Rescata

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jueves, 31 de marzo de 2011

Vivir

Por Jean J. Rousseau


Vivir no es simplemente respirar; es actuar, es hacer uso de nuestros órganos, sentidos, facultades, todas aquellas partes de nosotros mismos, las cuales nos dan esa sensación de existir. Vive serenamente y disfruta tu vida. Por ir de prisa no solamente pierdes la capacidad de mirar a tu alrededor. Pierdes también la capacidad de saber con exactitud hacia donde vas y por qué, y no des por vencidos tus sueños, porque si los sueños mueren en ti, la vida es como un pájaro de alas rotas que no puede volar.

La sabiduría de las manos

Por Vanesa Soledad Haffner

Cuando el sol de la mañana recién se eleva unos centímetros del horizonte, ella perfila su sinuosa figura y esperanzada emprende la tarea. En su mundo de ama de casa, sonríe, disfruta de su lugar, busca un delantal, una gran colección de diseños propios la aguarda… Las sus manos en una pequeña vasija, limpia su corazón desahogándose con lo que más le agrada: cocina. En una pequeña mesa de pino, desgastada, forma el bollo: harina, levadura, huevos, una pizca de ilusión, tarareando alguna canción que repetiría una y otra vez, comienza a estirar su humanidad: con sus manos arrugadas por los años y con la fortaleza de su espíritu amasa la vida. Y en tan noble tarea, colaboraban sus pequeños hijos, trayendo hojas de eucalipto, ramas finitas, para prender el fuego. Doña Celestina se dirige al horno, enciende el fuego para calentar aquel horno de barro semejante a un caparazón, y en el centro una puerta de hierro por donde se introducía con ayuda de una pala de largo mango todas las masas a cocinar. Ella en cada horneada siente realizada su tarea… Como buena cocinera mira su creación culinaria y sonríe como aprobando su trabajo. “Su universo es una masa que viene y va, y con pequeños golpecitos la hacía trabajar”. Largas horas de espera, aguarda sentada en un algún rincón, controlando la temperatura y agregándole leña al fuego, para que este no se apague. Meditaba mientras susurraba, cuántas mañanas realizando el alimento para su familia con gran orgullo, pero con un enorme cansancio que llevaba en el alma. Una vez terminada su labor, compartían en una gran mesa todas las exquisiteces que en aquel horno de barro había cocinado. Día tras día, Celestina amasaba la vida, no sólo para consumo propio sino también para sus amigos y vecinos. A veces hacía trueque por alguna cosita que le faltara, huevos, verduras… por un rico pan casero o una torta alemana recién horneada. Nadie quería perderse de probar sus delicias; el viento de la mañana era el difamador de que el horno de “Tina” estaba funcionando, barriendo el sabroso aroma por toda la colonia. Una buena excusa era ir a curarse el “empacho”, que ella con un hilo y sus manos curaba, sabiendo que serían invitados a probar alguna porción: la casa de “Tina” siempre estaba llena de gente. De alma generosa, corazón aniñado, mirada de mujer melancólica, comprensiva, buena amiga, mejor madre… Hija de padres ruso alemanes que llegaron a estas tierras en el barco de la esperanza. Creada con un pilar de valores que personificaron su vida en la solidaridad y el amor fraterno. Dura fue su infancia, de trabajo forzado, de tristezas olvidadas y sueños truncados. Aún así, luchaba día a día, sosteniendo a sus padres, con la ilusión de un mañana mejor. Conoció el amor y todo cambió: formó una familia y el gran sueño de su vida se concretó. Largos e interminables días, noches y mañanas con una quietud lacerante que aquietaba hasta sus manos, fueron cerrando sus ojos en una húmeda mirada. Vive en el viento como un ángel sin alas, mirándonos desde el cielo, guiando nuestros días.

Mi abuelo se marchó para siempre y para siempre es demasiado tiempo

Para siempre es demasiado lejano. Para siempre es demasiado eterno. Y quería haberlo tenido para despedirme de él, para decirle que a pesar de su carácter difícil, lo quería mucho, pero como siempre lo hizo, se fue sin avisar y nos dejó solos y sin saber por qué. No fui a su última despedida, a darle el adiós definitivo; pero aunque hubiese ido no lo hubiese querido ver. Prefiero mantenerlo en mi mente con tu semblante risueño, su expresión alegre, su mirada lejana y pensativa. O en casa conversando mientras la abuela hacía la comida; o en su coche, que tanto quería, camino de Coronel Suárez para cobrar su jubilación. Cuando pienso en él, es gracioso pero siempre lo imagino en nuestro querido pueblo, o conmigo cuando yo era pequeño y me llevaba a pasear, me daba todo lo que yo quería, todo, y a veces me llevaba a la tienda de los Steimbach, y me decía: -Elegí lo que querés. Lo pasamos bien en el pueblo, ahora ¿sabes, abuelo?, ya no hay casa, ni huerta, aunque vos probablemente podrás estar allá sin hacer ruido, sin que nadie te vea, en tu antiguo cuarto y en tu huerta, porque la huerta siempre será tuya. Y ahora ya hace dos años que te fuiste, en aquel 17 de agosto... Un día me dijiste que querías llegar a los 93 años, porque tu padre se fue de tu lado con 39, no lo has conseguido pero no importa ¿verdad?, ahora ya estás con él. Adiós abuelo, siempre te querré muchísimo. Me tortura pensar que no pude despedirme de ti, y que llevaba algunos meses sin hablar contigo, y que cada día que pasaba decía: mañana sin falta voy a verlo, pero al final no lo hacía, y así hasta que llegó el día en que mi hermano me dijo por teléfono que te habías muerto... Espero que desde algún rincón del cielo me oigas. Gracias porque fuiste un gran abuelo para mi, y porque sé que me querías mucho. Adiós para siempre.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Fotografías antiguas de los alemanes del Volga




