Rescata

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domingo, 31 de enero de 2016

Para los alemanes del Volga, la familia siempre estaba primero

El devenir cotidiano de cada integrante que componía el núcleo familiar de una típica familia que habitaba los pueblos alemanes en épocas pretéritas, se desarrollaba teniendo como premisa el sentido de comunidad, solidaridad y el bien común por sobre el individualismo personal. La unidad entre todos los miembros debía prevalecer por sobre cualquier deseo, capricho u opinión personal. La familia estaba primero. El bienestar, crecimiento y progreso de cada uno de sus integrantes se relegaba a favor del bienestar, crecimiento y progreso como grupo familiar. La argamasa de esta férrea unidad social, se completaba con el afecto. Asimismo, la familia no solamente estaba compuesta por mamá, papá y los hijos, sino también por los abuelos, tíos, yernos, nueras, etc.: un mundo de gente conviviendo en un mismo hogar, emparentados por lazos de sangre. Conservando y transmitiendo valores ancestrales. 

viernes, 29 de enero de 2016

Hoy superamos las 636.000 mil visitas!!!

Sí, 636.000 visitas!!! Juntos lo hicimos posible. Todo un récord para una página dedicada exclusivamente a rescatar y revalorizar la historia, cultura, tradiciones y costumbres de los alemanes del Volga. Muchas gracias por valorar mi trabajo literario, de investigación y mi esfuerzo diario. Y los invito a continuar visitando mi blog y leer todo lo nuevo que voy a ir publicando y lo que ya está redactado y perdurará en la memoria de nuestro pueblo.

Alicia Tittler y Juan Graff, Reyes de la Comparsa de los Adultos Mayores


Imelda Melchior y Rubén Garay, Reina y Rey de los Adultos Mayores.

Lucirá la corona de Reina de los Adultos Mayores Imelda Melchior y la de Rey Rubén Garay. Y resultó electa Reina de la Comparsa Alicia Tittler y Rey Juan Graff.
Fue electa Miss Simpatía Rosa Andrada y Miss Elegancia María Montes de Oca.
Fueron Herminda Grunewald y José Luis Mónico quienes fueron electos el año pasado como Reina y Rey de la Comparsa y los que entregaron los atributos a los nuevos elegidos.
Recibieron regalos que aportaron diferentes comercios de la ciudad, que apoyan la actividad, los soberanos consagrados en la mañana del jueves pasado.
Nuevamente un ejemplo de vida, de disfrute y de compartir con alegría entre pares nos han dado los adultos mayores en esta oportunidad.
Un clima alegre, contagioso y de gran espíritu nuevamente como cada año se puso de manifiesto, en este caso en el Complejo Polideportivo del Club A. Boca Juniors, quien en sus confortables instalaciones aporta la infraestructura apropiada para las actividades que prepara el Consejo de Adultos Mayores de la Municipalidad.

Imelda Melchior, fue elegida Reina de los Adultos Mayores (Imelda también es conocida como la Reina del Fülsen)


Participé de todas las actividades. Se la conoce también como “la Reina del Fülsen”.

“Vengo a la colonia desde que se inició, cuando hacíamos actividades en el Aero, participo en todas las propuestas. Juego al vóley, al tejo, no soy buena jugadora, pero disfruto de todo esto. Nunca jugué al vóley, no sabía ni agarrar la pelota”, dijo Imelda Melchior, electa Reina de los Adultos Mayores.
Dijo que no se esperaba salir elegida, “fui hace unos años atrás Miss Simpatía de la Comparsa. Participo desde el momento que se inició y la verdad es que la pasamos re lindo”.
Imelda es conocida porque tiene una mano increíble para una de las delicias de la gastronomía alemana: el Fülsen. 
Sobre el secreto para hacer un buen Fülsen, dice que “no es ninguno. Trabajarlo con amor, ponerle ganas y todo lo que hay que ponerle”, que debe leerse que no hay que mezquinarle ninguno de los ingredientes.
“Hay que ponerle todo, que no le falta nada”. Imelda cocina cantidades industriales de Fülsen: “para las instituciones, para los clubes, para quienes me piden colaboración como el Taller Protegido de Santa María, y también para dos o tres cenas para colaborar. Siempre estoy dispuesta y me gusta elaborar esta comida que la gente aprecia tanto”.

jueves, 28 de enero de 2016

Ana Fritz, una abuela de noventa y dos años, que comparte sus recuerdos


Ana Fritz es una abuela de noventa y dos años. Vivió mucho, “demasiado” -asevera. Y sabe mucho de ese ayer del cual le tocó formar parte. Una época en que las mujeres no la tenían nada fácil, según ella.

“Mi padre era el jefe y el sostén de la familia, con esposa e hijos que le debíamos rendir respeto y sumisión” –revela sin tapujos ni medias tintas. “Era la autoridad por cuyas manos pasaban todas las decisiones, desde las más importantes hasta las más nimias. Él decidía qué se comía, quién se educaba, quién heredaba, cuál de las hijas iba a tener que ser monja y cuál de los hijos debía ser sacerdote. También decidía arbitrariamente cuál de todas sus hijas se casaba y cuál de todas ellas se iba a tener que quedar en la casa a cuidar de sus padres cuando fueran ancianos” –afirma.
“De más está agregar” –acota- “que ninguna de las hijas mujeres tuvo la posibilidad de estudiar ni formarse en ninguna tarea laboral salvo las labores propias de su género” –cuenta.
“Mi padre se sentía con derecho a decidir absolutamente todo” –enfatiza.
“Pienso en mi pobre madre y me dan ganas de llorar. Siempre tan sumisa. Siempre con miedo. Igual que todos nosotros. Le teníamos terror a mi padre. Fue muy duro” –dice casi llorando.
Ana Fritz narra su pasado, su niñez, su infancia con dolor. Remarca lo que sufrió. Relata que no tuvo tiempo para jugar. “El trabajo siempre estaba primero” –sentencia.
“Yo no me casé. Yo fui la elegida: yo me tuve que quedar en casa para cuidar de mis padres y velar por ellos. Y cuando murieron ya era demasiado tarde para todo. Hasta para ser feliz” –concluye.

