucha gente conocida que
viene a saludarme, me hacen sentir muy bien, así que estoy muy agradecido.
miércoles, 20 de enero de 2016
Mi felicidad
Por María Rosa
Silva Streitenberger

martes, 19 de enero de 2016
Una historia de amor en época de cosecha

La colonia vive el fervor previo de la
cosecha. Las familias se preparan para partir rumbo al campo a cegar trigo.
Algunas se irán muy pero muy lejos, como todos los años.
Los carros van y vienen, los caballos
relinchan inquietos y los perros ladran excitados por tanto alboroto. Mañana es
la jornada escogida por los padres de Ana para partir. Los acompañarán tíos,
primos, amigos, peones. Todos irán detrás de la cosecha, mudándose de chacra en
chacra, recorriendo varios partidos de la provincia.
Cinco meses es mucho tiempo, reflexiona
Ana. Intuye que la despedida será difícil, siempre lo es. Para algunos ya no
habrá reencuentro. Sobre todo para las personas mayores: fallecerán antes de
que la caravana emprenda su regreso.
Ensimismada en sus razonamientos, ayuda a
cargar los enseres domésticos en el carro. Lo hace sin decir palabra. A su
alrededor, sin embargo, todo es bullicio, fluyen las anécdotas de cosechas
pretéritas. La vorágine de la actividad absorbe mente y voluntad. Las horas
transcurren, se llevan el día.
En la noche, Ana apenas logra dormir. La
imagen de su vecino lo atormenta con su sonrisa y su mirada. Y una pregunta
late en su alma: ¿Qué sucederá mañana en el momento de la partida? Seguramente
nada. Bien sabe la respuesta.
La familia se levanta con el alba. Dispone
los carros y parten. Ana va con ellos. No dice nada. Sólo observa cómo se
desarrollan los hechos, es una actriz de reparto, nada más, una simple actriz
secundaria. ¿Para qué decir nada? Si la opinión de los hijos no cuenta. Es una
existencia práctica y realista la que llevan los colonos. Los sentimientos
pasan a segundo lugar, son para la intimidad, no se dan a conocer públicamente
ni se traducen en palabras, se asumen y punto. Nada de efusividades ni
expresiones de ternura. La lucha por la supervivencia está primero. Por eso,
inician la marcha en silencio. Nadie habla. Todos llevan el corazón
acongojado; pero nadie se atreve a decir palabra.
Ana ve como se alejan de la colonia y como
crece la distancia que lo separa de su amado. El pueblo se convierte en una
línea difusa en el horizonte y desaparece.
No piensa en el regreso. Cinco meses es
demasiado tiempo. Sabe que en la colonia los hijos se casan jóvenes y que la
mayoría de las veces, por tradición, los padres deciden con quién.
domingo, 17 de enero de 2016
La muerte de mi abuela
“Abuela vivía como le
enseñaron sus ancestros.
Vestida de negro;
rezando;
conservando costumbres
y tradiciones milenarias…”.
|
Abuela desayunó. Rezó su rosario, murmurando las plegarias en
susurros suaves y dulces. Con paso lento y cansino –tenía noventa años- caminó
hacia la ventana. Corrió la cortina y miró hacia la calle. Estaba desierta. El
sol apenas asomaba en el horizonte. La luz era un crisol de colores
eclosionando en la lejanía del campo.
Volvió a su silla. Abrió la Biblia , escrita en letra gótica, y leyó,
concentrada y con profunda fe. Transcurrieron los segundos, los minutos… Conversaba
con Dios, solía decir cuando leía la Biblia.
Estaba tan concentrada en ese menester que no veía ni oía
nada de lo que ocurría a su alrededor.
A las diez levantó la vista de las Sagradas Escrituras. Miró el
reloj. “Hora de tomar mate”, pensó fiel a su costumbre de todas las mañanas. Tenía
sus ritos que mantenía desde años tan remotos que ni ella recordaba cuando los
puso en vigencia.
Preparó el mate sin apenas hacer ruido. Ella y la casa eran
silencio. Un silencio opresivo e indescifrable. La gente –que habla y se mete a
opinar donde no debe- decía que vivía en el pasado, que estaba loca. Poco le
importaba a abuela lo que pensaran los demás. Ella vivía como le enseñaron sus
ancestros. Vestida de negro; rezando; conservando costumbres y tradiciones
milenarias… Mientras afuera los tiempos cambiaron y la modernidad trajo nuevas
vestimentas, costumbres y modas y nuevos inventos de los cuales desconocía la
mayoría, un poco por pereza y otro poco por desinterés.
