Rescata

WhatsApp: 011-2297 7044. Correo electrónico historiadorjuliomelchior@gmail.com

lunes, 31 de octubre de 2022

Ir a la escuela en sulky

El sulky es un pequeño carruaje, por lo general para dos pasajeros, que se utilizaba como una forma de transporte rural, ponderado por su sencilla construcción, escaso peso, de dos ruedas grandes, y tirado por un sólo caballo.
"Versátil, fuerte, liviano, de costo accesible y relativamente cómodo, sirvió tanto para afrontar un largo viaje como para llevar cada día los chicos a la escuela. Su único motor era un caballo, por lo general un animal de silla, que por su mansedumbre había sido iniciado en el arte del buen tiraje con el mismo sulky. -cuenta Alberto Martín Labiano.
Muchos niños alemanes del Volga asistieron a la escuela transportados por un sulky, mientras sus padres trabajaban de puesteros o peones en un establecimiento rural solitario, ubicado en algún lugar perdido en la inmensa pampa argentina. Viajaban con las piernas protegidas con una gruesa manta a causa de las heladas, durante los crudos inviernos, y las cabezas cubiertas con una lona, fabricada con arpillera o algún otro material sobrante de la chacra, para guarecerse de la lluvia, durante los trayectos que solían representar varias leguas, entre la ida y el regreso.
Motivo por el cual muchos de aquellos niños, sobre todo las niñas, no cursaron más allá de segundo o tercer grado. Como mi abuela y sus hermanos, que recuerdan que su madre dejó de enviarlos a clase porque sentía mucha pena verlos regresar de la escuela ateridos de frío, las manos y las orejas coloradas, casi violáceas.
Son historias cotidianas que pueden leerse en mis libros "Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga" y "La infancia de los alemanes del Volga".
Asimismo el sulky era utilizado para otros menesteres, sostiene Alfonso Millenpeier.
Rememora que "se usaba para realizar las compras en los pueblos o en la estación de trenes, en las grandes cooperativas y los almacenes de ramos generales, también para ir de visita los domingos, cuando las familias que trabajaban cerca, los esperaban con una fuente llena de girasoles recién tostados en la cocina a leña, mate y Dünnekuchen".
Seguramente muchos de mis lectores atesoran sus propias vivencias, imágenes y recuerdos ligados a este noble transporte.

Ordeñar las vacas en los crudos inviernos

 La mayoría de las familias alemanas del Volga nacieron, crecieron y desarrollaron sus vidas en el campo. Como mi abuela Ana, que nació en un puesto de una extensa estancia, en el sur de la provincia de Buenos Aires, donde nació y se crió, junto a sus padres. El puesto era una casa de adobe, con una cocina y dos dormitorios con piso de tierra, un Nuschnick alejado de la vivienda, un molino, un tanque y un pequeño monte de eucaliptus que los proveía de leña para la cocina a leña, que utilizaban para cocinar, tanto en invierno como en verano, sin importar el calor.
El patrón, que residía en la ciudad, y solo se aparecía por el lugar para pagar el sueldo del padre de familia, les permitía criar algunas vacas, tener un gallinero y algunos animales domésticos para vender.
El peón debía ocuparse de todas las tareas rurales y su esposa ser su ayudante, por más que nadie se acordará de ella para pagarle un sueldo por aquellos años. Sobre las espaldas de ambos cargaban todas las responsabilidades que había que realizar para mantener el establecimiento produciendo. Absolutamente todas. Y una tarea más ardua que la otra.
Como ordeñar las vacas. Que eran muchas. Levantarse a la madrugada en compañía de los niños, varones y mujeres. Frías madrugadas de invierno, con el suelo y el agua escarchados. Las manos, las caras y las orejas moradas. Los dientes tiritando. Los pies chapoteando en el lodo. Ordeñando desde las tres o cuatro de la madrugada para terminar alrededor de las ocho, cuando pasaba el recolector de los grandes tarros de leche para llevarlos a los pueblos y la fábrica más cercana.

lunes, 24 de octubre de 2022

Desde hoy está disponible la 16ta. edición del libro "La gastronomía de los alemanes del Volga", del escritor Julio César Melchior

El libro, que ya es un ícono en lo que hace al rescate, la revalorización y la difusión de la historia y cultura de los descendientes de alemanes del Volga, conjuntamente con otros dos libros del autor, "La vida privada de la mujer alemana del Volga" y "La infancia de los alemanes del Volga", sale a la venta con decenas de ejemplares reservados
desde hace semanas, camino a volver a repetir el mismo éxito de siempre y agotarse en muy poco tiempo, luego de haber sido lanzada, hace apenas dos meses, una edición en inglés.