martes, 26 de enero de 2016

La dura tarea de cosechar maíz a mano

La época de la cosecha de maíz en los pueblos alemanes representaba un tiempo de desarraigo, de adioses que se prolongaban durante meses. Familias enteras partían en contingentes de carros recorriendo casi toda la provincia de Buenos Aires y parte de las provincias de Santa Fe y Córdoba. Cada uno llevaba ropa, utensilios de cocina y cobijas. La recolección de este grano ocupaba a hombres, mujeres y niños. Es lógico deducir que en el camino nacían nuevos hijos y fallecía algún integrante del numeroso grupo.
 Los cosecheros vivían a la intemperie, guarecidos bajo los carros y “carpas” construidas con chapas, bolsas, cañas de las plantas de maíz o lo que se tuviera a mano. Soportando las largas noches. Los eternos días de lluvia. El frío. Las interminables jornadas laborales que se extendían de sol a sol, desde el mes de abril hasta agosto. Las heladas congelaban todo durante la madrugada. Las manos de los juntadores terminaban tan lastimadas que muchas veces sangraban. Pero el trabajo debía hacerse. Cuánto más se juntaba más se ganaba. Y no se iba tan lejos para perder el tiempo.
¡Honor y gloria a nuestros antepasados! ¡Homenaje eterno a su memoria!

lunes, 25 de enero de 2016

Nosotros horneamos los sábados (Anécdota de antaño)

Por Jorge Heffel

Una imagen tradicional de los pueblos alemanes:
horneando delicias típicas en el famoso horno de barro.
Recuerdo cuando era chico que los sábados por la mañana se convertían en un placer, lleno de olores y sabores, en la casa de mi abuela materna, doña Amalia Wagner de Schanzenbach, quién junto a sus hijas se disponía a preparar diversas exquisiteces para toda la semana.
Primero les describo el lugar: una cocina típica de los volguenses, era una cocina sencilla pero con todo lo necesario para las funciones que debía  cumplir. Una “Blit”, esa cocinita construida en ladrillos y una tapa de acero con las hornallas  de varios tamaños y alimentados a leña, donde el crujir del “Holz” (leña) y el fuego hacían de las suyas. Un Schrank de material, sí de ladrillos y estantes de madera con una cortina que lo cubría, que contenía todo los necesario. Una mesa larga, sillas y la famosa “Bank” (banco) contra la pared. Algunos sillones y no hacía falta más mobiliario.
Pero bueno, los sábados a la mañana el ritual era la de amasar para toda la semana, así que bien temprano empezaban con las tareas de preparar la masa y las demás cosas para elaborar los ricos Kalatch, los Rübbelkuchen, los Kaletchen, y otras tortas según la estación .
La masa no se preparaba en una fuente o en un tupper como hoy lo hacemos los que todavía conservamos esas costumbres, sino que se preparaban en el “Trouk”, una batea de madera en el que se amasaba la masa de levadura, base para todas las preparaciones.
Y así, con mucho esmero y dedicación salían todos los panificados, primero los Kalach (panes redondos y gordos), los Rübblekuchen, los Kaletschen (versiones reducidas de los Rübblekuchen) los Äppfelkuchen (tortas de manzanas) y otras variedades de cosas ricas, como las tortas de ciruelas, los Hochtzeits Kaletchen (unos bollitos de pasas) etc. etc. Etc.
Todo culminaba con un rico “Broute in Oben” (asado al horno) o los clásicos Pirok… para el almuerzo en familia.
Y ahora viene lo mejor y más divertido si de mi infancia se trata.
Los más chicos a la tarde salíamos a repartir (aus thale)  porciones de dichas tortas a los tíos y tías y familias amigas, esto por supuesto significaba lindas propinas sábado a sábado.
Una historia vivida, una historia de mi  niñez en la Aldea Protestante.

Dentro de un mes aproximadamente, se lanzará la Décima Edición del libro “La gastronomía de los alemanes del Volga”, del escritor Julio César Melchior. Una obra que rescata 150 recetas tradicionales. No se lo pierda!!!

viernes, 22 de enero de 2016

Todo listo para la “Strudelfest” el 6 de marzo


La fiesta será al aire libre, en la avenida principal 11 de Mayo, entre Santa Fe y Mendoza, ahí se circunscribirán la mayoría de los stands.

