Rescata

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miércoles, 27 de marzo de 2019

Así se preparaban para la Pascua los alemanes del Volga


Estamos en tiempo de Cuaresma (que comienza el Miércoles de Ceniza y termina justo antes de la Misa de la Cena del Señor en la tarde del Jueves Santo), una época del año que para los alemanes del Volga es un período de recogimiento y fervor religioso de preparación para la fiesta de la Pascua, que antiguamente modificaba no solamente el desarrollo cotidiano de la vida privada de cada persona sino también la vida familiar y social, afectando hasta la rutina sexual de la pareja. Nada de fiestas, música o demostraciones de alegría. Sin embargo, no era un tiempo triste, sino más bien meditativo y recogido. Era, por excelencia, la época anual de conversión y penitencia.
Los colonos eran llamados a reforzar su fe mediante diversos actos de ayuno, penitencia y reflexión. Grandes y chicos se preparaban para evocar la Pasión, Muerte y Resurrección que se conmemora en la Pascua. En muchas colonias, este recogimiento y fervor todavía sobrevive en la actualidad. Es un sello distintivo de la profunda fe que profesaban nuestros ancestros y que nos legaron como signo de identidad. (Autor: Julio César Melchior)

Plegaria en memoria de nuestros ancestros

Elevo esta plegaria en memoria
de nuestros ancestros que un día,
de una aldea, de allende el Volga,
valientes se hicieron a la mar.

Elevo esta plegaria en memoria
de nuestros ancestros que un día
al puerto de Buenos Aires arribaron,
buscando en esta tierra la libertad.

Elevo esta plegaria en memoria
de nuestros ancestros que un día,
fundaron una nueva localidad
en la vastedad de la pampa solitaria.

Elevo esta plegaria en memoria
de nuestros ancestros que un día,
trabajaron esta bendita tierra,
sembrando sus sueños con el arado.

Elevo esta plegaria en memoria
de nuestros ancestros que un día,
transformaron este campo desolado
en un inmenso mar de trigales.

Elevo esta plegaria en memoria
de nuestros ancestros que un día,
juramentaron heredar en el tiempo
los valores culturales de su identidad.

Elevo esta plegaria en memoria
de nuestros ancestros que un día,
creyeron en un porvenir mejor,
ese que nosotros disfrutamos hoy.
                           (Autor: Julio César Melchior).

Requiem para mi padre que se ha ido

En esta mañana gris de otoño, sentado junto a la ventana, mientras tomo mate, rememoro a mi padre, que dedicó toda su existencia al trabajo, primero, para que no le faltara nada a sus padres, y después, para que su esposa y sus hijos pudieran tener una vida digna y acceso a la educación que él no pudo tener pero deseaba para sus descendientes. 
Lo recuerdo trabajando, siempre trabajando, en verano, con las gotas de sudor cayéndole de la frente, soportando el calor, y en invierno, temprano a la mañana, mientras la helada pintaba de blanco el campo y congelaba sus manos, sus pies y sus orejas, llenas de sabañones.
Lo pienso sentado junto a la cabecera de la mesa, presidiendo con su sabiduría los destinos de la familia, leyendo el periódico o los libros que me legó, cuando todavía era un niño y me hizo comprender que leer era mi futuro.
Lo veo hablando de su niñez, rememorando travesuras en una colonia más inocente y más ingenua, cuando hurtar una fruta en una huerta ajena era una falta grave, que se castigaba con una paliza o el sermón de un agente policial.
Lo siento cerca pese a que físicamente se marchó hace cinco meses a visitar a sus padres y a sus hermanos en el cielo. Sé que me protege como siempre lo hizo. Sé que va a cuidar de que nunca me falte nada. También sé que nunca lo voy a olvidar y que un día, de una tarde cualquiera, lo volveré a ver de nuevo. (Autor: Julio César Melchior).