El libro es el resultado de un minucioso trabajo de investigación de cinco largos años, en que el escritor recopiló más de 150 recetas tradicionales que forman parte del legado gastronómico de los descendientes de alemanes del Volga desde hace siglos, quizá milenios, ya que los orígenes de algunos platos se pierden más allá de la Edad Media.
La obra contiene fotografías a color de las comidas más emblemáticas mostrando el paso a paso de su elaboración, como los Wickelnudel, Maulatsche, Varenik, Dünnekuche, Kreppel, Strudel, Füllsen y panes caseros, entre otras.
Son diez capítulos de comidas caseras, panes, dulces y salados, panes dulces de Navidad, dulces de frutas y verduras, mermeladas, encurtidos, conservas, cervezas, licores, guindados, quesos… y 150 recetas tradicionales más.
El libro se puede adquirir desde cualquier lugar del país por correo y en Coronel Suárez en librerías. También comunicándose al WhatsApp 01122977044 o enviando un correo electrónico a juliomelchior@hotmail.com.
Una oportunidad imperdible de tener en sus manos este libro que rescata la mayoría de las recetas de las abuelas y abuelos alemanes del Volga.


viernes, 21 de octubre de 2022

Las travesuras de antes

Los niños tenían a sus pies inmensos baldíos, montes de árboles frutales en los fondos de los patios, un horizonte sin fronteras para soñar y llevar a cabo travesuras que pergeñaban durante las siestas, cuando los adultos dormían, descansando en las calurosas sobremesas de verano, para después continuar con las arduas tareas domésticas y rurales, tanto masculinas como femeninas.
Los niños caminaban sigilosos, mirando las copas de árboles, gomera en manera, espiando las torcazas, buscando sus nidos, rastreando el origen de clásico arrullo, lo mismo que iban detrás de otras aves, más aviesas, que sabían cómo escabullirse del peligro entre las espesas ramas.
A veces, dejaban la honda de lado, o se colgaban la gomera al cuello, y desafío mediante, trepaban hasta lo más alto de un árbol, donde anidaba una calandria o una bandada de gorriones que, chillones y estruendosos, buscaba asustar al invasor, acompañado sus gritos de vuelos rasantes, intentando lastimar a los niños de la misma manera que la maraña de ramitas, en las que quedaban atascados, rasgando, más de una vez, sus prendas. Lo que, irremediablemente, significaba un reto en forma de sermón, acompañado de una paliza, por no haber estado durmiendo la siesta, primero, y segundo, por no cuidar la ropa. 

"Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga" y "La infancia de los alemanes del Volga" son dos libros en los que sobreviven nuestro pasado y nuestra memoria, dos cosas que nunca debemos olvidar. 

martes, 18 de octubre de 2022

Cronograma de eventos de la séptima edición de la Füllsen Fest (Espectáculos gratuitos)

Esta es una gran fiesta de los Pueblos Alemanes y de todo el distrito de Coronel Suárez, más allá de que se organice en Pueblo San José; es una fiesta que representa la cultura y gastronomía de los descendientes alemanes del Volga y nos llena de orgullo acompañarlos y que cada año sea más grandes y popular”, indicó el Intendente Ricardo Moccero al acompañar el lanzamiento de la Füllsen Fest” que tendrá lugar los próximos 12 y 13 de noviembre en Pueblo San José.
Anunció un aporte de $ 750 mil pesos gestionados ante el ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica Augusto Costa. 
Habrá stands gastronómicos de instituciones, cerveceros, food truck, artesanos, espectáculos musicales como el grupo Los Moros y La Zimbabwe serán parte de una nueva edición de la ya tradicional fiesta popular alemana en Pueblo San José.
Por su parte Diego Dome, integrante de la comisión organizadora manifestó que “poder transformar este estandarte gastronómico de las colonias alemanas como es el füllsen, tan cargado de historia, es muy gratificante para todos nosotros”.
De igual modo, Hugo Schwab, parte de la comisión de la Füllsen, destacó el compromiso asumido por toda la comisión y el trabajo que se realiza durante todo el año para realizar la fiesta.
Durante el fin de semana del 12 y 13 de noviembre la comunidad de Coronel Suárez y la región disfrutará sobre la avenida Eduardo Casey de Pueblo San José de stands gastronómicos de instituciones, stands cerveceros, food truck, artesanos y grandes espectáculos musicales.