Ya están en las últimas instancias organizativas de la “Strudelfest” o fiesta del Strudel, que tendrá lugar el 6 de marzo en la Avenida 11 de Mayo de Pueblo Santa María, la tercera Colonia Alemana.
Habrá música, danzas y por supuesto serán estrella del evento todas las variedades posibles de esta delicia de la gastronomía alemana.
Consultada Patricia Maier, una de las más firmes organizadoras de este evento, dijo que “invitamos a todos para el domingo 6 de marzo, para que se acerquen a nuestra Colonia para degustar las diferentes variedades de Strudel y para compartir una jornada diferente con nosotros”. 
Informó que ya se han retomado las cuestiones organizativas de esta propuesta: “hemos tenido reuniones la semana pasada, estamos cursando las invitaciones correspondientes, por supuesto que nos seguimos reuniendo las semanas subsiguientes para terminar de darle forma a esta primera experiencia de la Strudelfest, que esperemos salga de la mejor manera. No es fácil. Uno pretende hacer muchas cosas, pero a veces los recursos económicos hacen que uno se frene un poco, pero eso no opaca el entusiasmo y las ganas que tenemos todos para que se lleve a cabo. Pretendemos que sea una fiesta popular, que todo el mundo pueda acercarse con sus sillas, su equipo de mate y pasar una jornada distinta, para que cada uno que somos miembros de esta comunidad tengamos la intención de fomentar a Santa María como pueblo turístico. Es por eso que sumado a esta fiesta, si bien la centralizamos en el Strudel, vamos a ofrecer que la gente conozca Santa María; estamos diagramando con Turismo diferentes circuitos turísticos; queremos que la gente aproveche ese día para conocerlos. Somos muchos los que estamos detrás de todo esto, aunando criterios, sumando propuestas y construyendo esta fiesta que es un beneficio para todos”.
La fiesta será al aire libre, en la avenida principal 11 de Mayo, entre Santa Fe y Mendoza, ahí se circunscribirán la mayoría de los stands. 
“Dentro de ese espacio se centrará todo lo vinculado con las instituciones, con los productores locales de diferentes cuestiones tradicionales como el chucrut, pepinos en conserva, otros productos y todo lo que sean artesanías. Se montará un escenario, porque ofreceremos música y danza. Han comprometido su presencia un grupo de Colonia Barón, La Pampa, otro de Hinojo, uno local y también van a sonar los acordeones, que es algo típico de nuestra gente. Nos han confirmado valores muy importantes de Santa María, lo que nos alegra mucho”.

jueves, 21 de enero de 2016

Rubén Alberto Schroh: El pibe que cumplió el sueño

Por Eduardo Luongo - Para Nuevo Día.


Para muchos fue uno de los jugadores más talentosos que salió de nuestra Liga. Después de debutar en El Progreso siendo muy joven, se fue a jugar a Banfield y luego al Deportivo Saprissa de Costa Rica. Sin embargo, a pesar del paso del tiempo, no pudo despegar el corazón de la familia y de su querido Pueblo Santa María.


Aunque su nombre no suene tan conocido para las nuevas generaciones, fue uno de los primeros suarenses en jugar en el fútbol profesional de la Argentina y el exterior. Perteneciente a una conocida familia de Pueblo Santa María, muy ligada a El Progreso, Rubén Alberto Schroh dio sus primeros pasos como futbolista en el club de su pueblo, donde no tardó en sobresalir por sus extraordinarias cualidades después que debutó en la Primera división, con apenas 17 años de edad.

En ese momento, aquel pibe habilidoso y con buen manejo tomó una decisión tan valiente como decisiva para su futuro: probar suerte en el fútbol grande. Así fue que apareció jugando en Banfield, donde pocos años antes había pasado otro suarense, Oscar Enrique “Monolo” Haack.
En 1973 se incorporó a las divisiones inferiores de Banfield. Schroh, que nació el 2 de junio de 1954, pronto se ganó un lugar en la Primera división del Taladro, donde fue compañero de Ricardo Lavolpe, El Bambino Veira, Silvio Sotelo, Roberto Sacconi, Félix Lorenzo Orte y Miguel González, entre otros recordados jugadores de la institución de Lomas de Zamora.
Durante cuatro temporadas defendió la casaca de Banfield y fue parte de un equipo que en 1976 logró el quinto puesto en el campeonato, una campaña que en ese momento fue histórica para esta institución.
El mediocampista siguió su carrera en el Deportivo Saprissa de Costa Rica, donde quedó en la historia al formar parte del conjunto que consiguió el hexacampeonato de ese país.
Finalizado su vínculo con el equipo centroamericano, volvió a su querida colonia para vestir la casaca de El Progreso y, a pesar que quemaba los últimos cartuchos, dio muestras de su inalterable calidad. Tal es así que Independiente de Bolívar lo contrató para jugar un Torneo Regional.
Una vez que se retiró del fútbol se radicó en Banfield, donde se dedicó a atender el comercio mayorista de su suegro. Padre de Mariana y Federico, de su primer matrimonio, y de Ezequiel, del segundo, un problema de salud –sufrió un leve ACV - lo empujó a volver hace cuatro meses a nuestra ciudad, donde encontró la contención y el afecto de familiares y amigos para ayudarlo en la recuperación.
Schroh recibió gentilmente a Nuevo Día en la casa de su hermana, donde vive ahora, y recordó sus años de futbolista, habló de sus sueños y también de los deseos de poder transmitirles a los chicos la experiencia cosechada en el mundo del fútbol.
-A qué edad empezó a jugar en El Progreso?
-Cuando tenía 16 años, en la Reserva. Salimos campeones y al año siguiente debuté en la Primera. También jugué en el seleccionado de la Liga Regional. Fue una época muy hermosa.
-¿Qué recuerda de esos años?
-En ese momento El Progreso traía varios jugadores de la Capital Federal y todos paraban en mi casa. Mi familia era muy futbolera. Me acuerdo de Meira, Carrizo, Rodríguez y Sorrentino, entre otros. El domingo los esperábamos con el desayuno, dormían un poco y después íbamos a jugar. Tengo muy lindos recuerdos de esos años.
-¿Cómo se dio el pase a Banfield?
-A través de uno de los jugadores que venían a El Progreso conocí a un dirigente de Banfield, al que le gustaba la caza mayor. Como Marcelo, mi hermano, que trabajaba en Vialidad Nacional, conocía a varios dueños de estancias, le consiguió permiso para cazar en las sierras. Este hombre me vio jugar y me ofreció ir a Banfield. Hasta me ofreció su casa para vivir. Un día hice el bolso y le dije a mis padres que me iba. El director técnico de las divisiones inferiores era Luis Bagnato. Me puso como titular en el equipo de Cuarta división y tuve la suerte de hacer dos goles. Después del partido me llamó aparte y me dijo que ya era jugador del club.
-¿Cómo fue la adaptación?
-Dejar mi familia y los amigos fue una decisión muy difícil. Además en esa época no existían los representantes ni nadie que contuviera a los jugadores como yo, que iban del interior. Me tuve que defender sólo aunque, por fortuna, me tocaron compañeros muy buenos, que me ayudaron muchísimo.
-¿Y los primeros pasos como futbolista?
-Después de un partido que le ganamos a Los Andes por 2-1, con dos goles míos, por las semifinales del campeonato de Cuarta división, el encargado de atender la cancha nos hizo un asado debajo de la tribuna. A ese partido habían invitado a Valentín Suárez, que era presidente de Banfield, a quien le habían hablado de mí. Yo no sabía quién era. Mis compañeros me decían, “alemán, mirá cómo te mira el presidente”. Hasta que me llamó aparte, me preguntó de dónde venía, me comentó que tenía muchas condiciones, que me iba a dar un viático y una pensión donde vivir. “Voy a ser todo lo posible para que llegues a jugar en la Primera”, me dijo. Fue una alegría enorme. Esto pasó en el ’73, el año que Banfield salió campeón de la B y ascendió. Al año siguiente empecé a jugar en Tercera y después pasé a entrenar con el plantel de Primera.