Para meditar: Acepta los problemas de la vida

Muchas veces nos desesperamos por la cantidad de problemas que tenemos que afrontar diariamente: en el trabajo, en la casa, en cualquier otro lado. Parecería que fuéramos de problema en problema; no terminamos de salir de uno cuando ya aparece otro. En esos momentos solemos decir: "¡Que feliz sería si no tuviera tantos problemas!" Sin embargo, este es un enfoque equivocado. Mientras vivamos, la vida nos presentará inevitablemente problemas para resolver, y el hecho de ser feliz no está relacionado con la existencia o no de problemas sino con la manera en que los enfrentas. Piensa un poco en qué es una situación problemática. Se dice que tenemos un problema cuando algo no se produce de la manera que nos gustaría. No ganamos lo que nos gustaría, los hijos no se portan como nos gustaría, o simplemente el tránsito no avanza tan rápidamente cómo nos gustaría. ¿Sería posible que todo ocurriera de la manera en que a ti te viene bien? Obviamente que no, aunque más no fuera por la razón de que muchas veces lo que es el beneficio de uno es el perjuicio del otro. Entonces vemos que los problemas son una parte ineludible de la vida. Si queremos vivir, tenemos que enfrentar problemas. Pero no debes verlo como un mal irremediable, sino como una oportunidad para superarte. Cada problema es una oportunidad para ejercer tu razonamiento, que es la manera de crecer. Ejercer tu razonamiento con un problema no significa necesariamente tener que resolverlo. Tal vez lo que debas hacer es ignorarlo. Con cada problema que se te presenta, tienes las dos opciones: resolverlo o ignorarlo. Existen distintos tipos de problemas, y a menudo se presentan varios simultáneamente. Sería una cuestión sin sentido tratar de resolver todos sin que falte uno. Cuando tenemos que enfrentar varios problemas al mismo tiempo, lo primero que tenemos que hacer es jerarquizar los mismos. Habrá algunos más importantes y otros que lo son menos. Tus recursos no son ilimitados y es probable que, al tratar de solucionar los menos importantes, comprometas la solución de los más urgentes. Entonces sería una decisión sabia ignorar aquellos problemas que en el momento no te son tan importantes. Una vez establecida una jerarquía de problemas y determinado cuáles vamos a tratar de resolver y cuáles vamos a dejar para más adelante o para nunca, no nos queda otra alternativa que comenzar a tratar de resolverlos. Es en este momento cuando realmente está en juego la posibilidad de ser feliz; la diferencia entre ser feliz o no, radica en la actitud con que afrontas tus problemas. Hay tres actitudes con las que puedes encarar la resolución de tus problemas: "Soy incapaz de solucionar nada", "Nada es demasiado difícil para mí" y "Algunas cosas podré resolver y otras no". La última opción es la única que te puede ayudar a tener más felicidad en tu vida.

Treinta años después: Vieja calle de la colonia

Ahora que he regresado sigamos caminando juntos por la vieja calle de la colonia, tu recuerdo y yo. Esa calle que en cada esquina tiene historias diferentes. Allí donde cada paso es extraño en el andar de los que van y vienen. Allí donde hemos dejado el amor en un beso no correspondido, el cansancio de las lágrimas arraigado en las miradas y los pasos que dejaron huella en el pasado siguiendo el andar de un amor imposible. Allí donde sufrimos y escribimos en el alma nuestro primer dolor. Sigamos caminando por la vieja calle del ruido a carros y caballos y del silencio del corazón que mira el presente llorando el ayer, mientras mis labios van pronunciando palabras extrañas y ajenas, nombres que confluyen en el recuerdo, rayos de esperanza que se funden en sueños e ilusiones de encontrar a seres queridos que todavía no hayan fallecido, a pesar de saber que treinta años de ausencia es mucho tiempo. Sigamos caminando mientras miramos el horizonte, entre los silencios amargos de los tristes recuerdos que florecen como flores de perfume a difunto en las veredas: mi dicha por volver a mi amada colonia me sigue alumbrando la sombra de la alegre sonrisa y me lleva al sitio aquel, donde el pasado fluyó en mis labios como evangelio eterno que se quedó en tus manos, querida María, para comenzar entre suspiros, el andar de la vieja calle que sigue allí mirándome, entre historias y sueños vividos. Esa calle que es aún el santuario del gran amor que te profesa este hombre que nunca dejó de amarte y regresó, treinta años después, para buscarte y te encontró en una tumba, en el cementerio.

Oficios que van desapareciendo: El afilador

El afilador es un comerciante ambulante, que se transporta en una bicicleta para ofrecer sus servicios de afilar cuchillos, tijeras y otros instrumentos de corte. A finales del siglo XX los afiladores urbanos tendieron a establecerse en comercios situados dentro del recinto de los mercados o en la calle. Estos comercios suelen tener una doble función, tanto lugar de trabajo para el afilado de herramientas de corte como punto de venta de las mismas. A comienzos del siglo XXI apenas se ven por las calles.


Originalmente el afilador hacía su recorrido a pié, con su "herramienta" a cuesta, armada en madera, con una gran rueda que en la parte superior llevaba un disco de piedra esmeril que se accionaba manualmente. Una pequeña alcuza mojaba la piedra facilitando el afile de cuchillas y tijeras. Los cocineros, los peluqueros y los sastres fueron los clientes más consecuentes. Con el sonido cordial de su flautín, armado con siete canutillos metálicos o de madera de diferente tamaño que reproducían la escala musical, anunciaba su presencia. Los afiladores actuales –hablando, más precisamente, de mediados del siglo XX- van en bicicleta que con pequeñas adaptaciones responde muy bien a su actividad. Sobre el caño, es decir el tramo que va desde el manubrio al asiento, lleva la piedra de afilar que se acciona a través de una rueda dentada unida al eje de la piedra que se conecta con la cadena de la bicicleta. Con la rueda motriz ligeramente levantada del suelo mediante un pequeño sostenedor, sólo falta pedalear para comenzar a afilar. El brillo de las chispas, agrega un carácter festivo al trabajo.

martes, 29 de marzo de 2011

¿Quién es tu amigo?

Tu amigo es: el que siendo leal y sincero, te comprende; el que te acepta como eres y tiene fe en ti, el que sin envidia reconoce tus valores, te estimula y elogia sin adularte; el que te ayuda desinteresadamente y no abusa de tu bondad a construir y pulir tu personalidad; el que goza con las alegrías que llegan a tu corazón. El que sin penetrar en tu intimidad, trata de conocer tu dificultad para ayudarte; el que sin herirte te aclara lo que entendiste mal o te saca del error; el que levanta tu ánimo cuando estás caído; el que con cuidados y atenciones quiere menguar el dolor de tu enfermedad; el que te perdona con generosidad, olvidando tu ofensa. El que ve en ti un ser humano con alegrías, esperanzas, debilidades y luchas. Este es el amigo verdadero. Si lo descubres, consérvalo como un tesoro.

Invitación a la presentación de un nuevo libro del escritor Julio César Melchior

“Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga” rescata historias, vivencias, anécdotas, costumbres, tradiciones y fotografías antiguas. Es un digno homenaje del escritor Julio César Melchior a los antepasados alemanes del Volga que un día llegaron a la Argentina para hacerse la América y terminaron construyendo un hermoso país.


Prof. Desiderio Walter


El Instituto Cultural de la Municipalidad de Coronel Suárez invita a Ud/s. a la presentación del libro "Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga, del escritor Julio César Melchior, el jueves 31 de marzo, a las 19 hs., en Sala Bicentenario del Mercado de las Artes "Jorge Luis Borges".


¡Los esperamos a todos!

lunes, 28 de marzo de 2011

Las casas de adobe: Mudos testigos de la historia de las colonias

En las colonias quedan como reliquias algunas viviendas que han sobrevivido al transcurrir de los años. Monumentos que nos hablan de historias escritas con el esfuerzo de quienes desarrollaron allí sus vidas y criaron con amor a sus hijos.