Cronograma:

Sábado 12 de noviembre:
16:00 Gran Torneo de Kösser “Füllsen Fest” en Club Independiente.
18:00 Aníbal Wesner
18:45 Ballet de Danzas Alemanas “Alles Froh”
19:45 Tributo a Sergio Denis de Omar Hubert
20:00 Grupo Revelación
21:00 Spicher de Cerveza
21:30 Los Moros con la voz de Beto Bravo.
Luego del show de Los Moros música de Mach Producciones para cerrar una noche joven.

Domingo 13 de noviembre:
11:00 Acto Protocolar
12:30 Almuerzo Füllsen Fest en el Club Germano
15:30 Exhibición de Kösser en Av. Eduardo Casey
16:30 Show de los Minions de Jamón y Queso
17:30 Show de Federico Gamella
18:30 Ballet de Danzas Alemanas “Alles Froh”
19:00 Tributo a Sergio Denis de Tato Commegna
19:45 Brisas Inmigrantes
20:45 Spicher de Cerveza
21:30 Cierre Grupo La Zimbabwe.




Nuestra identidad

 Nacimos y crecimos en una aldea fundada por alemanes del Volga incorporando hábitos, costumbres, tradiciones y los valores de nuestros mayores. Nuestra vida diaria era esa. La de ellos. Trabajar sin descanso de sol a sol. La vida sencilla en un hogar humilde pero construyendo lazos indestructibles pues la familia, la amistad, la palabra y el compartir, eran los pilares de la vida en comunidad.
La fe religiosa era otro lazo que se creaba para siempre y era la fuente donde recurrir cuando estas los abandonaban y de donde se aferraban en tiempos de desesperanza.
Crecimos viendo todo esto. Incorporándolo sin darnos cuenta. Siendo dignos retoños de aquellos aventureros que soñaron un futuro mejor para nosotros…
Y lo lograron! Nos legaron con el ejemplo, el sudor y las manos curtidas toda su historia.
Pero nosotros crecimos y, como ellos, nos fuimos en busca de un futuro mejor. Nos fuimos a estudiar, a trabajar, a hacer nuestra vida fuera de la aldea o colonia, pues el mundo cambia, avanza, crece y el trabajo rural ya no era suficiente.
Mamá y papá se quedaron solitos, en su casita de adobe. Sin la posibilidad de compartir sus vidas con sus nietos.
Los nietos nacieron en ciudades más grandes, con otro confort y comodidades. Con otras costumbres o sin ellas directamente. Sólo vieron a sus abuelos dos o tres veces. Sólo conocieron la historia de sus abuelos a través de nosotros.
Para legar de una forma tan importante como la empírica, como la que vivimos nosotros, para que nosotros les demos a nuestros hijos las herramientas ancestrales para conocerse, para conocer la historia de otra manera y poder comprenderla e incorporarla, he escrito libros que abarcan distintos temas que atañan a la idiosincrasia de los alemanes del Volga.Esos libros son: “Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga”, “La infancia de los alemanes del Volga”, “La vida privada de la mujer alemana del Volga” y “La gastronomía de los alemanes del Volga”.
Libros que quedarán para siempre. A pesar de las modas, las distancias, y las ausencias. Libros que nos dicen que tenemos un pasado, un origen y costumbres en común.
Nos une el pasado y podemos estrechar lazos para un futuro cargado de emociones y sentido.

Las aldeas florecen con sus recuerdos

 Las aldeas fundadas por descendientes de alemanes del Volga en la República Argentina florecen con sus jardines llenos de recuerdos, en los que abrevan cientos de descendientes buscando sus raíces, rastreando sus orígenes y los nombres de sus ancestros que un día llegaron del Volga y se instalaron en estas tierras para hacer de este país una patria grande y digna de ser vivida. En esta tierra, que sembraron de trabajo y sudor para cosechar el venturoso trigo que no solo alimentó sus cuerpos sino también sus almas. Porque el trigo en la mesa del hogar se transformó en pan y en el altar del Señor en hostia.
Las aldeas fundadas por descendientes de alemanes del Volga en la República Argentina florecen con sus jardines llenos de recuerdos y sus calles con viviendas tradicionales que todavía se conservan como otrora, cuando en los comienzos se erigieron como pilares de la colonización, abriendo camino en la vastedad de la pampa argentina, donde todo estaba por construirse, todo estaba por hacerse, donde el horizonte era un mañana infinito, sobre el que podía soñarse todos los sueños y todas las esperanzas podían hacerse realidad.