martes, 19 de marzo de 2019

La ropa remendada y los sueños de don Pedro

Llevaba en el pantalón dos grandes parches de tela, uno en cada pierna. Dos remiendos casi tan largos como la prenda que vestía y que doña Elisa había cosido con suma paciencia y aplicación, aprovechando un retazo de tela de color muy semejante. Por lo que el pantalón era de un color indefinido a causa de los múltiples lavados al que había sido objeto y los parches se destacaban por su tono impoluto. 
Completaba su atuendo una camisa, también remendada aquí y allá, con algún parche de tela, recreando el mismo contraste entre colores avejentados por el uso y el color de la tela recién estrenada, como en el pantalón, y alpargatas agujereadas, en las que asomaban, curiosos, los dedos gordos del pie.
Era la vestimenta que don Pedro usaba para trabajar en el campo. Doña Elisa aprovechaba a lavarla los domingos, cuando su marido se cambiaba de ropa para asistir a misa. Durante esa jornada lucía un atuendo especialmente reservado para cumplir con los preceptos de adorar a Dios por la mañana, almorzar en familia durante el mediodía e ir de visita por las tardes, a visitar a sus suegros.
Don Pedro caminaba siguiendo la huella que el arado mancera, tirado por un caballo, abría en la tierra, en el potrero ubicado detrás de la vivienda, donde vivía junto con su esposa y sus nueve hijos. 
Iba pensativo. Reconcentrado. Pensando que ya habían transcurrido más de veinte años desde el día que llegaron al lugar y comenzaron a fabricar los adobes para levantar el humilde rancho en el que todavía vivían. Un rancho que iba a ser su vivienda temporaria y terminó siendo su hogar definitivo. El trabajo para roturar la tierra virgen había llevado más tiempo del esperado, las tres primeras cosechas resultaron un fracaso muy duro para sobrellevar y los hijos habían llegado demasiado rápido y en demasiada cantidad. 
También pensaba en sus padres y en sus hermanos, que permanecieron allá en el Volga, en la aldea, seguramente esperando una carta que nunca llegó, porque él no se atrevió a escribirles para contarles de su nostalgia, de su honda tristeza y de lo mal que lo pasó durante los primeros años. Incluso en la actualidad, siendo dueño de un pedazo de tierra, su situación no había cambiado demasiado. La última cosecha fracasó. La helada se la llevó. Y hacía meses que no llovía. La tierra, además de estar cada día más seca, se iba endureciendo como una piedra. Ya pronto sería inútil intentar arar. Sin arada no habría cosecha y sin cosecha, no habría futuro. Y don Pedro lo sabía.

¡Honor y gloria a nuestros abuelos!


Pantalón remendado. Alpargatas con agujeros. Sucio de tierra. El hombre va detrás del arado mancera. Es mi abuelo, tu abuelo, nuestro abuelo, el abuelo de todos los alemanes del Volga. Las manos llenas de callos. El rostro curtido. El cuerpo cansado. Pero la mirada es cristalina como el cielo azul en una tarde de verano. Sus ojos irradian esperanza. Transmiten sueños. Miran al futuro. Apuestan al progreso. Creen en el mañana. Tanto como él, que trabaja pensando en un mañana mejor, en ese mañana que, gracias a su sacrificio y entrega, sus descendientes hoy podemos disfrutar. Por eso: ¡Honor y gloria a nuestros abuelos! ¡Honor y gloria a nuestros ancestros!
Dedicado a todos los inmigrantes que arribaron al país a finales del siglo XIX buscando prosperidad personal y terminaron construyendo la Argentina moderna que habitamos.

Cinco libros que rescatan la historia de los alemanes del Volga


Saber de dónde venimos para saber quiénes somos. Conocer nuestras costumbres para entender el por qué somos como somos. Develar el misterio de la vida privada y social de nuestros abuelos y padres para definir nuestra identidad. Reconstruir nuestro pasado para proyectar el futuro sobre bases sólidas. Todas las respuestas en estos cinco libros: “La vida privada de la mujer alemana del Volga”, “Historia de los alemanes del Volga”, “La infancia de los alemanes del Volga”, “Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga”, “La gastronomía de los alemanes del Volga”. Los reciben en su domicilio en cualquier lugar del país. No se los pueden perder. Escribir a juliomelchior@hotmail.com.

Receta de Pirok

Preparación del relleno:
Cortar el repollo y la cebolla en juliana. En una olla colocar la materia grasa, calentar, agregar la cebolla y cuando tome color, agregar el repollo cortado, tapar y revolver cada tanto para que no se pegue. Cuando el repollo este casi a punto, agregar la carne y los condimentos, revolver bien para que la carne quede desmenuzada, cocinar unos 10 minutos.

Armado del Pirok:
Estirar la masa ya levada (al doble de su volumen) hasta un espesor de 3 a 4 mm, cortar en cuadrados de 10 cm de lado En cada cuadrado colocar una cucharada bien generosa de relleno, unir en la parte superior los cuatro vértices de la masa y cerrar apretando con los dedos las cuatro aberturas que así se forman y colocar cada pirok con las costuras hacia abajo en una asadera en mantecada o engrasada y dejar levar los pirok aproximadamente 25 a 30 minutos.
Precalentar el horno a muy caliente y cocinar cada asadera hasta que la masa quede doradita (10 a 15 minutos de acuerdo al horno).