El esperado debut

-¿Quién era el técnico que lo llevó a Primera?
-El primero que me hizo jugar fue Héctor D’Angelo, pero el que me dio la titularidad fue Adolfo Perdernera. Un grande. Entré en el segundo tiempo de un partido contra All Boys, me fue muy bien, hasta le hice un pase al Bambino Veira, que en ese momento jugaba con nosotros, para que haga un gol. Ganamos 3 a 1. Después del partido, mientras me estaba bañando, apareció Pedernera y me dijo que el domingo siguiente sería titular contra Boca, en la Bombonera. Imposible imaginar la alegría que tenía. En ese momento estaba en la colimba, cuando le comenté a mi jefe, me dejó salir toda la semana para ir a entrenar.
-¿Cómo fue ese momento?
-Terrible. Jugar en  la cancha de Boca es algo muy especial, una experiencia hermosa. Cuando toqué la pelota me olvidé de la gente, lo único que me interesaba era hacer las cosas bien para el equipo. Tuve la chance de hacerle un gol a Gatti, pero cuando lo enfrenté me hizo un amague y sacó la pelota por encima del travesaño. Si lo hacía hubiera sido grandioso. Según el diario de Lomas, junto con (Héctor) Pitarch fuimos los mejores de Banfield en este partido. Igual terminé conforme. Después jugamos contra Huracán, empatamos 2 a 2. Yo hice el primer gol a Baley.
-También hubo un viaje al exterior.
-En el ’73, después que Banfield ascendió a Primera, hubo una gira por Centroamérica. El técnico era D’Angelo. Había 25 jugadores profesionales en el plantel, pero cuando el DT anunció la lista de los 17 que iban a viajar, me llevé la sorpresa de que me había incluido a mí, siendo que todavía no tenía contrato. Fue otra alegría muy grande. Fue la primera vez que viajé en avión.
-¿Qué fue lo más importante que le dejó el fútbol?
-Haber podido jugar en Banfield. Tengo los mejores recuerdos. Ahí conocí a mi esposa, que era hija de un dirigente, pude hacerme mi casa. Conocí muy buena gente. Me tocó jugar contra los grandes jugadores de aquellos años. Boca tenía un gran equipo, con Gatti, Trobbiani, Potente,  lo mismo que River en la época de JJ López, Merlo, Passarella. Cuando fui a Costa Rica, el primer año fui campeón con el Saprissa. Ese fue el sexto título consecutivo que conseguía el club. Otra alegría inmensa. Pero me hubiera gustado salir campeón con El Progreso, como mi hermano Héctor, en el ’74, porque amo mi pueblo igual que la camiseta.
-Uno de los jugadores más emblemáticos que tuvo como compañero fue Ricardo Lavolpe ¿Cómo fue su relación?
-Muy buena, me ayudó mucho, lo mismo que Pitarch, otra muy buena persona. La verdad es que tuve muy buenos compañeros como Sotelo, Sacconi, Cerqueiro, González, Moris. Con algunos de ellos todavía nos vemos.

En el exterior

-¿Cómo llegó al Deportivo Saprissa de Costa Rica?
-Por intermedio de un dirigente, que tenía un conocido en la Embajada de ese país. Me ofreció ir a jugar y acepté porque me pareció que podía ser una buena experiencia. Fuimos con un uruguayo, Daniel Silveira.
-¿Cómo era aquel fútbol?
-Era semi profesional, pero había muy buenas personas. Me hija Mariana nació allá, me trataron muy bien, tengo los mejores recuerdos de ese país. Jugué dos años en el Saprissa y uno en el Punta Arenas.
-¿Económicamente cómo le fue?
-Me tocó jugar en una época muy distinta a la de ahora, donde se manejan cifras muy grandes. Yo tuve la suerte de comprarme mi casa y todo eso. Cuando volví al país, jugué un año en El Progreso, para darles esa alegría a mis padres, en Tristán Suárez y Comunicaciones. También jugué un Regional con Independiente de Bolívar. Cuando me retiré me hice cargo del negocio mayorista de mi suegro.
- ¿Le hubiera gustado dirigir?
-Sí. Me ofrecieron trabajar en Banfield con los chicos, me hubiera gustado, pero por mi problema de salud no pude. Durante 12 años dirigí equipos de baby fútbol en el Country Club de Banfield. Me gusta trabajar con los pibes. Pasé momentos muy lindos.
 -¿Fue a ver fútbol en Suárez? ¿Qué le pareció?
-Me invitó mi amigo Coco Torres a ver la semifinal entre Peñarol y Automoto. No se puede comparar con mi época. Hoy el estado físico tiene muchísima preponderancia, se corre demasiado y se juega poco. No es fácil, hay que trabajar mucho con los chicos. Me puse muy contento cuando me enteré que Pedro Schroh se había hecho cargo de El Progreso, porque lo aprecio mucho. Le deseo lo mejor y espero que le vaya muy bien.
-¿Le gustaría trabajar en la Liga?
 -Mi intención era venir y poder trabajar en algún equipo, transmitir lo que aprendí y la experiencia que viví en el fútbol profesional. Ya estoy mejor de salud y pienso quedarme en la ciudad. Encontré mucha gente conocida que viene a saludarme, me hacen sentir muy bien, así que estoy muy agradecido.

