Rescata

WhatsApp: 011-2297 7044. Correo electrónico historiadorjuliomelchior@gmail.com

martes, 31 de marzo de 2020

Se acuerdan de las bromas del primero de abril?: una antigua tradición de los alemanes del Volga

El primer de abril era una jornada en que cada habitante de la colonia, tanto niño como adulto, tenía que cuidarse de las pesadas bromas de las que podía ser objeto, bajo el argumento de que “Am ersten April schicken wir die Narren dorthin, wo wir wollen”, lo que en español significa “el primero de abril mandamos a los tontos donde queremos”.
Generalmente las bromas solían ser muy ingeniosas y sumamente pesadas. Se sabe de personas que enviaron a un amigo a otra localidad, distante quince kilómetros, a buscar una pieza de arado en un negocio inexistente.
La frase “Am ersten April schicken wir die Narren dorthin, wo wir wollen” se arrojaba al rostro del pobre burlado en momentos de descubrir éste la broma e ir en busca de una explicación.
Esta tradición, que en algunas colonias, y en el círculo de algunas familias todavía se mantiene viva, tiene un origen muy antiguo, tanto que sus raíces se pierden en el tiempo, lo que da lugar a varias especulaciones, todas ellas fechadas varios siglos antes de la partida de nuestros ancestros de su patria natal. (Autor: Julio César Melchior).

domingo, 29 de marzo de 2020

La abuela nos canta su Tros, Tros, Trillie

La abuela está presente en mi memoria de niño feliz. Su rostro surcado de arrugas son pliegues de ternura; sus ojos celestes: cielo de afecto y estrellas de besos; sus manos callosas: cuna de afecto en las que me arrullaba cantando “Tros-Tros-Trillie”. Su regazo: consuelo de mis primeras lágrimas, amparo de mis primeros desencantos. Su alma de infinito amor: lo comprendía todo y lo sabía todo.
La abuela está presente en mi memoria de niño feliz. Su casa con cocina a leña, una mesa de madera grande, un banco contra la pared, con aromas a Krepel, Dünne Kuche, Sauerkraut: aromas que perduran en mi mente.  Los Wicknudel, los Klees, el Kalach, y mil delicias más que preparaba para los almuerzos y las cenas, para esas comidas de domingo en las que mimaba a sus nietos mientras reía y cantaba: “Wen ich komm,wen ich  wider wider komm”, radiante de poseer una familia grande y orgullosa de que todos sus descendientes la amaran.
La abuela está presente en mi memoria de niño feliz. Es un ángel que me cuida; un hada madrina que me concede todos los deseos; una estrella que me guía y protege en la vida. Es, fue y será, la persona que me enseñó a ser quién soy y a saber a dónde voy. Es quién me inculcó el valor de ser descendiente de alemán del Volga y sentirme orgulloso de serlo.

 Tros tros trillie, es la canción que nos cantaban nuestras abuelas en la niñez y es quizás, la más popular de todo el repertorio musical que nos legaron nuestros ancestros. La versión que publicamos, fue tomada del libro “La infancia de los alemanes del Volga”, del escritor Julio César Melchior, recientemente publicado, dónde se podrán encontrar varias versiones más, rescatadas y reconstruidas para que no se pierdan en el olvido.

Tros, tros, Trillie

Tros, tros, Trillie,
der Bauer hat ein Fihllien,
des Fihllien kandt net laufen (1 ),
des Fihllien muss mer tragen,
pum, pum,
leits in grobe.

Arre, arre, caballito

Arre, arre, caballito,
el campesino tiene un potrillito,
el potrillito no puede caminar,
el potrillito tiene que ser cargado,
pum, pum,
cae en la zanja.

(1) Las traducciones se mantienen fieles a la lengua que utilizan en su habla cotidiana los descendientes de alemanes del Volga.

lunes, 16 de marzo de 2020

¡Loados sean nuestros ancestros!