Las casas de adobe –escriben los historiadores Generoso María Stang y Orlando Britos- se construían con rapidez; no contaban con cimientos y fueron viviendas económicas, por contar para su construcción de escasos elementos y ofrecer solamente las condiciones indispensables para salvaguardar a los colonos de las inclemencias del tiempo. Para la construcción de las casas de adobe se establecía un pisadero en el cual con la ayuda de parientes se hacía un hoyo en el suelo donde se mezclaban en partes iguales tierra, agua y pasto. Todo ello se trabajaba hasta obtener una masa compacta y consistente que se trabajaba con el pisoteo de los animales. El barro se introducía en un molde y una vez seco se procedía al desmolde quedando formados los ladrillos de dimensiones considerables. Las casas de adobe tenían un espesor de 40 cm., se construían sin cimientos y el techo se hacía a dos aguas. La vivienda se construía con los ladrillones anteriormente citados unidos con barro. Se colocaban alambres en forma horizontal de los parantes de la estructura previamente establecida, donde se iba entretejiendo manojos de paja hasta cubrir toda la pared. Se revocaban las paredes con barro y una vez que el mismo estaba seco, las mujeres las pintaban de blanco con cal.

La construcción paso a paso

El proceso de construcción se iniciaba con la preparación del barro que se realizaba en un hoyo con partes iguales de tierra, pasto y agua. El pasto se utilizaba para obtener una pasta más resistente y de fácil manejo, en el posterior armado de los ladrillos de adobe. Cuando la mezcla alcanzaba su punto exacto, se introducía el barro en moldes en los que se le daba forma de ladrillo o bloque. A continuación se procedía a erigir la vivienda. Se comenzaba por levantar las paredes, generalmente de unos cuarenta centímetros de espesor, hasta una altura de tres metros. Se edificaba uniendo los ladrillones con barro, sobre una estructura formada por varias líneas de alambre colocados en forma horizontal. Finalmente se techaba a dos aguas y se colocaba paja sobre el techo, que hacía las veces de aislante. Concluida la construcción, las viviendas eran revocadas con barro que, una vez seco, se blanqueaba con cal. Sobre el techo se asentaba paja para reforzar el techo que solamente era de chapa de zinc: así se transformaba en un hogar que en el verano era fresco y en el invierno, con la ayuda de la cocina a leña, caluroso. La paja se obtenía de los rastrojos después de la trilla de trigo, que eran rastrillados con implementos especialmente diseñados para este me­nester. El rastrillo era tirado por caballos. Y una vez reunidos varios montículos de paja seca, se procedía a cargarlos sobre los carroschata que estaban acondicionados de manera que se pudie­ra estibar la carga hasta gran altura, sobre la cual iba montado el auriga y sus ayudantes munidos de horquillas rumbo a la vivienda donde se debía colocarla. Esta costumbre se lle­vaba a cabo porque los techos cubiertos de paja significaban poseer una casa fresca en verano y templada en invierno.

domingo, 27 de marzo de 2011

Tú eres la causa de todo

Nunca te quejes de nadie ni de nada, porque tú, y sólo tú, eres la causa de todo lo que te pasa. Ni digas jamás que la situación está difícil. Lo estará para ti. Hay miles de personas para las cuales no tiene nada de difícil. No digas que el dinero está escaso. Eso será en tu casa. Abunda en muchas partes y lo tienen los triunfadores, los optimistas. No te engañes. Tú eres la causa de todo lo que te acongoja, de tu escasez, de tu mala situación, de tus dificultades, de tus desdichas. La causa de todo lo eres tú. Aprende de los fuertes, de los activos, de los audaces, de los valientes, de los enérgicos, de los que no ponen pretextos, de lo que no conocen las dificultades. Aprende de los que triunfan; sé hombre cabal. Levántate, anímate, apúrate, y ¡triunfa!

sábado, 26 de marzo de 2011

Las personas felices

Las personas más felices no siempre tienen lo mejor de todo; sólo sacan lo mejor de todo lo que encuentran en su camino. La felicidad espera por aquellos que lloran, aquellos que han sido lastimados, aquellos que buscan, aquellos que tratan. Porque sólo ellos pueden apreciar la importancia de las personas que han tocado sus vidas.

Fotografías antiguas de alemanes del Volga


Familia Margarita Fuhr y Enrique Wagner e hijos

Enlace matrimonial de los esposos Graciela Schneider y José Krieger. Los acompañan los tíos de la novia: Erminda Desch y José Graff

viernes, 25 de marzo de 2011

Jamás lograremos la tan ansiada paz interior si vivimos...

Jamás lograremos la tan ansiada paz interior si vivimos una vida de manada. Porque es perder nuestra armonía e identidad. Es hacer lo que todos hacen por el simple hecho de quedar bien. Es sufrir inútilmente porque nos atenemos a cumplir el mandato de la sociedad. Es consolarse con el que dirán. Conformarse con lo que nos toca. Y nunca decir “yo quiero”, “yo deseo”, por miedo a lo que piensen de nosotros los demás.

Pueblo San José festejará el 124º Aniversario de su fundación el 16 de abril

Esto es lo que diagramó la Comisión que integran todas las instituciones de este Pueblo Alemán y que cada año trabajan arduamente en los preparativos de estos festejos que están tan cerca uno de otro.
Consultado Daniel Schwindt, Delegado de San José, dijo que “nuestra pretensión es llegar a hacer una buena fiesta de aniversario y también un buen festejo de Kerb, porque la comunidad está esperando estos dos acontecimientos que siempre sirven para las reuniones familiares, las salidas a espectáculos y a diferentes actividades que se proponen en cada caso”.
Informó que el sábado 16 de abril será la celebración del 124º aniversario de la creación de Pueblo San José, día en que habrá un torneo de Koser, una misa en acción de gracias y luego, en el Gigante de Independiente, un desfile de modas con elección de la reina, esta última actividad organizada por la Comisión de Hockey del club.
Mientras tanto ya se están preparando los homenajes a los vecinos destacados y las instituciones. En este caso, recibirán un recordatorio la Escuela Nº 3, por el 125º aniversario de su creación, la Cooperativa Eléctrica, por sus 50 años de acción cooperativa para los tres Pueblos Alemanes, y el comercio de Benito Herr, que también cumple 50 años desde su creación.Y la semana entre el 30 de abril y el 8 de mayo están programadas diferentes actividades, en el marco de las tradicionales Kerb y que oportunamente se darán a conocer más detalles.

(Fuente: http://www.lanuevaradiosuarez.com.ar)

Stella Maris Roth, presidenta del Taller Protegido de Santa María

“Quiero trabajar en esta institución porque hay mucho que se puede seguir haciendo por las personas especiales”.