miércoles, 20 de enero de 2016

Mi felicidad

Por María Rosa Silva Streitenberger

En mi niñez hubo mucha felicidad. Felicidad frente al tazón de leche tibia recién ordeñada y un pedazo de pan hecho por mamá. Felicidad al ir al arroyo con mis hermanas a buscar bosta seca para la cocina a leña y correr mariposas, o volver cantando las canciones de chicos. Felicidad al compartir todos juntos la mesa a las doce en punto y saborear lo que mamá nos cocinó con lo poco que había pero que sabía tan rico! Felicidad al ir a la escuela y jugar con mis amigas y luego lavar el piso de mi aula y el de la iglesia también, haciéndolo bien porque Dios me miraba y yo le tenía miedo. Felicidad cuando mamá me mandaba a lo de alguna vecina viuda y viejita a ver si necesitaba algo y llevarle polenta, yerba o pan y de paso limpiar la casa. Felicidad cuando jugábamos a la gallinita ciega con mis amigas y rompíamos sin querer el farol de la lámpara. Recibíamos flor de reto pero entre todas juntábamos los centavos para comprar uno nuevo. Felicidad al irnos a dormir, bajo un techo de chapa y una cama hecha con yuyo pero con el amor de mamá, papá y mis hermanos flotando en el aire. Ese amor, esa felicidad, nunca más la volví a sentir, aunque hoy mis comodidades son otras y tengo más de lo que existía en aquél entonces, daría todo, todo por volver a sentir la felicidad de mi niñez.

martes, 19 de enero de 2016

Una historia de amor en época de cosecha

Una leve brisa agita los rosales: una rosa se deshace y sus pétalos caen a tierra como lágrimas que el viento arrastra al olvido. Las demás flores del jardín los ven pasar y suspiran envidiando la fortuna de la rosa porque suponen que fue deshojada por la enamorada. En la casa todos saben que el corazón de la pequeña Ana despertó al amor. La adolescente se enamoró y, bajo los parrales, sueña los primeros sueños de amor.
La colonia vive el fervor previo de la cosecha. Las familias se preparan para partir rumbo al campo a cegar trigo. Algunas se irán muy pero muy lejos, como todos los años.
Los carros van y vienen, los caballos relinchan inquietos y los perros ladran excitados por tanto alboroto. Mañana es la jornada escogida por los padres de Ana para partir. Los acompañarán tíos, primos, amigos, peones. Todos irán detrás de la cosecha, mudándose de chacra en chacra, recorriendo varios partidos de la provincia.
Cinco meses es mucho tiempo, reflexiona Ana. Intuye que la despedida será difícil, siempre lo es. Para algunos ya no habrá reencuentro. Sobre todo para las personas mayores: fallecerán antes de que la caravana emprenda su regreso.
Ensimismada en sus razonamientos, ayuda a cargar los enseres domésticos en el carro. Lo hace sin decir palabra. A su alrededor, sin embargo, todo es bullicio, fluyen las anécdotas de cosechas pretéritas. La vorágine de la actividad absorbe mente y voluntad. Las horas transcurren, se llevan el día.
En la noche, Ana apenas logra dormir. La imagen de su vecino lo atormenta con su sonrisa y su mirada. Y una pregunta late en su alma: ¿Qué sucederá mañana en el momento de la partida? Seguramente nada. Bien sabe la respuesta.
La familia se levanta con el alba. Dispone los carros y parten. Ana va con ellos. No dice nada. Sólo observa cómo se desarrollan los hechos, es una actriz de reparto, nada más, una simple actriz secundaria. ¿Para qué decir nada? Si la opinión de los hijos no cuenta. Es una existencia práctica y realista la que llevan los colonos. Los sentimientos pasan a segundo lugar, son para la intimidad, no se dan a conocer públicamente ni se traducen en palabras, se asumen y punto. Nada de efusividades ni expresiones de ternura. La lucha por la supervivencia está primero. Por eso, inician la marcha en silencio. Nadie habla. Todos llevan el corazón acongojado; pero nadie se atreve a decir palabra.
Ana ve como se alejan de la colonia y como crece la distancia que lo separa de su amado. El pueblo se convierte en una línea difusa en el horizonte y desaparece.
No piensa en el regreso. Cinco meses es demasiado tiempo. Sabe que en la colonia los hijos se casan jóvenes y que la mayoría de las veces, por tradición, los padres deciden con quién.