miércoles, 12 de octubre de 2022

Una nueva edición de la Füllsen Fest se organiza para el mes de noviembre, en Pueblo San José, Provincia de Buenos Aires

Diego Dome, uno de los organizadores de la Füllsen Fest, fue parte de la mañana informativa de La Nueva Radio Suárez para anticipar detalles.
Además, hizo un balance de su participación en el patio gastronómico de la Exposición Rural: “Nos fue espectacular. Estoy muy contento por la Comisión Directiva. Seguimos trabajando y juntando fondos para sostener este show, que es popular y gratuito para toda la gente de Coronel Suárez, los Pueblos Alemanes y la zona” dijo, opinando que la Exposición que tuvo su fin el domingo 10 del corriente, les sirvió mucho porque las ventas fueron excelentes: “Teníamos un menú muy variado y la gente respondió de maravilla” dijo.
Por otro lado, consultado sobre cuándo tendrá lugar la próxima Füllsen Fest, contó que está programada para los días 12 y 13 de Noviembre: “Se viene algo lindo. El sábado cerrará el grupo Los Moros y el domingo, La Zimbabwe.
Agregó que el acto protocolar con degustación de füllsen será el domingo a la mañana, como es costumbre: “El sábado arranca con espectáculos y habrá torneos de Kosser, tributos a Sergio Denis y la participación de Grupo Revelación y del ballet Alles Froh.
“Va a ser una mini Rural en la avenida de Pueblo San José” definió el entrevistado que, sobre la respuesta de la gente y la expectativa de los organizadores, sostuvo que sólo esperan haya buen tiempo: “El clima lo dice todo. Si vemos que llueve o que está con un ochenta por ciento de probabilidades, hay que posponerla, porque si no exponemos a las Instituciones a que hagan un gasto”.
A modo concluyente, agregó Dome que habrá una carpa con comida, a lo que se sumarán las Instituciones de San José, que podrán participar sin costo. 
Todos los eventos serán populares y gratuitos.




lunes, 10 de octubre de 2022

Las niñas cosían las ropitas para sus muñecas

Mamá confeccionaba las muñecas con tela de arpillera que cortaba de las bolsas en las que se estibaba el trigo, después de lavarlas con esmero con el jabón de lavar casero. Les realizaba, cosiendo y rellenando con lana de oveja, el cuerpo, los brazos, las piernas y la cabeza. Luego les cosía los ojos con botones de colores y les pintaba la boca con un tizón negro o si tenía tiempo, les bordaba una sonrisa con hilo rojo. La nariz a veces era un dibujo y otras también un botón. Al pelo le daba vida uniendo y cosiendo trozos de lana que la abuela hilaba en su rueca o pegando con engrudo mechones de crin que el abuelo cortaba de la cola del caballo cuando lo acicalaba.
Finalmente les tocaba a las niñas desarrollar su creatividad, recurriendo a retazo de tela rescatados de la ropa en desuso de todos los integrantes de la familia, para confeccionar la ropita de sus flamantes muñecas ahora convertidas en sus bebes. Así cosían vestiditos, polleras, pañuelos que luego les colocaban en la cabeza imitando la moda de sus madres. En ocasiones lograban encontrar algún frasquito que transformaban en mamadera ideando la tetina con gomas viejas de los vehículos de la comunidad.
Todo un mundo, una época, un tiempo que se fue y que en la actualidad solamente sobrevive en el libro “La infancia de los alemanes del Volga”. Para más información comunicarse a WhatsApp: 011-22977044 o al correo electrónico juliomelchior@hotmail.com.

sábado, 8 de octubre de 2022

¿Quién tomó Wunderbalsam alguna vez en su vida?

Estaba en casi todos los hogares de la colonia y se lo recetaba para cualquier tipo de dolencia, se lo consideraba sanador y efectivo. Se decía que jamás fallaba. La dosis a ingerir, dependía de la edad del paciente y de la dolencia, ya que podía ir desde una cucharadita de té hasta una cucharada de las que se utilizaba para tomar la sopa. En ocasiones, dependiendo de la rebeldía de lo que a uno le aquejaba, podía ser aún mayor. Muchas veces también, se remojaba un terrón de azúcar, que tampoco debía faltar en ningún hogar, porque el terrón de azúcar se utilizaba para tomar mate. Esta técnica de remojar un terrón de azúcar con Wunderbalsam se usaba porque, antiguamente, esta pócima era bastante amarga.