Quien es desde hace quince días la presidenta del Taller Protegido de Pueblo Santa María, habló con La Nueva Radio Suárez en torno a sus expectativas, sus ganas de trabajar por una institución a la que quiere, y sus experiencias anteriores con personas con necesidades especiales.Es maestra jardinera desde hace muchos años en la Escuela Parroquial Santa María, y relata que le han tocado “experiencias de integración muy positivas, donde todos terminamos aprendiendo y mucho. Me ha tocado tener en la salita chicos con síndrome de Down, y ha sido maravillosa la experiencia, no solamente para los chicos mismos, sino y sobre todo, para los adultos, docentes y padres quienes logramos muchos aprendizajes en torno a la ganancia que tienen las experiencias de integración”.
Cuenta que no trabajó antes como miembro de la comisión directiva de la entidad que ahora preside “sí he estado formando parte de muchas instituciones de la comunidad”. Explica que “el Taller Protegido de Pueblo Santa María tiene actualmente 9 operarios que concurren, ya que por el buen trabajo desarrollado por la maestra de especial que trabaja en la institución se ha logrado ubicar a dos de sus miembros en un microemprendimiento de Pueblo Santa María.
“Nuestra propuesta es seguir trabajando como lo hizo la comisión directiva anterior, teniendo como centro a los chicos que concurren porque ellos son los destinatarios de toda la labor que se despliega. Nuestro objetivo es seguir avanzando en la obra de construcción de la sede definitiva del Taller, en una primera etapa que ya tiene levantados los cimientos”.
La nueva Presidente del Taller Protegido Santa Maria expresa que “Este es un año político así que estaremos golpeando muchas puertas solicitando la colaboración de todos los partidos para hacer realidad esta obra. También estoy siguiendo con las gestiones para lograr las medias becas para los concurrentes al Taller, lo que nos produciría una ayuda muy importante para el sostenimiento de la entidad”.
Agradeció la predisposición del Club El Progreso, debido a que Claudio Holzman, su presidente, le anunció que todos los miércoles iba a estar disponible la cancha de fútbol 5, para que los operarios jueguen un partido, mientras que se predispone todo lo concerniente para que este año, vuelvan a disfrutar periódicamente de la pileta cubierta de Blanco y Negro, tal como lo hicieron el año pasado.

Uno crece cuando...

Uno crece cuando se impone metas sin darle importancia a los comentarios maliciosos ni los prejuicios malintencionados; cuando da ejemplos sin importarle comentarios ni desdenes; cuando cumple con su labor a consciencia y seguridad, con el único fin de encontrar la felicidad y la concreción de su máximo sueño.

jueves, 24 de marzo de 2011

El 28 de mayo en Pueblo Santa María se llevará a cabo la Fiesta del Acordeón.

Desde hace varios años, el Rotary Club Las Colonias ofrece esta actividad especial en alguno de los tres Pueblos Alemanes, donde se dan cita los mejores acordeones de toda la región e invitados de Provincias vecinas, para el deleite de todos los que concurren a escuchar.

En esta ocasión será el 28 de mayo y en el Club El Progreso de Pueblo Santa María, cuando tendrá lugar este evento que mucho disfrutan los amantes de la música y de este particular instrumento que está tan ligado a los Pueblos Alemanes.En estos momentos, los organizadores, el Rotary Club de Las Colonias, están en plena etapa de invitación a todos los músicos que habitualmente visitan el Distrito para esta Fiesta. Sobre el particular, Hugo Ermantraut, Presidente del Rotary Club, acompañado de Claudio Holzmann, Presidente del Club El Progreso, brindaron algunos detalles de la organización de este evento.Lo importante es que la gente tome en cuenta esta propuesta, para ir proyectando con tiempo este sábado especial que se vivirá en Pueblo Santa María.

La costumbre del mate entre los alemanes del Volga

“El primer contacto con el ritual del mate debió ser similarmente sorpresivo para todos los extranjeros. Para un alemán del Volga, por ejemplo, fue así: "Nos esperaban con carros los colo­nos... Una vez en la colonia me convidaron con el primer mate. Yo creía que esto era tabaco y que debía fumarse en una pipa bastante diferente de las que usábamos en el Volga. Chupé fuerte, como es natural. Las consecuencias fueron una formi­dable neblina que produje con mi resoplido al sentir 1a quemazón. La gente se moría se risa. Para ellos, él mate ya había desalojado el té de China que tomábamos en Rusia" (Olga Weyne).

El alemán que quería un mate más caliente

Hace ya muchos pero muchos años un alemán de oficio lomillero se estableció en nuestra frontera con el Brasil. Se destacaba tanto por su habilidad para fabricar lomillos y magníficos recados de montar, como por su dificultad para apren­der el "españoles", esa mezcla de castellano y portugués típico de la frontera. Aprovechando esta dificultad un pardito vivaz y pícaro a quien el ingenuo alemán tomara como ayudante, resolvió gastarle una broma. Sabido es que, en rueda de mate, basta con decir "gracias" al devolver el mate al cebador para no seguir tomando. En cambio, decir que el agua no está bastante caliente resulta casi una ofensa para quien desea agasajar a su visita y se precia de "ce­bar" bien.
El morocho sabandija le explicó a su patrón que cuando no quisiera tomar un mate en casa ajena, bastaba con que dijera a quien se lo cebaba: "Más caliente".
A los pocos días el alemán, de visita en casa de un estanciero brasileño de la frontera para quien hiciera un hermoso recado, vio el previsto ofrecimiento del mate, bebida que no era de su agrado. El estanciero era hombre poderoso, de baúles llenos de libras y bolivianos, y padre de una hermosa hija que con sabiduría maestra se encargaba de cebarle el mate. Recién empezaba la rueda. El alemán, después de tomar por respeto el mate que le ofrecieron, agradeció, sonriente y bobo: "Más caliente". El viejo se puso verde como la yerba, la hija roja como su vestido. Corrió a la cocina, casi hirvió el agua, lo cebó de nuevo con cuidado y volvió a ofrecerlo al forastero. Este, sorprendido, pues creía haber termina­do con aquella bebida amarga a la que le costaba acostumbrarse, se sintió obligado a ingerirla y volvió a decir ya inquieto pero todavía ingenuo: "Más caliente". El viejo pasó del blanco al morado y soltó un rugido. La hija, en pleno ataque de rabia, corrió a la cocina. Vejada en su justa fama de buena cebadora y por un "gringo", decidió vengarse: hirvió el agua y le cebó el mate por la bombilla que, como era de plata, quedó como si la hubieran puesto al fuego. Con siniestra sonrisa lo ofreció de nuevo al forastero, quien sin entender ya nada de lo que pasaba e incapaz de resistir el ofrecimiento, llevó maquinalmente la bombilla a los labios. Escupió la cebadura sobre el lomo del gato casero, cuyo aullido de dolor fue cosa del otro mundo; el estanciero bramó su sorpresa; la hija rió; los perros ladraron, y el alemán desorbitados los ojos, abrasados los labios y el paladar por el metal y el agua ardiente, apenas podía repetir: "¡Oh brasileira burra, yo le dije: Más calien­te!”

