Rescata

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jueves, 25 de enero de 2024

Conservar nuestro sentido de pertenencia y con ello nuestros valores que nos identifican como descendientes de alemanes del Volga

Rescatar y revalorar la cultura ancestral de nuestra colectividad es identificarnos con nuestras raíces más profundas para comprender nuestra identidad personal y definir conceptualmente el por qué somos como somos individual y comunitariamente. Es saber el por qué de nuestra fuerza de voluntad primigenia, ese sentido tan arraigado de sentirnos capaces de enfrentarnos a cualquier dificultad y vencerla, esa contracción al trabajo y al esfuerzo puestos al servicio del crecimiento con dignidad y honestidad.
Por eso es importante tomar consciencia de que las personas mayores tanto como los escritores dedicados a investigar el pasado de los pueblos son de vital importancia para la recopilación de información del ideario colectivo como fuente de conocimiento y esencia de identidad, para mantener nuestra verdadera esencia, nuestro sentido de ser, nuestro origen, nuestra historia, nuestro sentido de pertenencia y con ello nuestros valores que nos identifican como descendientes de alemanes del Volga.

En búsqueda de nuestra identidad

 Desentrañar el por qué de nuestra identidad: por qué somos como somos, por qué nos gustan las cosas que nos gustan, por qué nos comportamos como nos comportamos… preguntas cuyas respuestas nos definen no solamente como personas individuales sino también seres humanos que integran una sociedad multicultural, como la Argentina, construida sobre la base de un crisol de razas.
Para encontrar las respuestas a todas estas preguntas es fundamental mirar hacia el pasado, dialogar con nuestros mayores, escuchar lo que nos tienen para contar de sus experiencias de vida, y leer libros que tratan el tema, que lo profundizan, que aportan detalles y datos, como los de Julio César Melchior:
.- "Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga"
.- "La infancia de los alemanes del Volga"
.- "La vida privada de la mujer alemana del Volga"
.- "La gastronomía de los alemanes del Volga".

sábado, 6 de enero de 2024

Una tradición perdida (Día de Reyes en las aldeas y colonias fundadas por descendientes de alemanes del Volga)

 Cada 6 de enero, jornada en que se conmemora el Día de Reyes en las aldeas y colonias fundadas por descendientes de alemanes del Volga, se llevaba a cabo una tradición que se denomina “gross neujahr” que en su traducción literal puede leerse como Año Nuevo Grande.
Su desarrollo estaba a cargo de los hombres, que salían con el amanecer a recorrer los hogares de familiares y amigos a desear feliz año a cambio de un Schnaps, es decir, una copita de licor casero o algún símil.
En cada vivienda se los recibía con entusiasmo y alegría, en las que no faltaban la música y las canciones picarescas. Sobre todo, a medida que avanzaba la mañana, las reuniones y los Schnaps se multiplicaban, y el licor comenzaba a hacer su efecto.

Las fiestas de fin de año: costumbres y tradiciones

Las fiestas, celebraciones, conmemoraciones y ritos comenzaban al aproximarse el final de noviembre, cuando se iniciaba el mes de Adviento, con el que se preparaban las almas para recibir al Niño Jesús el 25 de diciembre, noche en que toda la comunidad, quedando exceptuados los enfermos, asistía a la medianoche a la Misa de Gallo o Mette, después de la cual, habiendo regresado las familias a sus hogares, recibían la visita del Pelznickel y el Christkindie, siendo el primero una especie de ogro que hacía expirar sus culpas a los niños traviesos y la segunda, un hada buena simbolizando el amor que Jesús traía al mundo con su nacimiento.
Los festejos continuaban el primer día del nuevo año, cuando los niños, en tropel, recorrían las aldeas y colonias desde el amanecer, a desear, a desear un venturoso Año Nuevo a familiares y amigos, recitando antiguos versos compuestos para tan trascendente ocasión.
Y finalizaban el Día de Reyes, con el “gross neujahr” tal como ya describimos en detalle al inicio de esta nota, cuando explicamos que el “gross naeusjahr” era el Año Nuevo Grande.