Los años felices

El aroma a tiza, el cuaderno único, los lápices de colores, los antiguos pupitres de madera, y todo un universo de reminiscencias poblando las aulas de las antiguas escuelas de las colonias, que surgen en la memoria de los alumnos de aquellos lejanos años. La presencia de la Hermanas Siervas del Espíritu Santo, a veces tiernas y dulces, otras, severas y excesivamente rectas en la enseñanza y la educación. El libro de lectura. El libro de catecismo. La Biblia. El estudiar de memoria. Las lecciones. Las cuentas; los números; la aritmética; la gramática; el lenguaje... Los recreos jugando a la payana o a decenas de divertimientos que el tiempo se llevó al olvido y solamente perduran en el ayer de alguna remembranza. Los grupos de amigas y amigos tramando travesuras. Y una inocencia increíble. Niñas y niños que creían en la pureza de la vida, en las hadas, en los ángeles, en los reyes magos, y en un mundo de fantasía que la misma existencia se encargó en trocar en cruda realidad.
Eran otros tiempos, otro estilo de vida, más simples, más sencillos, quizás más felices, porque se compartía lo que se tenía, porque los sueños se podían realizar, porque nada parecía imposible y porque en la niñez no existen las palabras “no se puede”.
Sin embargo, la vida y el tiempo transcurrieron. Las niñas y los niños de aquellos lejanos años crecieron. Se hicieron mujeres y hombres de bien. La mayoría se casaron. Formaron un hogar. Tuvieron hijos. Y en la actualidad seguramente Dios los habrá bendecido con nietos. Todos supieron, de alguna u otra manera, luchar por su felicidad y hacer de sus existencias una vida honesta y digna.

jueves, 6 de octubre de 2022

Las aldeas y colonias que fundaron los alemanes del Volga

 Las aldeas y colonias tenían calles de tierra, casas de adobe y de ladrillos, una avenida central ancha, con ramblas, una iglesia que era su orgullo, gente buena, que hablaba en dialecto alemán, poblando sus viviendas, muchos árboles aromando el ambiente, más allá el horizonte infinito, y un cielo sobre campos sembrados de trigo.
Las aldeas y colonias tenían grandes terrenos con hornos de barro, un Nuschnick en el fondo del patio, árboles frutales, una huerta, un gallinero y un chiquero con un cerdo para la carneada, un jardín de hermosas flores, y gente buena trabajando desde el amanecer hasta la noche, gente honesta, agradecida y muy creyente en Dios.
Las aldeas y colonias tenían el trinar de los pájaros, las torcazas arrollando sus crías en las copas de los árboles, los horneros construyendo sus casas de barro, los teros sobrevolando el poblado anunciando las visitas, el mugir de las vacas a lo lejos, el balar de las ovejas, el canturrear del abuelo mientras arreaba las lecheras.
Las aldeas y colonias tenían un mundo feliz, un universo cerrado sobre sí mismo, en el que reinaban los buenos sentimientos y los ejemplos de vida, una educación basada en el trabajo, las buenas acciones, el respeto y la virtud.




Si vas de visita a mi pueblo

 Si vas de visita a mi pueblo y recorres sus calles al atardecer, verás familias enteras sentadas en las veredas tomando mate, a la sombra de los árboles, conversando en alemán. Verás a los niños jugar en libertad, sin miedo, corriendo detrás de la pelota. Verás un cielo de estrellas surgir lentamente en el horizonte, con la noche que llega y el día que se va con el sol, cobijada en los brazos de la luna. Verás lugares hermosos, en los que se conjuga el ayer con el hoy. Verás viviendas que se construyeron con el pueblo, en los lejanos años de la fundación. Con techos a dos aguas, corredores largos y amplios, cenefas, bombas de agua, jardines con todo tipo de flores, patios grandes, verdes, huertas, molinos. Una iglesia majestuosa. Una avenida ancha. Ramblas con árboles centenarios.
Si vas de visita a mi pueblo, saluda a mi gente, esa bella gente de alma generosa, manos extendidas, temerosa de Dios, trabajadora, honesta, sacrificada, que nunca baja los brazos. Que jamás deja de creer. Esa gente rubia de ojos claros que descienden de colonos que un día llegaron a esos lares desde las lejanas tierras del Volga, a forjar su ideal en este suelo argentino.
Si vas de visita a mi pueblo, diles que los extraño y que jamás los olvidé. Diles que sueño con volver y descansar junto a ellos. Diles que estoy regresando. Diles que ya reservé mi lugar, junto a mis padres y a mis abuelos, al lado de mis hermanos.
No te olvides de darles mi mensaje. Ellos sabrán comprender. Y echarán a volar las campanas para esperarme y acompañarme en mi último viaje.