El mate del estribo

Un peón de campo, solo y aburri­do en su casa un domingo, pensó en allegarse a las casas de una estancia vecina para encontrar gente con quien prosear”, escribe el historiador Fernando O. Assungao. A su llegada y calmada la perrada después de los saludos de rigor —"Ave María Purísima. Sin pecado concebida. Abájese"— fue invitado a pasar. Quedó solo, fuera de la casa, un rato, aflojando la cincha y dándole una revisadita a las garras. Descubrió entonces un par de hermosos estribos colgados de un clavo en la pared vecina. Tentado por el diablo se apoderó de ellos y los escondió en su maleta. Después entró en la cocina donde estuvo mateando un rato con la familia del "encargao", pero, nervioso por la sustracción, apuró la retirada. Cuando ya iba a montar salió la señora y ofre­ciéndole sonriente el último cimarrón le dijo: "Tome don, pa'l estribo". Creyéndose descubierto y ante la sorpresa de todos, ex­trajo los estribos de la maleta diciendo: "No doña, si jue de jugan­do" y disparó campo afuera.

martes, 22 de marzo de 2011

Los colonos le temían a los gauchos

"Era risueño –rememora el historiador Alejandro Guinder- cuando a veces en el campo llegaba algún paisano que no era alemán y no estaba el pa­dre de familia. Entonces la madre, que no hablaba ni comprendía el castellano, como primera medida gritaba: "Kinder, unter das Bett;"("¡Hijos, abajo de la cama!"), "das kommt ein Schwartz!" ("¡Viene un negro!) o: "ein Spanier" ("un español"),
Esto era un resabio de la vida del Volga, en que venían las hordas salvajes de cosacos, calmucos y quirguizes y se llevaban no pocas veces a los niños, que vendían en los mercados de China y Mongolia co­mo esclavos. De allí el temor de estas madres por sus hijos.
A Dios gracias en nuestra patria ningún "Schwartz" se llevó chico alguno y esto es uno de los agrade­cimientos que tenemos a la República Argentina...".


"Los colonos –cuenta Matías Seitz- preferían vivir en grupos de fa­milia por temor a los pampas, gauchos matreros que pululaban por doquiera en los campos abier­tos y que, leales con sus amigos, eran feroces y traicioneros con sus enemigos. Sus mismos ami­gos debían cuidarse mucho de cualquier palabra, chanza o gesto equívoco, pues en la mano del gaucho, cual chispa eléctrica, aparecía el facón del que no se salvaban enemigos ni amigos, dado su temperamento impulsivo, irascible e irrefle­xivo.
"En general, el rey de las pampas (las llanu­ras) por una parte era leal, altivo, bravo y va­liente, muy avezado en el uso del facón y audaz compañero en las lides pendencieras, inclinán­dose a favor del más débil; por la otra, con vis­ta clara, cauta, escrutadora y recelosa, era des­confiado, desafecto al trabajo, pues aguantaba hasta tres días la labor de la trilla. Su afición predilecta era asistir a las yerras sin paga. Irre­flexivo en su furor y rencoroso, enemigo de los colonos y de los extranjeros, nos odiaba conside­rándonos como usurpadores y expoliadores de sus tierras y derechos, sin vacilar en perjudicar­nos, principalmente ejerciendo el abigeato. Ese espíritu personal suyo de libertad, empero, los llevó a ser de gran ayuda en la epopeya liberta­dora sudamericana. Su presencia o su compañía no era nada estimada, porque, dadas sus condi­ciones personales, no se les podía tener con­fianza.
"Se dijo que los gauchos no eran afectos al trabajo. ¿Y para qué? Todo era barato y la vida hermosa. Una vez en posesión de "pilchas", re­domón, recado, facón y trabuco, lazo y boleado­ras, sólo hacía falta cigarrillos, fósforos, sal, yer­ba mate, una pavita y algún porrón de ginebra. Por la comida y la bebida no se preocupaban. Había agua en los arroyos y ríos, en las llanuras ovejas y vacunos cerriles, peludos, piches, muli­tas, perdices comunes y coloradas, martinetas, ñandúes, llamas, etc. En su hogar, que formaba en la vasta llanura bajo el cielo abierto, no te­mía al viento ni a la lluvia ni al frío. Por cama, sobre los pastos del suelo, los aperos del recado, los bastos para almohada, lo demás para colchón y cobijas. Su vestimenta: chambergo, de anchas alas, o vincha; pañuelo rojo o celeste al cuello; camiseta; blusita negra; calzoncillos con flecos; chiripá; cinturón ancho; alpargatas blancas o bo­tas de potro; un hato de ropa ceñida con un man­tón a la cintura, con su guitarra al hombro, lo vemos en su flete, al que estimaba más que a un cristiano, recorrer la pampa solitario, sintiéndo­se satisfecho y libre. El mate era la bebida pre­ferida y necesaria, que tomaba en cantidad y que le aportaba algunas vitaminas que el cuerpo requería, carentes en la nutrición de otro alimen­to que no fuera la carne”.

¿Qué clase de colonias se fundaron en el país durante la gran inmigración?

Es por demás conocida la historia de cómo se afincaron los alemanes del Volga en el distrito de Coronel Suárez. También sabemos el tipo de contrato que firmaron con Eduardo Casey y el acuerdo al que llegaron para fundaron una determinada clase de colonias. Pero asimismo es interesante extender la mirada y observar con criterio amplio qué acontecía en el resto del país y preguntarse: ¿qué clase de colonias propiciaba fundar el gobierno argentino al alentar el ingreso masivo de inmigrantes? La respuesta la encontramos en la obra del Reverendo William C. Rhys, escrita en 1902.

William C. Rhys llegó a la Argentina a fines del siglo XIX para hacerse cargo de la iglesia bautista en Chubut, donde permaneció quince años, sirviendo pastoralmente a la grey galesa. De regreso a su tierra natal, Gales, en 1902 escribió sus memorias, que recién fueron publicadas hace unos pocos años por uno de sus nietos.
En esta obra, titulada “La Patagonia que canta”, el reverendo, con abundantes datos recogidos en el lugar, traza la historia de los pioneros galeses que el 28 de julio de 1865 arribaron al país para colonizar una porción de tierra patagónica. De entre su pintoresco relato, donde revive la epopeya colonizadora de sus compatriotas, es interesante extraer un párrafo en el que reflexiona respecto a las clases de colonias que se establecían en la Argentina a finales del siglo XIX, durante el masivo arribo de inmigrantes.
El reverendo Rhys explica que eran tres. A saber: “1) Algunas son solamente especulaciones lucrativas de aventureros. Los hombres celebran contratos con el gobierno para asentar tantos hombres en tantas leguas de tierra. El gobierno asegura las mayores facilidades y parte de la concesión se divide en pequeños lotes, que son vendidos al precio más alto que se pueda obtener de los colonos. La parte restante de la concesión se reserva hasta que la colonia haya ganado un buen nombre y buenas perspectivas. Se ayuda a los colonos con comida, animales, implementos, semillas, alambrados, etcétera, y se les facilita el crédito. Esta clase de colonias por lo general es la ruina de los colonos pobres que, confiados en el éxito, son fácilmente inducidos a la especulación y arrastran el asfixiante peso de las deudas. Bajo esta carga, después de luchar contra algunas temporadas malas y otros incidentes desafortunados, comunes a las mejores colonias en estado embrionario, son aplastados y sucumben; los lotes, las mercancías y las mejoras vuelven a sus antiguos dueños. De esta forma hay muchos colonos trabajando para las compañías ferroviarias.
2) Las colonias establecidas directamente por el gobierno son de otra clase. La gente es inducida a colonizar mediante el ofrecimiento de una generosa porción de tierra y una asistencia sabia y limitada para comenzar. El progreso .de estas colonias es más lento y menos ostentoso al principio, pero también es menos desastroso para los colonos sin capital, que con el correr del tiempo suelen ser los más prósperos. Las desventajas radican en que estas colonias por lo general están ubicadas en distritos alejados de mercados convenientes, etcétera. Los especuladores tienen una manera sutil de conseguir las mejores tajadas de tierra para sus propias concesiones.
3) A la tercera clase pertenecen las colonias creadas por filántropos, por medio de las cuales buscan establecer una comunidad de acuerdo con alguna idea y así producir, desde cierto punto de vista, una sociedad modelo.
Estos hombres obtienen una concesión de tierra y la colonizan con inmigrantes especialmente conseguidos a ese fin. Algunos de estos colonos tienen éxito y otros no. Y en caso de fracasar, los filántropos son los que pierden.
Por otra parte, si estos fundadores y héroes bien intencionados tienen éxito, reciben como recompensa más aplausos que provecho y más gloria que ganancia. Sin embargo, generalmente la retienen hasta que dejan de estar sobre la tierra”.