domingo, 17 de enero de 2016

La muerte de mi abuela

“Abuela vivía como le 
enseñaron sus ancestros. 
Vestida de negro; rezando; 
conservando costumbres 
y tradiciones milenarias…”.
Abuela desayunó. Rezó su rosario, murmurando las plegarias en susurros suaves y dulces. Con paso lento y cansino –tenía noventa años- caminó hacia la ventana. Corrió la cortina y miró hacia la calle. Estaba desierta. El sol apenas asomaba en el horizonte. La luz era un crisol de colores eclosionando en la lejanía del campo.
Volvió a su silla. Abrió la Biblia, escrita en letra gótica, y leyó, concentrada y con profunda fe. Transcurrieron los segundos, los minutos… Conversaba con Dios, solía decir cuando leía la Biblia. Estaba tan concentrada en ese menester que no veía ni oía nada de lo que ocurría a su alrededor.
A las diez levantó la vista de las Sagradas Escrituras. Miró el reloj. “Hora de tomar mate”, pensó fiel a su costumbre de todas las mañanas. Tenía sus ritos que mantenía desde años tan remotos que ni ella recordaba cuando los puso en vigencia.
Preparó el mate sin apenas hacer ruido. Ella y la casa eran silencio. Un silencio opresivo e indescifrable. La gente –que habla y se mete a opinar donde no debe- decía que vivía en el pasado, que estaba loca. Poco le importaba a abuela lo que pensaran los demás. Ella vivía como le enseñaron sus ancestros. Vestida de negro; rezando; conservando costumbres y tradiciones milenarias… Mientras afuera los tiempos cambiaron y la modernidad trajo nuevas vestimentas, costumbres y modas y nuevos inventos de los cuales desconocía la mayoría, un poco por pereza y otro poco por desinterés.
Se sentó a tomar mate, cavilando recuerdos. Reflexionando. Sí, pensó, reflexionar y pensar y recordar era todo lo que hacía desde hacía muchos pero muchos años. Desde que su esposo murió, desde que sus hijos se casaron y se fueron de casa, desde que la vida y la sociedad cambió, desde que, lentamente, fue envejeciendo sin darse cuenta de que ya no tenía sueños ni tampoco anhelos por cumplir. Se sentía satisfecha. Deseó ser esposa y madre. Como manda Dios. Y cumplió. Lo demás son trivialidades, solía decir cuando sus hijos, alguna vez la instaron, hace muchos años, a buscar un nuevo motivo para seguir viviendo.
Con el compás de las horas preparó el almuerzo. Durmió una siesta. Repitió el ritual de todos los días.
Llegó la noche. Cenó. Rezó. Y se fue a dormir. Como todos los días, como siempre. Sin saber que ese había sido el último.

viernes, 15 de enero de 2016

Últimos detalles de la organización de la Strudelfest


Instituciones de Pueblo Santa María, en forma conjunta con diversas áreas municipales, organizan lo que será el próximo 6 de marzo la primera fiesta del “Strudel”.

En lo que será una “Fiesta de la Comunidad de Santa María”, avanzan los preparativos de la “Strudelfest”; donde las instituciones, fuerzas vivas y vecinos de la tercera Colonia Alemana proyectan junto al Municipio de Coronel Suárez una fiesta que revalorizará la cultura y la gastronomía típica alemana.
En tal sentido el miércoles pasado se llevó a cabo una reunión de trabajo en el Centro Cultural Santa María para avanzar en la organización de lo que será el próximo 6 de marzo la 1° Fiesta del Strudel que surgió por iniciativa de la comunidad.
Los organizadores tienen grandes expectativas por el evento que convocará a visitantes de la región y de todo el país.
Será un día festivo para la comunidad, donde los visitantes podrán conocer cómo se elaboran comidas típicas alemanas, degustarlas y además disfrutar de espectáculos y danzas artísticas.
Participaron de la reunión la Delegada Municipal de Pueblo Santa María Regina Streitenberger, el Presidente del Instituto Cultural Alberto Guede, el Secretario de Producción Juan Ignacio Fidelle junto a la coordinadora del área de Turismo Romina Lezica, Daniel Minnig por La casa del Fundador, Rocío Reser Técnica en Turismo, Javier Graff por Weimannhaus, Pedro Schwerdt por el Museo Parque La Palmera, Stefania Bhon por Adultos Mayores, Carlos Roth y Claudio Holzmann por el Club El Progreso, Patricia Meier Directora de la Escuela Secundaria Nº 2, Luján Streitenberger Directora de la Escuela Parroquial Santa Maria, Patricia Mellinger coordinadora del Centro Cultural Santa María y Oscar Mellinger por FM Santa María.

jueves, 14 de enero de 2016

Así celebró Pueblo Santa María sus fiestas patronales en 1960

Fuente: El Imparcial
Fotografía gentilmente cedida por Oscar Ferreyra
En la ceremonia religiosa actuó el coro polifónico, bajo la dirección del Sr. Pedro Maier, interpretando con justeza y buen gusto, partituras de música sacra. Entre los que integraron el coro estaban María Grenz,  Rosa S. de Reeb, Juana Schroh, Elsa y Brígida Meier, Rosita Maier, Alicia Streitenberger, Olga Schoenfeld, María Maier, N. Meier, Gualterio Meier, Alfredo Schroh, Nicolás Melchior, Juan y Agustín Streitenberger, Rodolfo Maturini. Las diversas versiones fueron acompañadas de pistón a cargo del Sr. Miguel Reser. En tanto que en la kermés desarrollada en el salón parroquial actuó la orquesta típica formada por: Pedro Maier, Agustín Meier, Rodolfo Maturini, Pedro Minig, Gregorio Streitenberger y Gaspar Melchior.