viernes, 5 de enero de 2024

Hoy cumple años Colonia Hinojo, la colonia madre de los alemanes del Volga

Un 5 de enero pero de 1878 se fundaba Colonia Hinojo, en el partido de Olavarría, provincia de Buenos Aires, el primer asentamiento alemán del Volga en la República Argentina. Los fundadores habían nacido en la aldea Kamenka. Traían consigo su lengua, su arquitectura, sus costumbres, sus tradiciones y su idiosincrasia. Un legado cultural que conservan con orgullo sus descendientes. La colonia madre fue fundada, entre otros, por Andrés Fischer, Jorge Fischer, José Kissler, Miguel Kissler, Andrés Kissler, Pedro Pollak, José Simon, Juan Schamber, Jacobo Schwindt y Leonardo Schwindt, acompañados por sus esposas e hijos.

Todavía se conservan algu­nos testimonios de esas primeras épocas, como por ejemplo un breve manuscrito que el Schulmeister José Gottfried encontró en la iglesia local. Se lee allí que: "Duros fueron los primeros tiempos, nos decían nuestros abuelos (...) primero el idioma (...) los pajonales (sic), no se divisaba más que unos metros y el poco tiempo transcurrido de la con­quista de (sic) desierto siempre quedaban algu­nos indios los hombres (que) tenían que (ir) a sus chacras a trabajar (ilegible. Quizá: "les temían").
Con mejor sintaxis pero con datos parecidos, informa a su vez esta otra reseña: “Llegaron hasta un lugar llamado San Jacinto. Lo único que respondía a ese nombre eran los pa­jonales, donde los patriarcas permanecieron unos dos años, debiendo organizar continuamente guar­dias, armados con implementos antediluvianos pa­ra defenderse de los malones indios."
De cualquier forma, los rastros de esta primera fundación prácticamente se han perdido.
“A raíz de algunos conflictos sus­citados con otro grupo de colonos, en este caso franceses esta­blecidos en la zona acogida por la misma ley de colonización, los alemanes solicitaron y obtuvieron el permiso para trasladar­se a un kilómetro de distancia”, escribe Olga Weyne.
Acordado este permiso, desmontaron todas las viviendas para trasladarlas al nuevo destino, al cual llegaron pocos días después nuevos emigrantes del Volga en cantidad bastante apreciable.
Así quedó fijado el lugar definitivo de co­lonia Hinojo.
Como las familias estaban formadas por personas todavía jóvenes y los hijos eran nume­rosos, tanto los hombres como las mujeres, al principio, tuvieron que realizar tareas sumamen­te agobiadoras, no sólo en la casa sino también en el campo. Uno de los más jóvenes principian­tes, el primer año, contra viento y marea pudo sembrar de cuatro a cinco hectáreas; el segundo año anduvo mejor y llegó a las 14 hectáreas.
Después de fundarse la colonia de Hinojo, se desplazó otra corriente inmigratoria desde el Volga y unas veinte familias fundaron la colo­nia Nievas, llamada también Holtzen. El cielo los favoreció y, obteniendo buenas cosechas en los años siguientes, pudieron acomodarse bien. La producción abundante de la hacienda sumó nue­vos ingresos, que fortalecieron la economía que ya tomaba bases sólidas.
Estas circunstancias estimularon su progreso y dos años más tarde se fundó colonia San Miguel.
Los colonos orientaron sus ac­tividades hacia las dos ramas fundamentales del campo: agricultura y ganadería. Las chacras de las tres colonias contaban con pasto muy bueno para la hacienda. Ese fue un factor de peso pa­ra que algunos se consagraran con preferencia a lo último, por lo cual podía observarse chacras que contaban hasta con mil y dos mil cabezas de animales, entre vacunos, lanares y equinos.