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miércoles, 20 de enero de 2021

Nuestros abuelos sabían que los sueños siempre se concretan

De la lucha, a veces diaria, cotidiana y silenciosa, la mayoría de las veces llena de sacrificio, de esfuerzo y mucho trabajo, depende no sólo la satisfacción personal del deber cumplido sino la alegría y felicidad de todos aquellos que confían en nosotros. Por eso es importante saber, comprender y entender que no hay que defraudar a todos aquellos que confían en nosotros. Y lo más importante: jamás debemos defraudarnos a nosotros mismos.
Nuestros abuelos sabían que los sueños y proyectos siempre se concretan, que no existe obstáculo alguno que pueda impedir su realización, que el hombre junto a su familia y a sus hijos, es capaz de realizar cualquier sueño que sueña, solamente tiene que tomar la decisión de transformarlo en proyecto y luego tener la voluntad suficiente para trabajar sin pausa y denodadamente para concretarlo.
Por eso nuestros ancestros fueron capaces, en base a grandes y fundamentales decisiones, de llevar a cabo proyectos que hoy nos parecen casi imposibles de realizar. Partieron de Alemania rumbo a orillas del río Volga, para conquistar una estepa desolada y devastada donde sólo reinaba la tierra virgen, la nieve y la soledad. Allí fundaron decenas y decenas de aldeas. Lucharon no solamente contra el clima sino también contra la mezquindad del gobierno ruso que muchas veces les negaba cualquier tipo de colaboración. Y como si todo esto no fuera poco, durante los primeros años tuvieron que soportar el asedio de tribus nómades que atacaban por sorpresa, destruían, tomaban prisioneros y hasta asesinaban sin piedad.
Transcurridos los años y habiendo logrado transformar la desolada estepa rusa en un mar de trigales, un enorme espacio productivo y generoso, nuevamente tuvieron que lanzarse al camino para comenzar una nueva vida. Soñar otros sueños, proyectar otros proyectos y pensar en un futuro mejor para ellos y sus descendientes. Así es como comienzan su peregrinar rumbo a América, algunos de ellos a Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina. Otra vez creyeron en sí mismos, levantaron pueblos, colonias y aldeas. Araron la tierra. La sembraron con el sudor de sus frentes. Y con los años estas tierras vírgenes también se transformaron en productivas, donde el trigo abastecía generosamente a amplias y grandes regiones y aportaba riqueza a las jóvenes naciones americanas.
Todos los detalles de esa epopeya gigante que acaeció a lo largo de muchos años y varias generaciones, merecía ser rescatada, revalorizada y difundida. Por eso durante largos años y largas jornadas y noches de trabajo fui reconstruyendo todo ese itinerario, abarcando no solamente lo visible, sino también la cotidianidad, lo que muchas veces no es tan elocuente a la mirada de las generaciones presentes. Me aboqué a darle nuevamente vida a la epopeya emigratoria, a la vida de nuestros abuelos, a las costumbres, a las tradiciones, rescatando y revalorizando el papel trascendente y fundamental que tuvieron las mujeres en toda esta historia, también rescaté y visibilicé la infancia, la forma de vida, la forma de ser, la identidad, la gastronomía, en suma la identidad toda del pueblo de los alemanes del Volga.
Los libros que visibilizan, rescatan, revalorizan la historia de nuestros ancestros son: “Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga”, “La vida privada de la mujer alemana del Volga”, “La infancia de los alemanes del Volga” y “La gastronomía de los alemanes del Volga”.

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