Se sentó a tomar mate, cavilando recuerdos. Reflexionando. Sí,
pensó, reflexionar y pensar y recordar era todo lo que hacía desde hacía muchos
pero muchos años. Desde que su esposo murió, desde que sus hijos se casaron y
se fueron de casa, desde que la vida y la sociedad cambió, desde que,
lentamente, fue envejeciendo sin darse cuenta de que ya no tenía sueños ni
tampoco anhelos por cumplir. Se sentía satisfecha. Deseó ser esposa y madre.
Como manda Dios. Y cumplió. Lo demás son trivialidades, solía decir cuando sus
hijos, alguna vez la instaron, hace muchos años, a buscar un nuevo motivo para
seguir viviendo.
Con el compás de las horas preparó el almuerzo. Durmió una siesta. Repitió
el ritual de todos los días.
Llegó la noche. Cenó. Rezó. Y se fue a dormir. Como todos los días,
como siempre. Sin saber que ese había sido el último.
viernes, 15 de enero de 2016
Últimos detalles de la organización de la Strudelfest
Fuente: lanuevaradio.com.ar

En tal sentido el miércoles pasado se llevó a cabo una
reunión de trabajo en el Centro Cultural Santa María para avanzar en la
organización de lo que será el próximo 6 de marzo la 1° Fiesta del Strudel que
surgió por iniciativa de la comunidad.
Los organizadores tienen grandes expectativas por el evento
que convocará a visitantes de la región y de todo el país.
Será un día festivo para la comunidad, donde los visitantes
podrán conocer cómo se elaboran comidas típicas alemanas, degustarlas y además
disfrutar de espectáculos y danzas artísticas.
Participaron
de la reunión la Delegada Municipal de Pueblo Santa María Regina
Streitenberger, el Presidente del Instituto Cultural Alberto Guede, el
Secretario de Producción Juan Ignacio Fidelle junto a la coordinadora del área
de Turismo Romina Lezica, Daniel Minnig por La casa del Fundador, Rocío Reser
Técnica en Turismo, Javier Graff por Weimannhaus, Pedro Schwerdt por el Museo
Parque La Palmera, Stefania Bhon por Adultos Mayores, Carlos Roth y Claudio
Holzmann por el Club El Progreso, Patricia Meier Directora de la Escuela
Secundaria Nº 2, Luján Streitenberger Directora de la Escuela Parroquial Santa
Maria, Patricia Mellinger coordinadora del Centro Cultural Santa María y Oscar
Mellinger por FM Santa María.
jueves, 14 de enero de 2016
Así celebró Pueblo Santa María sus fiestas patronales en 1960
Fuente:
El Imparcial
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Fotografía gentilmente cedida por Oscar Ferreyra |
En la
ceremonia religiosa actuó el coro polifónico, bajo la dirección del Sr. Pedro
Maier, interpretando con justeza y buen gusto, partituras de música sacra.
Entre los que integraron el coro estaban María Grenz, Rosa S. de Reeb, Juana Schroh, Elsa y Brígida
Meier, Rosita Maier, Alicia Streitenberger, Olga Schoenfeld, María Maier, N.
Meier, Gualterio Meier, Alfredo Schroh, Nicolás Melchior, Juan y Agustín
Streitenberger, Rodolfo Maturini. Las diversas versiones fueron acompañadas de
pistón a cargo del Sr. Miguel Reser. En tanto que en la kermés desarrollada en
el salón parroquial actuó la orquesta típica formada por: Pedro Maier, Agustín
Meier, Rodolfo Maturini, Pedro Minig, Gregorio Streitenberger y Gaspar
Melchior.
Con un tiempo
inmejorable y en un ambiente de señalado fervor y entusiasmo, la vecindad de
Pueblo Santa María, con participación unánime celebró sus fiestas patronales
las que alcanzaron gran brillo, tanto en la parte religiosa como en el aspecto
social, dándose realización a todos los números señalados en el extenso
programa de actos organizados a tal efecto.
Actuó en la
ceremonia religiosa el coro polifónico, bajo la dirección del Sr. Pedro Maier,
interpretando con justeza y buen gusto, partituras de música sacra. Entre los
que integraron el coro pudimos advertir la presencia de María Grenz, Rosa S. de Reeb, Juana Schroh, Elsa y Brígida
Meier, Rosita Maier, Alicia Streitenberger, Olga Schoenfeld, María Maier, N.
Meier, Gualterio Meier, Alfredo Schroh, Nicolás Melchior, Juan y Agustín
Streitenberger, Rodolfo Maturini...