domingo, 20 de marzo de 2011

Se feliz

Es un gran día para ser feliz. Procura serlo. Deja que tu corazón se exprese. Permite que tu interior te hable. Escúchalo. Sé verdaderamente tu mismo/a. Y verás como la vida te sonríe. Como la visión de las cosas que te rodean cambia. Para que las cosas cambien uno debe cambiar. Debe permitirse ser feliz.

Fotografías antiguas de alemanes del Volga (Pueblos Santa Trinidad, San José y Santa María)


Año 1966. Alumnos de 4º grado de la Escuela Parroquial Santa María: Carlos Schneider, Ruben Schneider, Ángel Eberle, Nancy Graff, Noemí Guajardo, Alberto Beier, Graciela Schat, Mirta Schwerdt, Carlos Breit, Teresa Schmidt, Nora Schroh, Silvia Kaul, Luis Schneider, Elida Schwindt, Jorge Gallinger, Zulma Schwab, Ángel Schwerdt, Alberto Sauer, Graciela Schneider, Alberto Graff, Ruben Urban
Enlace matrimonial de los esposos Susana Polak y Daniel Sauer. Padrinos: Nancy Sauer y José María Roth
Año 1950. Federico Kraser, José Kraser y Rau de Kraser

sábado, 19 de marzo de 2011

Los inmigrantes

Trajeron en sus baúles
enseres de todo tipo:
ropa, vajilla, retratos.
Y en el espíritu
fe, coraje y esperanza.

En los labios un idioma.
En el corazón a Dios.
En el alma tradiciones.
Y en las manos trabajo.

Trajeron cuerpos fértiles
para una tierra virgen:
la sembraron de trigo
y la poblaron de hijos.

Volver a empezar

Partir y no poder regresar.
Dejar la aldea en el ayer.
Guardar en el recuerdo
rostros de seres queridos.

Navegar el mar desolado.
Llegar a puerto sin esperanzas.
Llevar en los baúles
tristeza y orfandad.

Comenzar de nuevo.
Forjar una aldea en la nada.
Levantar una iglesia,
construir un sueño.

Volver a empezar.
Volver a soñar.
Volver a creer.
Y volver a ser feliz.

Investigadores e historiadores japoneses y un norteamericano visitaron los pueblos alemanes

Resaltaron la organización y la forma de vida de los descendientes de alemanes del Volga, la forma en que mantienen su cultura a lo largo del tiempo, además del orden y la limpieza de los pueblos.
Takeo Suzuki, Profesor de Historia de la Universidad de Tokio, junto a su mujer Kyo Suzuki y Brent Mai, Director del Centro de estudios de Alemanes del Volga, vinieron a nuestra ciudad a conocer los tres pueblos alemanes.
Acompañados por Isabel Kessler, Presidenta Nacional de la Asociación Argentina de Descendientes de Alemanes del Volga, Juan Hippener; Presidente de la filial local de la Asociación Alemanes del Volga y el Dr. Ernesto Palenzona, Secretario de Seguridad y Gobierno, brindaron una conferencia de prensa en la que brindaron detalles de su investigación y los trabajos que realizan sobre la cultura alemana en Sud América.

viernes, 18 de marzo de 2011

Piensa en lo que estás haciendo en este momento

Piensa en lo que estás haciendo en este momento y plantéate las siguientes preguntas: ¿Es lo que realmente deseas hacer o solamente sigues el camino que un familiar, amigo o la sociedad señalan como el mejor para ti? ¿Cambiarías algo? Y si es así…. ¿Por qué no lo haces? ¿Por miedo, por temor al qué dirán, a ser criticado, señalado con el dedo? ¿Acaso nunca te has puesto a pensar que no hay peor soledad que el estar rodeado de personas, aún las que más nos aman y amamos, y sentirnos profundamente desolados porque no estamos con la persona que más desearíamos estar: nosotros mismos. Ese nosotros que ahogamos en nuestro interior para conformar a los demás?

miércoles, 16 de marzo de 2011

Las últimas horas de abuela

Abuela desayunó. Rezó su rosario, murmurando las plegarias en susurros suaves y dulces. Con paso lento y cansino –tenía noventa años- caminó hacia la ventana. Corrió la cortina y miró hacia la calle. Estaba desierta. El sol apenas asomaba en el horizonte. La luz era un crisol de colores eclosionando en la lejanía del campo.
Volvió a su silla. Abrió la Biblia, escrita en letra gótica, y leyó, concentrada y con profunda fe. Transcurrieron los segundos, los minutos… Conversaba con Dios, solía decir cuando leía la Biblia. Estaba tan concentrada en ese menester que no veía ni oía nada de lo que ocurría a su alrededor.
A las diez levantó la vista de las Sagradas Escrituras. Miró el reloj. “Hora de tomar mate”, pensó fiel a su costumbre de todas las mañanas. Tenía sus ritos que mantenía desde años tan remotos que ni ella recordaba cuando los puso en vigencia.
Preparó el mate sin apenas hacer ruido. Ella y la casa eran silencio. Un silencio opresivo e indescifrable. La gente –que habla y se mete a opinar donde no debe- decía que vivía en el pasado, que estaba loca. Poco le importaba a abuela lo que pensaran los demás. Ella vivía como le enseñaron sus ancestros. Vestida de negro; rezando; conservando costumbres y tradiciones milenarias… Mientras afuera los tiempos cambiaron y la modernidad trajo nuevas vestimentas, costumbres y modas y nuevos inventos de los cuales desconocía la mayoría, un poco por pereza y otro poco por desinterés.
Se sentó a tomar mate, cavilando recuerdos. Reflexionando. Sí, pensó, reflexionar y pensar y recordar era todo lo que hacía desde hacía muchos pero muchos años. Desde que su esposo murió, desde que sus hijos se casaron y se fueron de casa, desde que la vida y la sociedad cambió, desde que, lentamente, fue envejeciendo sin darse cuenta de que ya no tenía sueños ni tampoco anhelos por cumplir. Se sentía satisfecha. Deseó ser esposa y madre. Como manda Dios. Y cumplió. Lo demás son trivialidades, solía decir cuando sus hijos, alguna vez la instaron, hace muchos años, a buscar un nuevo motivo para seguir viviendo.
Con el compás de las horas preparó el almuerzo. Durmió una siesta. Repitió el ritual de todos los días.
Llegó la noche. Cenó. Rezó. Y se fue a dormir. Como todos los días, como siempre. Sin saber que ese había sido el último.