Llovía. Las calles de la colonia eran un fangal. Los carros se desplazaban arrastrados por los caballos como si fueran de plomo, el barro los detenía a cada paso. Los hombres, sentados en el pescante, con las riendas sujetas en las manos congeladas, titiritaban de frío. Era invierno. Anochecía. Los colonos regresaban a sus hogares. No era tarea sencilla labrar la tierra virgen y fundar un pueblo. Era necesario saber de todo. Y todo escaseaba. Era una vida dura y difícil; pero no por ello dejaba de ser una vida feliz.
Los colonos trabajaban cantando… Se enfrentaban a los problemas rezando… Siempre lograban salir adelante. Pese a todo y contra todo. Nunca bajaban los brazos ni se daban por derrotados. Sembraban y el trigo nacía. Edificaban y las viviendas se levantaban por doquiera. Se formaban nuevas parejas; nacías nuevos hijos; el pueblo crecía; y el campo florecía dando frutos. Nada les resultaba imposible. Absolutamente nada.
Hoy, sus descendientes, sabemos que tuvieron razón en no claudicar, en no darse por vencidos. Las tres colonias, Pueblo Santa Trinidad, San José y Santa María, así lo demuestran. Las tres comunidades son su legado más grande y hermoso. ¡Loados sean nuestros ancestros! Autor: Julio César Melchior.

sábado, 14 de marzo de 2020

La ropa remendada y los sueños perdidos de don Pedro

Llevaba en el pantalón dos grandes parches de tela, uno en cada pierna. Dos remiendos casi tan largos como la prenda que vestía y que doña Elisa había cosido con suma paciencia y aplicación, aprovechando un retazo de tela de color muy semejante. Por lo que el pantalón era de un color indefinido a causa de los múltiples lavados al que había sido objeto y los parches se destacaban por su tono impoluto.
Completaba su atuendo una camisa, también remendada aquí y allá, con algún parche de tela, recreando el mismo contraste entre colores avejentados por el uso y el color de la tela recién estrenada, como en el pantalón, y alpargatas agujereadas, en las que asomaban, curiosos, los dedos gordos del pie.
Era la vestimenta que don Pedro usaba para trabajar en el campo. Doña Elisa aprovechaba a lavarla los domingos, cuando su marido se cambiaba de ropa para asistir a misa. Durante esa jornada lucía un atuendo especialmente reservado para cumplir con los preceptos de adorar a Dios por la mañana, almorzar en familia durante el mediodía e ir de visita por las tardes, a visitar a sus suegros.
Don Pedro caminaba siguiendo la huella que el arado mancera, tirado por un caballo, abría en la tierra, en el potrero ubicado detrás de la vivienda, donde vivía junto con su esposa y sus nueve hijos.
Iba pensativo. Reconcentrado. Pensando que ya habían transcurrido más de veinte años desde el día que llegaron al lugar y comenzaron a fabricar los adobes para levantar el humilde rancho en el que todavía vivían. Un rancho que iba a ser su vivienda temporaria y terminó siendo su hogar definitivo. El trabajo para roturar la tierra virgen había llevado más tiempo del esperado, las tres primeras cosechas resultaron un fracaso muy duro para sobrellevar y los hijos habían llegado demasiado rápido y en demasiada cantidad.
También pensaba en sus padres y en sus hermanos, que permanecieron allá en el Volga, en la aldea, seguramente esperando una carta que nunca llegó, porque él no se atrevió a escribirles para contarles de su nostalgia, de su honda tristeza y de lo mal que lo pasó durante los primeros años. Incluso en la actualidad, siendo dueño de un pedazo de tierra, su situación no había cambiado demasiado. La última cosecha fracasó. La helada se la llevó. Y hacía meses que no llovía. La tierra, además de estar cada día más seca, se iba endureciendo como una piedra. Ya pronto sería inútil intentar arar. Sin arada no habría cosecha y sin cosecha, no habría futuro. Y don Pedro lo sabía. Autor: Julio César Melchior.

¿Qué comidas recuerdan de la infancia?