Las diversas
versiones fueron acompañadas de pistón a cargo del Sr. Miguel Reser. En la
realización de la kermés, que tuvo lugar en el inconcluso salón parroquial, y
que, a todas horas, contó con una numerosa concurrencia afluida desde las más
diversos puntos del partido, tuvo intervención en los actos, la banda Santa
María, conocida en nuestro medio y la orquesta típica formada por los
siguientes componentes: Pedro Maier, Agustín Meier, Rodolfo Maturini, Pedro
Minig, Gregorio Streitenberger y Gaspar Melchior. Se estima que la recaudación
obtenida compensa ampliamente los esfuerzos realizados para darle el éxito
esperado.
martes, 12 de enero de 2016
Historia de hijos de inmigrantes
Autor: Juan José
Sebreli
“El tiempo de una vida”

Eran una pareja
con módicas expectativas: mi madre acababa de obtener un puesto de maestra. Mi
padre, que trabajaba en una marmolería, había sido designado responsable del
local de ventas, apenas inaugurado. Instalados en la casa adjunta al negocio se
dedicaron a arreglarla pensando que sería una residencia duradera, dispuestos,
con conmovedora ingenuidad, a disfrutar de la sencillez y la calma, sin
advertir que estaban cultivando el jardín sobre pantano. Nada hacía sospechar
los peligros que los acechaban. No se preocupaban por la política pero la
política se preocupó de ellos. Dos meses antes de mi nacimiento todo se
derrumbaba: había estallado el golpe militar y la dictadura de Uriburu dejó
cesante a mi madre. Al mismo tiempo, la crisis obligó a cerrar el negocio que
atendía mi padre. De la noche a la mañana, ambos se quedaron sin trabajo y sin
casa, al borde de agregarse a la numerosa fila de los “sin techo”.
El paternalismo
que regía las relaciones laborales en algunas pequeñas empresas resolvió,
momentáneamente, el problema: el empleador de mi padre le permitió habitar en
un departamento de su propiedad, sin pagar el alquiler, a cambio de los
salarios adeudados. Ese arreglo circunstancial impidió que yo naciera en medio de la calle; nací pues, en una casa, a
medias prestada, de la calle Brasil.
El miedo al
descenso social, compartido por tantos inmigrantes o hijos de inmigrantes, era
la otra cara de la rápida movilidad ascendente de los años de prosperidad; el
pasado de pobreza del que se había logrado escapar amenazaba con retornar en un
futuro siempre incierto. La crisis del treinta fue superada y la situación de
mis padres mejoró a los pocos años pero, a pesar de no haber pasado nunca por
la miseria extrema, esos sinsabores les dejaron una sensación permanente de
inseguridad que me fue transmitida y todavía conservo, realimentada por otras
sucesivas crisis económicas que debí atravesar y por el desalentador ejemplo de
mis padres. Siento una profunda pena cuando pienso en ellos. Se sacrificaron
toda su vida, fueron cumplidores, respetuosos, humildes, pero no les sirvió de
nada y terminaron sin un centavo; sus magros ahorros habían sido devorados por
la inflación, las devaluaciones y otras estafas legales. Formaron parte de la
inmensa legión de víctimas anónimas de un sistema perverso que premia a la
especulación y castiga la honestidad y el trabajo.
lunes, 11 de enero de 2016
La calesita de la Plaza del Inmigrante volvió a entretener a los niños en la previa de la llegada de los Reyes Magos
Fuente: lanuevaradio.com.ar
Como tradicionalmente ocurre, los niños del Pueblo Santa María que aguardan la llegada de los Reyes de Belén disfrutan de la propuesta de la Delegación Municipal con pochoclos y dando vueltas en la calesita de la Plaza del Inmigrante.
Los Reyes Magos también llegaron a Pueblo Santa María
Fuente: lanuevaradio.com.ar

Alegría y emoción se pudo apreciar en las “caritas” de los niños mientras formaban las largas filas para esperar sus regalos.
Primero se llevó a cabo la representación del Pesebre, que fue organizado por un grupo de jóvenes e instituciones conjuntamente con la Delegación Municipal que conduce Regina Streitemberger.
Allí llegaron Melchor, Gaspar y Baltasar y los chicos felices esperando ansiosos el momento de recibir sus regalos.
Por otra parte, desde la organización se agradece especialmente a las autoridades municipales por permitir regalarles una alegría a los niños.