Historia de vida de la abuela Elisa, una alemana del Volga de 89 años, que nos cuenta su infancia

 "Yo empecé a trabajar a los ocho años, el día que ordeñé mi primera vaca, cuando mi madre enviudó, siendo muy joven y con ocho hijos. Yo tenía diez años y tres hermanos menores que yo: un varón de seis, una nena de cuatro y otro varón de un año. Los otros eran solamente un poquito más mayores que yo. Todos tuvimos que dejar la escuela y empezar a ayudar a sostener a la familia. Vivíamos en el campo. El patrón le permitió a mi mamá seguir estando, con la condición de que el tambo continuara produciendo, como cuando vivía mi papá. Por lo que todos tuvimos que abandonar la escuela y ponernos a trabajar en el tambo. Yo estaba cursando tercer grado. Me acuerdo que me gustaban mucho los números y las lecturas en alemán" -recuerda doña Elisa.
"Nos levantábamos a las tres y media de la mañana, porque eran muchas las vacas que había que ordeñar hasta las ocho, en que pasaba el carro a recoger los tarros con leche para llevarlos a la fábrica. Después venía el desayuno y luego otra vez afuera, a arriar las vacas a sus respectivos potreros. Regresar a casa y ayudar a mamá a lavar la ropa de toda la familia, hacer las camas, limpiar la casa. Un montón de tareas que tuve que aprender de golpe. Había días en que lloraba porque no quería levantarme tan temprano o porque estaba cansada de tanto trabajar, a veces, me dolía mucho la cadera, y también había días que quería ir a pescar con mis hermanos, como antes, o jugar con mis muñecas. Pero no se podía. Mamá era implacable. Y hoy la entiendo. No le quedaba otra. Adónde íbamos a ir, si ni casa teníamos. No teníamos un techo dónde vivir. Estábamos obligados a quedarnos trabajando en el campo. Y el patrón se aprovechaba de eso. Nos explotaba al máximo a la hora de pagarle los sueldos a mamá. Siempre tenía una excusa para reconocernos algo y nos descontaba todo. Siempre -revela doña Elisa con tristeza.
"Así es como desde muy chica supe lo que es trabajar para sobrevivir. Porque no solamente estaba el trabajo de ordeñar las vacas y todo lo que ya conté sino que también tenía que ayudar a cocinar, a limpiar el corral de los cerdos, que criábamos para carnear y hacer chorizos con una familia vecina, barrer el gallinero, recoger los huevos, darle de comer a las gallinas, barrer el patio, durante el verano juntar Blater, bosta de vaca, para la cocina a leña, que estibábamos en el patio y regar la quinta de verduras y hortalizas, que era inmensa, porque sembrábamos y producíamos para nosotros y una vez a la semana, mi hermano mayor, con un carrito, tirado por un caballo, iba a la colonia a vender verduras y huevos y alguna que otra gallina, pavos, patos, gansos. El trabajo era interminable" -afirma doña Elisa.
"Cómo si todo eso no fuera suficiente, mi hermano menor murió de pulmonía a los tres años. Fue una tragedia que mi madre nunca pudo superar. Cargó con ese inmenso dolor durante toda su vida. Cada vez que recordaba ese momento, lloraba. Médico no había. La ciudad más cercana quedaba a más de cincuenta kilómetros. Y tampoco teníamos dinero. Eran épocas difíciles. Tampoco teníamos auto. Sólo un carrito. Y el patrón llegaba una o dos veces al mes solamente. Mi mamá estaba siempre sola con nosotros. En el medio del campo. Un ranchito de adobe, un galpón de chapa y dos o tres árboles" -rememora con los ojos llenos de lágrimas.
"Esa fue mi niñez y fue mi adolescencia. Crecí de golpe. Maduré muy rápido, como todos los niños de aquella época de la colonia. Desde muy pequeña ya tuve que asumir responsabilidades y obligaciones de adulto. Por eso me casé tan joven. Yo me casé a los quince. Y a los dieciséis ya nació mi primer hijo. Pasé de trabajar en un campo, con mi mamá, a trabajar en otro, a la par de mi marido. Con él tuve que aprender actividades relacionadas con la ganadería, para poder ayudarlo. A la par criaba gallinas, cerdos y hacía huerta, lo mismo que cuando era niña. Éramos pobres y había que trabajar. Los hijos iban llegando, tuve seis, y había que darles de comer y vestirlos. Nada fue fácil. Sin embargo, con mi marido conseguimos construir nuestra casa, en la que trabajamos durante casi veinte años, hasta que estuvo lista. Haciendo muchísimo sacrificio para ahorrar, a veces, incluso privándonos de cosas. Pero fuimos felices juntos. Muy felices. Lo mismo que tampoco me quejo de mi niñez. Mi madre hizo lo que pudo y ella, tanto como la vida, me hicieron crecer, me formaron y me transformaron en lo que soy -concluye satisfecha, doña Elisa, acotando que tiene doce nietos que son su mayor orgullo y que es muy feliz.