Maultasche, Wickel Nudel, Kleis, Füllsen, Strudel, Kreppel… y mil delicias más. Sabrosas comidas que se cocinaban en la cocina a leña. Ricos platos que preparaban nuestras madres o abuelas y que hoy todos conservamos en nuestra memoria o podemos recuperar, gracias al libro “La gastronomía de los alemanes del Volga”, que rescata para siempre más de ciento cincuenta recetas tradicionales de nuestros antepasados. Lo pueden adquirir desde cualquier lugar del país de forma muy sencilla. ¡No se lo pierdan! Para más datos de cómo adquirirlo escribir al siguiente correo electrónico: juliomelchior@hotmail.com.

Mi bisabuelo un día llegó a su nueva tierra

Descendió del tren en la estación de Coronel Suárez, donde lo esperaba un familiar. Mi bisabuelo y sus hijos ayudaron a descender y volver a cargar, ahora en carro tirado por dos caballos, los baúles. Cuando terminaron con la tarea y de saludarse efusivamente con el conductor, ascendieron y se sentaron dónde y cómo pudieron.
Emprendieron la marcha conversando animadamente. Mi bisabuelo contando novedades de la aldea que había dejado atrás para siempre y el auriga refiriendo los avances que estaban obteniendo los colonos en el sitio elegido para levantar un nuevo pueblo. El primero hablaba con palabras impregnadas de llanto y el segundo, con una voz que desbordaba entusiasmo.
Recorrieron un sendero apenas marcado por las huellas de las ruedas de los carros de las personas que se animaban a transitar por esos caminos olvidados, después de que un grupo de colonos se animaran, a fundar un pueblo, no lejos de allí, en el medio de la nada, entre malezas, alimañas y el rumor de aborígenes rondando en el horizonte, tal vez esperando la oscuridad de la noche y la profundidad de la madrugada para atacar y asesinar a todos.
Mi bisabuelo oteó lejos y por fin descubrió un caserío. Unas pocas viviendas de adobe, una enorme cruz de madera, aguardando ser reemplazada por una iglesia, un pequeño cementerio y parcelas de terreno con flores, huertas y trigo.
Había llegado a Kamenka, futura Colonia Tres, futuro Pueblo Santa María. Autor: Julio César Melchior.

viernes, 13 de marzo de 2020

Se agotaron los libros del escritor Julio César Melchior en la reciente Strudelfest

Se agotaron dos de los libros del escritor de Pueblo Santa María. El de gastronomía alemana, y el de historia de los alemanes del Volga.

Consultado, Julio César Melchior se refirió a esto que es una verdadera alegría.
“Nos fue muy, muy bien. Más allá de todas las expectativas que teníamos y lo que habíamos planeado. Nos fue espectacularmente bien. Así que estoy muy contento y dispuesto a seguir trabajando, como siempre. Porque esto renueva energías, recarga baterías y te alienta a seguir trabajando. También es la cosecha de tantos años de trabajo”.
Cuenta que el libro sobre gastronomía alemana, “está prácticamente agotado”, es decir, quedan muy poquitos ejemplares. Y el de Historia…, “estamos en cero, se agotó totalmente. El libro ‘Vida privada de la mujer alemana del Volga’ también está muy cerca de agotarse. Y quedan muy pocos ejemplares de ‘La infancia de los alemanes del Volga’”.
Agrega el autor de este fructífero trabajo literario que “nos fue muy bien. Aparte, veníamos de un proceso este último año, pese a toda la situación económica difícil, en cuanto a la venta de libros y repercusión de los trabajos, muy, muy bueno. Esta última edición de la Strudel Fest es como que ratificó todo lo que veníamos haciendo y logrando a lo largo del año. Terminó por cerrarlo y por agotar los libros que aún nos quedaban”.
¿Quiénes comparan sus libros? ¿Por qué los compran? Estas preguntas no son al azar, sino que sirven para graficar un éxito creciente del escritor de Santa María.
“Si bien, por lógicas razones, son muchos los descendientes de alemanes del Volga que adquieren los libros, sobre todo, personas mayores que buscan reencontrarse con sus raíces, con cosas que alguna vez vivieron, también los muy jóvenes que buscan conocer su historia. Pero, en estos últimos años, también me ha pasado mucho que los libros son adquiridos por personas que no tienen absolutamente nada ver con la historia y la cultura de los alemanes del Volga. Los buscan por una cuestión histórica, literaria, académica, porque les interesa el tema; para las tesis de las universidades. Y el de gastronomía lo adquieren chicos de todo el país que están estudiando Chef. Los libros, todos, trascendieron lo que tiene que ver con los alemanes del Volga. Eso hace que, año a año, la repercusión crezca y se vendan cada vez más rápido” expresó Julio Cesar Melchior.
Y por supuesto, ya está pensando en nuevas reediciones, en virtud del gran interés que despiertan y lo valioso que son estos libros para recuperar la historia, tradiciones y cultura de los alemanes del Volga.