Con un tiempo inmejorable y en un ambiente de señalado fervor y entusiasmo, la vecindad de Pueblo Santa María, con participación unánime celebró sus fiestas patronales las que alcanzaron gran brillo, tanto en la parte religiosa como en el aspecto social, dándose realización a todos los números señalados en el extenso programa de actos organizados a tal efecto.
Actuó en la ceremonia religiosa el coro polifónico, bajo la dirección del Sr. Pedro Maier, interpretando con justeza y buen gusto, partituras de música sacra. Entre los que integraron el coro pudimos advertir la presencia de María Grenz,  Rosa S. de Reeb, Juana Schroh, Elsa y Brígida Meier, Rosita Maier, Alicia Streitenberger, Olga Schoenfeld, María Maier, N. Meier, Gualterio Meier, Alfredo Schroh, Nicolás Melchior, Juan y Agustín Streitenberger, Rodolfo Maturini...
Las diversas versiones fueron acompañadas de pistón a cargo del Sr. Miguel Reser. En la realización de la kermés, que tuvo lugar en el inconcluso salón parroquial, y que, a todas horas, contó con una numerosa concurrencia afluida desde las más diversos puntos del partido, tuvo intervención en los actos, la banda Santa María, conocida en nuestro medio y la orquesta típica formada por los siguientes componentes: Pedro Maier, Agustín Meier, Rodolfo Maturini, Pedro Minig, Gregorio Streitenberger y Gaspar Melchior. Se estima que la recaudación obtenida compensa ampliamente los esfuerzos realizados para darle el éxito esperado.

martes, 12 de enero de 2016

Historia de hijos de inmigrantes

Autor: Juan José Sebreli
 “El tiempo de una vida”

Mis padres, que se habían casado al desencadenarse la gran depresión mundial de 1929, debieron de haber tenido una vaga noticia del derrumbe de la Bolsa de Nueva York; ese suceso estaba muy lejos en sus preocupaciones y, cuando comenzaron las desgracias, no sabiendo establecer de dónde ni por qué venían, las atribuyeron a la mala suerte personal.

Eran una pareja con módicas expectativas: mi madre acababa de obtener un puesto de maestra. Mi padre, que trabajaba en una marmolería, había sido designado responsable del local de ventas, apenas inaugurado. Instalados en la casa adjunta al negocio se dedicaron a arreglarla pensando que sería una residencia duradera, dispuestos, con conmovedora ingenuidad, a disfrutar de la sencillez y la calma, sin advertir que estaban cultivando el jardín sobre pantano. Nada hacía sospechar los peligros que los acechaban. No se preocupaban por la política pero la política se preocupó de ellos. Dos meses antes de mi nacimiento todo se derrumbaba: había estallado el golpe militar y la dictadura de Uriburu dejó cesante a mi madre. Al mismo tiempo, la crisis obligó a cerrar el negocio que atendía mi padre. De la noche a la mañana, ambos se quedaron sin trabajo y sin casa, al borde de agregarse a la numerosa fila de los “sin techo”.
El paternalismo que regía las relaciones laborales en algunas pequeñas empresas resolvió, momentáneamente, el problema: el empleador de mi padre le permitió habitar en un departamento de su propiedad, sin pagar el alquiler, a cambio de los salarios adeudados. Ese arreglo circunstancial impidió que yo naciera en  medio de la calle; nací pues, en una casa, a medias prestada, de la calle Brasil.
El miedo al descenso social, compartido por tantos inmigrantes o hijos de inmigrantes, era la otra cara de la rápida movilidad ascendente de los años de prosperidad; el pasado de pobreza del que se había logrado escapar amenazaba con retornar en un futuro siempre incierto. La crisis del treinta fue superada y la situación de mis padres mejoró a los pocos años pero, a pesar de no haber pasado nunca por la miseria extrema, esos sinsabores les dejaron una sensación permanente de inseguridad que me fue transmitida y todavía conservo, realimentada por otras sucesivas crisis económicas que debí atravesar y por el desalentador ejemplo de mis padres. Siento una profunda pena cuando pienso en ellos. Se sacrificaron toda su vida, fueron cumplidores, respetuosos, humildes, pero no les sirvió de nada y terminaron sin un centavo; sus magros ahorros habían sido devorados por la inflación, las devaluaciones y otras estafas legales. Formaron parte de la inmensa legión de víctimas anónimas de un sistema perverso que premia a la especulación y castiga la honestidad y el trabajo.

lunes, 11 de enero de 2016

La calesita de la Plaza del Inmigrante volvió a entretener a los niños en la previa de la llegada de los Reyes Magos


Un clásico de cada año en el Pueblo Santa María.

Como tradicionalmente ocurre, los niños del Pueblo Santa María que aguardan la llegada de los Reyes de Belén disfrutan de la propuesta de la Delegación Municipal con pochoclos y dando vueltas en la calesita de la Plaza del Inmigrante.
Perfectamente cuidada, caracterizada con los personajes de Disney, Mickey y sus amigos, la calesita de Santa María arranca sonrisas a los niños de la comunidad desde hace muchísimos años y es por esta razón que San José desde hace años también cuenta con su calesita en la Plaza “Sergio Denis” y lo propio ocurre con Santa Trinidad donde desde hace meses se avanza en la instalación de una pequeña calesita en el anfiteatro “Andrés Schwab”.

Los Reyes Magos también llegaron a Pueblo Santa María


Gran cantidad de niños en la Plaza del Inmigrante.  Bajo la coordinación de la Delegación Municipal a cargo de Regina Streitemberger, todas las instituciones de Santa María se sumaron a trabajar en esta propuesta.