Ingredientes
Carne Picada: 500 Grms.
Repollo: 1 ½ KG.
Grasa de Cerdo o Manteca: 2 Cucharadas.
Sal: 2 Cucharadas.
Pimienta: a Gusto.
Cebolla: 250 Gr. 
Masa de Pan Con Harina: 1 Kg.

Todas las recetas publicadas están en el libro “La gastronomía de los alemanes del Volga”, del escritor Julio César Melchior, que se puede adquirir escribiendo a juliomelchior@hotmail.com.

miércoles, 6 de marzo de 2019

Se agotó la tercera edición del libro “La vida privada de la mujer alemana del Volga” del escritor Julio Cesar Melchior


El autor consideró que “el que haya leído el libro se da cuenta que es sorprendente lo que han contado. Que hayan tenido la plena confianza de contar cosas muy personales, en otros momentos cosas muy íntimas, refiriéndose a temas sexuales, religiosos. No hay ningún tema que se haya abordado en el libro, ninguna de las mujeres se negó a tratar esos temas. Al contrario, todas las mujeres lo sintieron como una reivindicación”.

Muy contento, feliz en realidad por la repercusión que siguen teniendo sus libros. Así se encuentra Julio César Melchior, el escritor de pueblo Santa María. Se agotó la tercera edición de su libro “La vida privada…”, y proyecta, para más o menos mitad de este año, una nueva reedición. 
También hay otros dos libros que están a punto de agotarse, el que se refiere a la infancia, y el libro de Historia de los Alemanes del Volga. El escritor, agradece la gran repercusión que ha tenido el stand de sus libros y publicaciones, el fin de semana pasado, en la Strudel Fest.
“El año empezó muy bien, literariamente hablando, porque se agotó la tercera edición del libro de la vida privada de la mujer alemana del Volga, y también hay muy buenos pronósticos para que se agoten otras ediciones de otros dos libros, el de la infancia, y el que está ahí, que quedan muy pocos ejemplares, es La Historia de los alemanes del Volga”, expresó en el principio de la entrevista.
Además, de la posibilidad de reediciones de estos tres libros, anticipó que hay otros proyectos que tiene en gestación: “siempre hay otros proyectos dando vuelta, veremos cómo se presenta el año. No es un año sencillo económicamente hablando. Uno de los proyectos, quizás para fin de año, está relacionado con los alemanes del Volga, quizá sea para fin de año. Otro, por ahí, que está listo, es uno sobre poesía. Voy a volver a mis orígenes, que fue el primer libro que publiqué. Si todo marcha bien, en dos o tres meses este libro verá la luz”-.
Julio César cuenta que “en el último tiempo abrí una página especial en Instagram, dedicada a la poesía. Sentía necesidad de volver a escribirla y quería separar bien las cosas en lo que es mi trabajo literario con respecto a la investigación de los alemanes del Volga, y por el otro lado, mi faceta con la poesía”. Mucha repercusión tiene también en este espacio: “me sorprendió mucho la gente que me sigue. También que hay lectores de poesía de todas las edades. Mucha gente que cree que es de otra época y la verdad es que me siguen lectores de todas las edades.
He tenido muy buena repercusión, por lo que, a raíz de eso, es que me decidí a publicar un libro. Es más, mi hermana que atendió el stand que teníamos en la Strudel Fest, me contaba que muchos preguntaban que buscaban el libro de poesía”. 
Agradeció, a todos los que pasaron por el stand y compraron sus libros.
En cuanto a una nueva edición de La Vida Privada, dijo que “estamos trabajando en eso, para que haya una próxima. Si bien está muy difícil la situación económica, no obstante, estamos trabajando para una cuarta edición y yo supongo que en unos meses habrá una nueva. Supongo que primero saldrá el libro de poesía y un poco más adelante, saldrá la 4ta edición de este libro”.
“La vida privada…”, dice su escritor, “tiene, tuvo y seguirá teniendo muy buena repercusión”. 
Este libro fue el puntapié para que Julio César Melchior diera conferencias en universidades, en ámbitos académicos y frente a profesionales de diferentes áreas, desde historia, psicología, sociología, filosofía y otras. 
“A partir de ahí, es como que el libro tuvo un auge y una repercusión muy grande. Creo que se debe a dos factores, que se pueden resumir en uno. Primero que es el único libro que trata el tema dentro del contexto que es los alemanes del Volga. Es el único libro con esa temática y lo trata de manera objetiva, descarnada y real, sin suavizar nada. Y segundo, también interesa mucho, porque se puede hacer un paralelismo con otro tipo de culturas. Tomando la vida de la mujer alemana del Volga, se la puede transpolar a cualquier otra cultura, y en el fondo, el contexto social, económico, cultural, y hasta no hace muchos años, era donde tenían que desarrollar su vida. Si bien hay ciertas diferencias culturales, en el fondo, se puede hacer un paralelismo con otro tipo de culturas. Eso hace que el libro tenga mucha repercusión fuera de los alemanes del Volga”.
Además, la cuestión muy valiosa es que el libro es resultado de una investigación, de las entrevistas a la mujer alemana, algunas que llevaron varias horas, creando un vínculo de confianza, entre el investigador y la entrevistada. 
Julio cuenta que “El que haya leído el libro, se da cuenta que es sorprendente lo que han contado. Que hayan tenido la plena confianza de contar cosas muy personales, en otros momentos cosas muy íntimas, refiriéndose a temas sexuales, religiosos. No hay ningún tema que se haya abordado en el libro, ninguna de las mujeres se negó a tratar esos temas. Al contrario, todas las mujeres lo sintieron como una reivindicación. Lo que puedo ver a la distancia, es que tuve la objetividad de ver el tema desde afuera, no involucrarme en el momento de escribirlo. Pude ver las historias de las mujeres de manera objetivo, sin involucrarme emocionalmente para presentarlas como heroínas. 
Presenté crudamente la realidad, todo lo que tuvieron que pasar, todo lo que vivieron. Si bien fueron heroínas, trato en el libro de reflejar la cruda realidad que tuvieron que soportar”.
Quien quiera conseguir ahora un ejemplar de “La vida privada…”, no hay más. Se agotó la tercera edición. Habrá que esperar por la cuarta edición, que ojalá salga a la luz, hacia mitad de este año.