lunes, 3 de octubre de 2022

Pueblo Santa Trinidad celebró su fiesta de Kerb

Los actos centrales se registraron el día domingo, primero con la misa que condujo el padre Rubén Del Pian, donde se refirió a la fe e instó a todos los presentes a confiar en Dios y a tener fé en Él, para enfrentar la vida, con todas sus vicisitudes.
Luego, en la esquina de la avenida Libertad y la calle Fundadores, se llevó a cabo el acto central, con la presencia de autoridades municipales, del Consejo Escolar, del Concejo Deliberante, vecinos y público en general. Había presentes muchos papás y otros familiares de niños del Jardín 902 que, con vestimentas típicas alemanas, bailaron la canción del Inmigrante.
El acto se inició con el Himno Nacional Argentino interpretado por la banda Bartolomé Meier; luego palabras del delegado de Santa Trinidad, Guillermo Appelhanz, quien enumeró las obras realizadas por el gobierno municipal actual.
Se entregaron distinciones: a la Banda de Música Bartolomé Meier –por su labor con toda la comunidad y la presencia permanente en las kerb y otros acontecimientos de Santa Trinidad-; a Mercedes Crunger –por su labor social, religiosa y educativa-; a Marina Seitz –por su labor educativa y el compromiso demostrado para enseñar a los alumnos bailes típicos y canciones infantiles de los alemanes del Volga-; y al vecino Andrés Albino Weinbender, por su labor comunitaria.
Cerró el acto, el discurso del intendente municipal Ricardo Moccero. Destacó el jefe comunal, lo que ha crecido Santa Trinidad. “Recordemos que los tres pueblos tenían un promedio de 1.800 habitantes o 2000. Hoy, Santa Trinidad ha llegado a tener 4 mil habitantes y ya casi, prácticamente, todos tienen los mismos beneficios que vivir en la ciudad cabecera”.
Habló de la continuidad en el crecimiento, por lo que destacó el trabajo conjunto: “Con los 16 concejales venimos trabajando y hemos logrado tener 600 lotes aquí en Santa Trinidad, que antes de fin de año, se van a estar sorteando en una parte, y en otros lotes, haremos un plan de viviendas. Este trabajo conjunto se viene desarrollando desde todo el año”.
Puntualizó, en cuanto a obras de infraestructura, que está próxima a inaugurarse la Escuela Secundaria N° 5, en los primeros días de noviembre, para continuar, inmediatamente, con la segunda etapa para ese establecimiento educativo.
Fuente: La Nueva Radio Suarez

Una casa, como las de antes

 Es lo que mostró el Jardín 902 en su salón de usos múltiples. Para quienes ingresaron en la tarde de ayer, en el marco del paseo que realizaron por Santa Trinidad, se encontraron con la oportunidad de meterse en una especie de capsula del tiempo.
Valijas, baúles, un viejo libro de moldería (los que se hacían en la vieja escuela de Formación Profesional, con los moldes en miniatura), un cochecito antiguo de esos que servían también para mecer al pequeño/a y calmar sus llantos hasta hacerlo dormir.
Una colcha antigua tejida al crochet, dando cuenta de cómo se decoraban las habitaciones antiguamente. Un jarrón y palangana de cerámica, en tiempos en que no había agua corriente y había que asegurar la higiene; una máquina de coser a pedal y un sillón mecedora antiguo, de esos que eran propiedad indiscutible de los más ancianos de la casa.
Una interesante puesta en escena de este jardín de infantes de pueblo Santa Trinidad, con un gran esfuerzo de directivo y equipo docente para hacerlo realidad, dentro del marco de las fiestas patronales (Kerb).