Gracias Julio César Melchior por tus maravillosas historias

Escribe Profesor Desiderio Walter

El escritor Julio César Melchior está llevando a cabo una tarea cultural de excelencia. Esto lo digo con conocimiento de causa. He vivido mucho y recorrido mundo. Por eso sé ver las cosas con objetividad y reconocer cuando alguien está haciendo algo bueno. Julio César está cristalizando una obra gigante desde un pueblo pequeño perdido en la inmensidad de la República Argentina. Y lo hace con una calidad literaria que merece los mayores elogios. Su obra trasciende las fronteras locales, provinciales y nacionales. Nada escapa a su pluma. Posee sapiencia, sabiduría pese a su juventud, cultura, y, sobre todas las cosas, es un hombre de bien, una persona que se ha transformado en un ejemplo de vida. Alguien que se ha sobrepuesto a todas las dificultades y demostrado que, a pesar de todo, siempre se puede.

Para destacar en su justa medida el gran trabajo literario que está llevando a cabo el escritor Julio César Melchior mediante sus libros y el Periódico Cultural Hilando recuerdos –que publica en sociedad con su hermana María Claudia- he recurrido a un bello texto de Norma Osnajanski que dice: “Nuestros abuelos bajaron de los barcos y, tal como nos repetía la maestra, convirtieron a este país en un “crisol de razas”. Fue así que nosotros, los que hoy somos –o estamos en condiciones de ser- abuelos, crecimos arrullados por relatos de aquella Europa lejana, partera del nono y de la bobe, de la paella y del strudel. Había tiempo y cercanía para aquellos relatos y sabores: sin abuelas que trabajaran fuera del hogar, ni abuelos que asistieran a un curso para la tercera edad, fuimos abonando el modelo de la viejita de rodete blanco y el patriarca bigotón. Pero entonces llegó la tele y el control remoto, el divorcio y los nuevos vínculos y la idolatría de “lo joven”. No sólo Europa, sino cualquier otro lugar del planeta parece ahora cercano: los nietos nos los acercan por Internet. ¿Dónde quedaron rodetes y patriarcas? ¿Qué se hizo de aquel modelo?”.
El escritor Julio César Melchior es consciente de estas pérdidas irreparables y se lanza a recuperarlas, “a buscar respuestas con la humildad y el coraje existencial de bucear en las propias experiencias de los protagonistas. Sus obras, sus historias y sus relatos, son testimonios de un camino sin atajos: el dolor y el goce, las preguntas abiertas, el abanico multicolor de lo humano están presentes más allá de todo estereotipo. Desde la vulnerable intimidad que se crea entre las dos puntas de la vida –los abuelos y los nietos-, hasta las conmovedoras historias de geriátricos, pasando por la mirada de un “nieto de la calle” o la imprescindible mirada de una abuela abandonada por la vida misma. Detrás de ese caleidoscopio –cuyas figuras cambiantes rescatan ideas, emociones poesías de la vida- ha muchas horas de trabajo compromiso con un tema al que la sociedad mediática suele destinar escasa atención”.
“Los abuelos y abuelas” de las obras del escritor Julio César Melchior “son de carne y hueso, con sus sueños, cuestionamientos y amor. De la guía generosa de su pluma, de su corazón abierto, manan presencias vibrantes y necesarias. Que sus vidas hablen pues. Y que nosotros, sus afortunados lectores, sepamos aprovechar la sabiduría que traen”.

martes, 15 de marzo de 2011

Aprendamos a no posponer las emociones más lindas de la vida

Aprendamos a vivir la vida intensamente. Aprendamos a no posponer las emociones más lindas de la vida pensando que "sí no es hoy, será mañana". Recuerda que tu tiempo es hoy. La vida es hoy. Que el reloj de tu vida marque cada minuto al compás de los latidos de tu corazón.

lunes, 14 de marzo de 2011

Fotos antiguas de los alemanes del Volga (Pueblo Santa Trinidad, Pueblo San José y Pueblo Santa María)

1974. Reunión de despedida de la Hna. María Teresa, docente de la Escuela Parroquial Santa María. Participaron: (Parados) Mirta Streitenberger Carmen Streitenberger, Olga Meier, Agustín Meier, Dora Holzmann, Alicia Desch, Hna. María Teresa, Graciela Schneider, María G. Meier, Jorge Gregorio Streitenberger; (Hincados) Héctor Krieger, Omar Meier, Alberto Streitenberger, Eduardo Meier y Juan A Streitenberger
Año 1954. 1º Grado Escuela Nº5: Santiago Kemerer, Atilio Peckerle, Eduardo Scheffer, Rosa Aberkon, Nora Stremel, Ricardo Schwab, Ricardo Werbag, Alicia Kesler, Marta Diel, Haydee, Carmen Schmidt, Alicia Scheffer, Marta Reser, Antonia Schmidt, Irma Pascal, Rosa Peckerle y Mercedes Pino. Pedro Schmidt y Lucio Schmidt.

domingo, 13 de marzo de 2011

Está lloviendo en el pueblo

Está lloviendo en el pueblo. La gente corre en las calles como empujada por el viento. La tempestad arrecia. Los árboles se inclinan. Torrentes de agua y viento golpean en mi ventana y se torna oscura la mañana. Nadie se percata de la melancolía que reina en el ambiente, de la tristeza que invade cada rincón de la localidad, mojando hasta los sepulcros de los pobres muertos que no pueden descansar en paz en un amanecer tan aciago como este.
Las hojas de los árboles desprendidas por el viento se confunden con las aves que vuelan presurosas en pos de sus nidos. El cielo se torna gris. Un relámpago traza un garabato de luz y se escucha un estruendo que retumba removiendo hasta lo recuerdos más íntimos y secretos. Los pesares y angustias de seres queridos que se fueron y amores que no pudieron ser y que todavía continuamos llorando.
Llueve como aquella mañana en que también llovía y ella me miraba triste desde sus ojos llorosos con los que me dijo adiós sin palabras, sin un beso y sin agitar su mano. Cuando se fue de mi vida caminando lento bajo la lluvia y los truenos. Cuando dejó su vacío lleno de recuerdos y una espera interminable. Cuando me dejó clavado en el pasado, sin futuro ni mañana. Cuando no pude ni quise llorar ni implorarle ni pedirle que se quedara, porque sabía que era inútil y, sin embargo, siento que debí haberlo hecho como último intento de un náufrago que se juega la vida en un mensaje arrojado al mar dentro de una botella.
Llueve en el pueblo, como ayer, como siempre seguirá lloviendo. Y yo sin ella, sabiendo que todavía la quiero y que no volveré a verla jamás. Porque ella ya no me ama y está con otro. Porque mal que me pese, ella ahora ama a otro hombre.