miércoles, 11 de marzo de 2020

Infinitas gracias a todos por el enorme éxito que cosecharon mis libros durante la Strudelfest

Infinitas gracias a todos por el enorme éxito que cosecharon mis libros durante la Strudelfest felicitaciones a las instituciones que organizaron el evento, que resultó un suceso multitudinario. Todos juntos trabajando para mantener viva nuestra identidad cultural e histórica.

Gracias a todos los que se acercaron al stand a adquirir mis obras y sumarse al proyecto cultural de mantener viva la memoria de nuestros antepasados. Fue un éxito tan espectacular, que no solamente nos sorprendió y alegró profundamente, sino que también se agotaron varios de mis libros. Un momento de felicidad más, en este recorrido que ya lleva veintiséis años de trabajo ininterrumpido dedicados a rescatar, revalorizar y difundir la historia y cultura de nuestros ancestros.
Nuevamente gracias! Infinitas gracias por tanto éxito y tanto afecto que me vienen brindando a lo largo de todos estos años de labor.

viernes, 6 de marzo de 2020

Durante la 5ta. Strudelfest vamos a estar sorteando cuatro libros sobre los alemanes del Volga

Durante la 5ta. Strudelfest vamos a estar sorteando cuatro libros sobre los alemanes del Volga en mi stand. Del sorteo podrán participar todos los lectores que adquieran algún ejemplar de mis libros. Los esperamos!!! No se pierdan esta oportunidad!!!

Sortearemos los siguientes premios:
Primer premio: " Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga " y "Letanías post mórtem".
Segundo premio: "La infancia de los alemanes del Volga" y "Letanías post mórtem".
No dejen de visitarnos y participar de estos premios.
Los libros que vamos a tener a la venta son: "La vida privada de la mujer alemana del Volga", "La gastronomía de los alemanes del Volga", "Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga", " La infancia de los alemanes del Volga", "Historia de los alemanes del Volga", "Letanías post mórtem".
No se pierdan esta extraordinaria fiesta tradicional de los alemanes del Volga, que se llevará a cabo durante este fin de semana en Pueblo Santa María, Partido de Coronel Suárez, Provincia de Buenos Aires, y en la que se desarrollarán multitudinarios eventos culturales, musicales y sociales, con la elaboración del Strudel gigante y la presentación de números musicales de renombre nacional.

Recuerdos que nunca debemos olvidar

Las mesas largas con sus sillas de madera, las cocinas a leña, el sabor y el aroma de las comidas tradicionales, el amor de mamá y papá cuidándonos en las largas noches de invierno, cuando nos enfermábamos, la abuela cantándonos el “Tros tros, Trillie” y el abuelo tocando la acordeón… Los casamientos de antaño, que se prolongaban durante casi una semana, la misa de los domingos, los almuerzos interminables… Y el recuerdo de los que ya murieron pero nunca se fueron de nuestro corazón… Todo eso y mucho más, en el libro “Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga” y "La infancia de los alemanes del Volga", que se pueden adquirir desde cualquier lugar del país.