Muebles que marcaron nuestra infancia

 Antiguamente la mayoría de los muebles de la casa eran de madera, generalmente fabricados por el carpintero de la aldea o colonia, eran verdaderos maestros en este menester. Aunque también podía suceder que, si la familia era muy humilde, el mismo hombre de la casa los terminara realizando, porque por aquellos años la mayoría de los hombres sabían hacer un poco de todo. Desde mesas, sillas, los largos bancos que se ponían contra la pared, alacenas para guardar los platos, los utensilios y muchos muebles más.
Cada mueble está impregnado de recuerdos, vivencias y anécdotas que sobreviven en mi libro “Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga”.

domingo, 2 de octubre de 2022

El Ballet Alles Froh cosecha aplausos en cada presentación

La agrupación de danzas alemanas “Alles Froh” cuenta con cuatro años de
intenso trabajo, reconocidos regionalmente.

En diálogo con La Nueva Radio Suárez, Rocío Reser, creadora y directora de este grupo de danzas típicas alemanas, dijo que “la idea de formarlo al ballet surge desde niña, la verdad que me gusta mucho la cultura alemana inculcada por mi abuela, la música, las tradiciones. Soñaba con estar en un ballet de danzas alemanas, veía que venían muchos ballets de afuera a Coronel Suárez y siempre me daban ganas. En su momento hubo grupos de danza en nuestra ciudad en los que quise sumarme, por distintas cuestiones no pude participar”. 
La idea de impulsar la creación de un ballet de danzas alemanas tiene que ver con la disolución de los grupos que existieron y también con la actividad que desempeñó como Coordinadora del Centro Cultural: “Pensé que era el momento propicio para llevar a cabo la formación de un ballet que represente al distrito de Coronel Suárez y sus tres Pueblos Alemanes. Se impulsó una convocatoria para quienes estuvieran interesados, de a poco se sumaron algunos, se fue armando y creciendo a lo que es hoy el Ballet Alles Froh”.
En referencia a lo que viven en cada una de los espectáculos que presentan, Rocío Reser dijo que “la aceptación y los aplausos van creciendo en estos cuatro años. Si bien siempre soñé con tener un ballet de danzas alemanas, en el fondo no sabía que iba a ser de esta manera. Es un grupo hermoso de gente que lo conforma y llegar a este nivel de ser conocidos en la zona y la región es un orgullo y me emociona. Lo que logramos como equipo y que nos reconozcan, la verdad es que nos invitan de varios lugares, tenemos varias propuestas”.
Consultada en torno al origen del nombre que la agrupación tiene, indicó que “la idea era que fuera un nombre simple para pronunciar, ya que muchos integrantes no son descendientes de alemanes ni son de las Colonias. Pensando en algo que tenga relación con la alegría, ya que ese el objetivo principal, surgió ‘Alles Froh’, que significa todo alegría, todos alegres”.
En referencia a la proyección y la realidad que atraviesan como agrupación, Reser señaló que “espero que Alles Froh perdure en el tiempo, es difícil mantener un grupo así, no solo de la gente que tiene que ensayar, que lo hacemos una vez por semana, también las gestiones, la confección de vestuarios, lo que implica mucho dinero para poder mantener un ballet con estas características. Se sostiene gracias a que cada uno de los integrantes colabora con la venta de rifas o alguna actividad, y a la comunidad que responde siempre muy bien”. De esa manera concretan la variedad de vestuario que necesitan para los diferentes espectáculos en donde se presentan.
En cada evento que se organiza en los Pueblos Alemanes intentan estar presentes, convocados por las distintas comisiones o para las Fiestas Patronales de cada una de las localidades alemanas.
“La idea es esa, es un ballet que nació para estar en las fiestas de los Pueblos Alemanes”.
El Ballet Alles Froh está conformado por 13 integrantes adultos, así como también un grupo de 12 niños. 
Anoche, el ballet nacido en Pueblo Santa María se presentó en la Fiesta de la Cerveza, esta vez con una coreografía distinta, participando del spicher de cerveza. Y para este domingo el Ballet estará presente en la celebración de las Kerb de Santa Trinidad.
Al finalizar, Rocío Reser dijo: “Quiero agradecer también a Hugo Schwab, Diego Dome y Juan Hippener la invitación. Y lo lindo de ver unidas a las Colonias y trabajar en conjunto”.