Imponente suceso alcanzó la IV edición de la Strudelfest en pueblo Santa María

 Fue un magnífico corolario de un intenso año de actividades llevadas a cabo por las instituciones, autoridades y toda la comunidad, y nuevamente quedó de manifiesto lo que es capaz de lograr la unión de un pueblo, el trabajo de su gente, el esfuerzo, la voluntad y el coraje para enfrentar y vencer grandes desafíos. Pueblo Santa María volvió a demostrar que trabajando todos unidos se pueden lograr grandes cosas. Felicitaciones a todos los que hicieron posible esta gran y exitosa fiesta popular, donde todos y cada uno de los eventos se desarrollaron de manera gratuita. 
Hilando Recuerdos estuvo presente con su propio stand difundiendo la cultura de los alemanes del Volga mediante los libros publicados por el escritor Julio César Melchior. Muchas gracias a la gran cantidad de personas que pasaron por el stand y adquirieron las obras literarias.

Típica relación de madre e hija en una colonia alemana del Volga


Un sábado a la tarde, doña Ester y su hija terminaron de bañar a los cinco niños, después de que se bañaron los hombre de la casa, el marido de doña Elvira y sus tres hijos mayores, que ya trabajaban en el campo y que, ni bien terminaron de vestirse, enfilaron hacia la calle, uno a visitar a su novia y los otros dos, rumbo al bar a beber el clásico vermut con los amigos y a jugar a los naipes.
El marido, don Fermín, se dirigió a la cocina, encendió la radio para escuchar el noticioso mientras, relajado, tras una larga semana de trabajo, tomó unos mates en silencio. Doña Ester y su hija, que se llamaba Mercedes, empezaron a recorrer las habitaciones recogiendo ropa sucia. Al pasar por la cocina con los bultos, don Fermín les convidaba un mate, alardeando de su sapiencia como cebador. Doña Ester lo miró fijo pero no dijo nada. Para qué? Nada cambiaría. La vida era así y seguiría siendo así por toda la eternidad.
Ya en la patio, se dispusieron a lavar en enormes fuentones de chapa. Soplaba una brisa fresca.
Mercedes había cumplido dieciséis años y si bien ella no lo advertía, sus padres ya la habían reservado como garantía de su vejez. Le dejarían en herencia la casa como premio al sacrificio. Ella no tendría derecho a tener novio, tampoco a casarse, ni a tener hijos. Apenas sí el permiso de tener una o dos amigas que, andando el tiempo, formarían sus propios hogares y la dejarían sola en su vejez. (Autor: Julio César Melchior)