Alegría y emoción se pudo apreciar en las “caritas” de los niños mientras formaban las largas filas para esperar sus regalos.
Es que en la noche del último sábado una gran cantidad de chicos esperaron la llegada de los Reyes Magos en la Plaza del Inmigrante del Pueblo Santa María.
Primero se llevó a cabo la representación del Pesebre, que fue organizado por un grupo de jóvenes e instituciones conjuntamente con la Delegación Municipal que conduce Regina Streitemberger.
Luego más de 200 niños con grandes sonrisas en sus rostros recibieron de manos de los Reyes Magos hermosos juguetes y golosinas.
Allí llegaron Melchor, Gaspar y Baltasar y los chicos felices esperando ansiosos el momento de recibir sus regalos.
Por otra parte, desde la organización se agradece especialmente a las autoridades municipales por permitir regalarles una alegría a los niños.
Como siempre destacamos un gran gesto de gente que piensa en los más chicos y organizan este tipo de eventos, que además se puede compartir en familia, por eso un grupo de jóvenes, acompañados desde la Delegación, hicieron posible cumplir con el sueño de los niños de ver la llegada de los Reyes Magos.

domingo, 10 de enero de 2016

Un aporte invaluable a la historia de los alemanes del Volga

Por María Rosa Silva Streitenberger

El investigador e historiador Julio César Melchior hace un aporte invaluable a la historia, haciendo un análisis profundo de la mujer a principios del siglo pasado. Un estudio minucioso de la vida dentro de la parte del mundo que le tocaba en una sociedad patriarcal: la casa, la cocina, la alcoba, la crianza de los hijos. En esas tareas cotidianas e invisibles y no valoradas. La mujer daba todo de sí. Daba la vida en silencio. Y hoy, nosotros todos, somos la voz que grita y no se calla, que hace eco en el universo de todo el sacrificio que no fue ni será jamás en vano.

viernes, 8 de enero de 2016

Entrevista al escritor Julio César Melchior: balance y proyectos para el 2016


Los proyectos para el 2016 del escritor de Santa María. Nuevo libro, presentación de otro reeditado y conferencias.

El año 2015 fue realmente muy bueno para el ahora conocido escritor de Pueblo Santa María. Brindó una serie de conferencias en distintos lugares, entre ellos ámbitos académicos, donde fue particularmente escuchado por sus libros “Historia de los Alemanes del Volga” y “Vida privada de la mujer alemana del Volga”. Ambos libros han sido reeditados hacia la segunda mitad del año pasado y se están vendiendo a muy buen ritmo. Mientras tanto es un éxito el libro de gastronomía típica alemana.
Para este año prepara nuevas conferencias, un nuevo libro y otras actividades. Aquí están los principales conceptos de una entrevista con La Nueva Radio Suárez.
“El que terminó ha sido un muy buen año, tanto en lo personal como en lo laboral, con los libros, más todas las exposiciones, conferencias, presentación en la Feria del Libro. Fue un muy buen año”.
Sobre los libros reeditados dijo que se trató de la segunda edición de “Historia de los alemanes…” y la tercera edición de “Vida Privada…”, e indicó que “los dos marchan muy bien en las ventas. A ‘Vida privada…’ le sumé investigaciones que fui logrando a medida que iba escribiendo los otros libros. Ese libro fue publicado por primera vez hace cuatro o cinco años, y en este tiempo fui sumando material, que iba como dejando de lado por si algún día si reeditaba. Así fue el año pasado, por lo que antes de presentarlo en imprenta le dediqué varios meses de trabajo para insertar el nuevo material en cuanto a entrevistas y el aporte de otras bibliografías que he logrado reunir. La venta de ambos va muy bien. En un primer momento, dado el tema que trata, uno siempre tiene algo de temor, pero la verdad es que se lanzó una muy buena cantidad y con muy buena repercusión también”.
En cuanto a las conferencias de este año adelantó que “existe el 80% de posibilidad de presentarlo en la Universidad de La Plata, dentro del marco de lo que es la cátedra libre sobre los alemanes del Volga. De manera que me estoy preparando para esa fecha. Por otra parte, recién estamos empezando el año y ya hay propuestas para algunas conferencias respecto a este tema”.
En cuanto al por qué de la repercusión de este libro, explicó, entre otras cosas, que “de alguna manera pone en descubierto temas que todas las culturas conversan en voz baja. Se da el caso que todas las culturas y las clases sociales se sienten identificadas, sobre todo las mujeres, por la temática que toca el libro. Este es un tema que atrae mucho, porque siempre hay mucho tabú y cierto misterio alrededor de la vida privada. En las conferencias si uno da lugar a las preguntas es increíble como también la gente empieza a contar sus propias historias. Si bien la circunstancia cultural ha cambiado, y el hecho social de todo lo que rodea a las diferentes vidas también, hay igual cierta similitud con lo que cuenta el libro. Si bien las épocas son distintas, obviamente igual hay cierta similitud. El machismo, que sigue siendo fuerte hoy en día, el tema del sexo, los distintos tabúes, la presencia de la Iglesia que era distinta a lo que es hoy en día. Lo que ahora se conoce como amor a Dios y que antes era temor de Dios. Es decir, si bien son conferencias comúnmente terminamos enriquecidos de ambas partes, porque la charla que se da posteriormente es muy enriquecedora para todos”.

En cuanto a nuevas publicaciones para este año, Julio César Melchior dijo que “en estos momentos estoy trabajando en una nueva publicación que me está dando bastante trabajo, más de lo que pensaba. Desde hace unos años estoy trabajando en recopilar canciones infantiles, adivinanzas, refranes. Son canciones escritas en alemán que estoy traduciendo, buscando conservar el dialecto, al pasarlas al alemán estándar o alto alemán. Lo que pasa que muchas pierden el significado al hacer esta traducción. Por eso estoy tratando de amalgamar las dos cosas, incluso escribiendo algunas palabras de manera fonética. Estoy sumando también algunos refranes y canciones que sobreviven en las Colonias. Estoy buscando que este libro sea accesible a todos. La idea es que al leerlas en alemán y verlas traducidas sirva también como un repaso del idioma, rescatar todas estas canciones infantiles antes que se olviden y se terminen perdiendo del todo. También que sirvan para las escuelas, para que se vuelvan a cantar”.