Como siempre destacamos un gran gesto de gente que piensa en los más chicos y organizan este tipo de eventos, que además se puede compartir en familia, por eso un grupo de jóvenes, acompañados desde la Delegación, hicieron posible cumplir con el sueño de los niños de ver la llegada
de los Reyes Magos.
domingo, 10 de enero de 2016
Un aporte invaluable a la historia de los alemanes del Volga
Por María Rosa Silva Streitenberger
viernes, 8 de enero de 2016
Entrevista al escritor Julio César Melchior: balance y proyectos para el 2016
Fuente: lanuevaradio.com.ar

El año 2015 fue realmente muy bueno para el ahora conocido
escritor de Pueblo Santa María. Brindó una serie de conferencias en distintos
lugares, entre ellos ámbitos académicos, donde fue particularmente escuchado
por sus libros “Historia de los Alemanes del Volga” y “Vida privada de la mujer
alemana del Volga”. Ambos libros han sido reeditados hacia la segunda mitad del
año pasado y se están vendiendo a muy buen ritmo. Mientras tanto es un éxito el
libro de gastronomía típica alemana.
Para este año prepara nuevas conferencias, un nuevo libro y
otras actividades. Aquí están los principales conceptos de una entrevista con
La Nueva Radio Suárez.
“El que terminó ha sido un muy buen año, tanto en lo personal
como en lo laboral, con los libros, más todas las exposiciones, conferencias,
presentación en la Feria del Libro. Fue un muy buen año”.
Sobre los libros reeditados dijo que se trató de la segunda
edición de “Historia de los alemanes…” y la tercera edición de “Vida Privada…”,
e indicó que “los dos marchan muy bien en las ventas. A ‘Vida privada…’ le sumé
investigaciones que fui logrando a medida que iba escribiendo los otros libros.
Ese libro fue publicado por primera vez hace cuatro o cinco años, y en este
tiempo fui sumando material, que iba como dejando de lado por si algún día si
reeditaba. Así fue el año pasado, por lo que antes de presentarlo en imprenta
le dediqué varios meses de trabajo para insertar el nuevo material en cuanto a
entrevistas y el aporte de otras bibliografías que he logrado reunir. La venta
de ambos va muy bien. En un primer momento, dado el tema que trata, uno siempre
tiene algo de temor, pero la verdad es que se lanzó una muy buena cantidad y
con muy buena repercusión también”.
En cuanto a las conferencias de este año adelantó que “existe
el 80% de posibilidad de presentarlo en la Universidad de La Plata, dentro del
marco de lo que es la cátedra libre sobre los alemanes del Volga. De manera que
me estoy preparando para esa fecha. Por otra parte, recién estamos empezando el
año y ya hay propuestas para algunas conferencias respecto a este tema”.
En cuanto al por qué de la repercusión de este libro,
explicó, entre otras cosas, que “de alguna manera pone en descubierto temas que
todas las culturas conversan en voz baja. Se da el caso que todas las culturas
y las clases sociales se sienten identificadas, sobre todo las mujeres, por la
temática que toca el libro. Este es un tema que atrae mucho, porque siempre hay
mucho tabú y cierto misterio alrededor de la vida privada. En las conferencias
si uno da lugar a las preguntas es increíble como también la gente empieza a
contar sus propias historias. Si bien la circunstancia cultural ha cambiado, y
el hecho social de todo lo que rodea a las diferentes vidas también, hay igual cierta
similitud con lo que cuenta el libro. Si bien las épocas son distintas,
obviamente igual hay cierta similitud. El machismo, que sigue siendo fuerte hoy
en día, el tema del sexo, los distintos tabúes, la presencia de la Iglesia que
era distinta a lo que es hoy en día. Lo que ahora se conoce como amor a Dios y
que antes era temor de Dios. Es decir, si bien son conferencias comúnmente
terminamos enriquecidos de ambas partes, porque la charla que se da
posteriormente es muy enriquecedora para todos”.
En cuanto a nuevas publicaciones para este año, Julio César
Melchior dijo que “en estos momentos estoy trabajando en una nueva publicación
que me está dando bastante trabajo, más de lo que pensaba. Desde hace unos años
estoy trabajando en recopilar canciones infantiles, adivinanzas, refranes. Son
canciones escritas en alemán que estoy traduciendo, buscando conservar el
dialecto, al pasarlas al alemán estándar o alto alemán. Lo que pasa que muchas
pierden el significado al hacer esta traducción. Por eso estoy tratando de
amalgamar las dos cosas, incluso escribiendo algunas palabras de manera
fonética. Estoy sumando también algunos refranes y canciones que sobreviven en
las Colonias. Estoy buscando que este libro sea accesible a todos. La idea es
que al leerlas en alemán y verlas traducidas sirva también como un repaso del
idioma, rescatar todas estas canciones infantiles antes que se olviden y se
terminen perdiendo del todo. También que sirvan para las escuelas, para que se
vuelvan a cantar”.
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