¿Será verdad que el pobre viejo a muerto?

Hay quien dice que ha muerto el pobre viejo que vivía solo en una casa de adobe en las afueras de una de las colonias. Allí, solito, en la soledad más absoluta, envejecido y triste, pasaba sus días, haciendo su quinta de verduras, hablando con su perro. Tomando mate bajo el sauce. Silbando melodías que aprendió de niño de su padre, inmigrante alemán del Volga.
Hay quien dice que ha muerto el pobre viejo que vivía solo en una casa de adobe en las afueras de una de las colonias, porque a veces, en las noches oscuras, se escuchan ruidos en la vivienda y unas voces raras y aullidos de su perro y se sienten pasos misteriosos. Se intuye la presencia de una figura vestida de negro que detrás de las ventanas, con las cortinas siempre corridas, se ve deambular a través de los hilos de las telarañas.
Hay quien dice que ha muerto el pobre viejo que vivía solo en una casa de adobe en las afueras de una de las colonias. ¡Quizás sea verdad! Porque su quinta de verduras yace abandonada y sólo se ven yuyos en lugar de verduras y que por las noches hay un sauce que se viste de soledad, y en su huerto abandonado brilla una luz.
Hay quien dice que ha muerto el pobre viejo que vivía solo en una casa de adobe en las afueras de una de las colonias porque se ven en las noches luces y reflejos y en la gramilla hay huellas frescas de alguien que camina. Y se ve una sombra rondar por el patio y una figura silenciosa que se pierde en la oscuridad... y se pierde... allá a lo lejos...
Hay quien dice que ha muerto el pobre viejo que vivía solo en una casa de adobe en las afueras de una de las colonias. ¿Será verdad? ¿O sólo será un chisme que alguien echó a volar para rodear su figura de mayor misterio y asustar aún más a los niños que ya le temían?

sábado, 12 de marzo de 2011

Fotografías antiguas de los alemanes del Volga, con nombres y apellidos

Fiesta de casamiento de los esposos Claudia Berger y Adán Schneider. Los acompañaron en tan feliz acontecimiento: Alberto Berger, Ana Rolhaiser, Andrea, “Tito” y Darío Berger
Fiesta de casamiento de los esposos Lucía Schwindt y Darío Meier, acompañado de su abuela Susana Bender de Minig
Año 1956. Erminda Lang y Jorge Sieben

“Te quiero abuelito… hoy y siempre”

“Mi abuelo Eugenio –cuenta a Periódico cultural Hilando recuerdos Esteban Denk- fue uno de los seres que más cariño y amor me han dado en mi vida. También éramos cómplices de travesuras. Recuerdo que mi papá siempre fue muy estricto y me castigaba porque yo, la verdad sea dicha, me portaba bastante mal cuando chico. Hacía travesuras como cualquier niño, pero con la mala suerte que mi papá se enteraba y me castigaba. Me dejaba en un cuartito de la casa para que pensara en lo que había hecho (esto era parte del castigo) y mi abuelo entraba a escondidas a acompañarme. En otras ocasiones cuando me peleaba con algún niño, el abuelo hacía como que me regañaba y nos moríamos de la risa cuando la mamá del niño se retiraba, convencida que me castigarían”.

“Fueron tantos los momentos bellos que pasamos juntos” –continúa evocando Esteban Denk, que ahora vive lejos de las colonias y regresa cada tanto a reencontrarse con sus antiguos recuerdos y visitar la redacción del Periódico-. “Él siempre procurando que yo estuviera bien. Otra anécdota que nunca olvidaré fue un día jueves que iba yo de camino al colegio de las monjas con mi brillante guardapolvo blanco y que pasa un carro y me salpica de lodo y agua. Casi me da un ataque porque no podía llegar así al colegio. Me regresé corriendo y llorando a mi casa y mi abuelo me calmó y me dio un té para que me entretuviera (de mi abuelo viene mi adicción al té) mientras me lavaba y planchaba el guardapolvo. Lo hizo en tiempo récord y me llevó al colegio a explicarle a la directora el porque de mi retraso. Mi abuelo era así, se dedicó a mi desde que nací y me dejó un vacío enorme el día que se fue.“Ese día era el día después de mi cumpleaños y el día anterior habíamos comido torta de chocolate y la habíamos pasado muy bien. Al día siguiente, cuando regresé del colegio, lo iba a ir a saludar y mi mamá me llevó a mi cuarto a explicarme que mi adorado abuelo ya no estaba. Fue el día más triste de mi vida. Desde entonces lo llevo dentro de mi corazón y siempre el día después de mi cumpleaños es un tanto triste al recordar que ese día perdí a mi ángel. A 27 años de su fallecimiento lo recuerdo con amor, tristeza, cariño y alegría…una combinación de sentimientos que me causa esta fecha”.

jueves, 10 de marzo de 2011

¡Cuánto tuvo que sufrir mi madre para cosechar un poco de felicidad!

El 15 de octubre de 1931 nació en las colonias esa mujer increíble con la que vivo en la Capital Federal y que no deja de recordar su terruño natal. Que en las tardes, al acercarse el anochecer, sentada en las penumbras, llora en silencio a los seres queridos que enterró, al pasado que dejó en uno de los pueblos alemanes; a sus padres que descansan bajo una tumba en las colonias y a los que no puede visitar para bendecirlos con un poco de agua bendita y entregarles aunque más no sea el consuelo de una oración.

Pobre mi madre querida. Es la segunda de once hermanos, de los cuales solamente quedan con vida ella y dos varones: Luis y José. Todos se han ido para no volver, dejándola sola, sentada en su mecedora, junto a la ventana que da al pequeño jardín, mirando hacia el pasado.
Mi madre viene de una familia humilde, dedicada a las labores de campo. Su padre, Esteban, era agricultor, hombre serio y cumplidor, trabajador incansable, que tenía cien hectáreas, herencia de sus padres. La madre, Felisa, murió poco después de parir a su prole. Las cuatro últimas hijas mujeres en nacer aún eran muy pequeñas cuando esto sucedió, así que mi madre se tuvo que hacer cargo de la casa como hermana mayor que era.
Mientras los hombres salían al campo, ella se ocupaba de los animales, de cuidar el huerto, y de mantener la casa; además de criar a sus hermanas pequeñas. Contaba con la ayuda de sus tías, que le enseñaron a guisar, a zurcir, y a mantener la casa. Aprendió a leer y a escribir, y también algo de matemáticas para poder llevar las cuentas. Sus hermanas iban a la escuela, mientras ella soportaba el peso del hogar.
El tiempo pasó para todos. Las pequeñas hermanas pronto se fueron a trabajar a la capital, y ella, sin nadie ya de quien ocuparse, sintió que era hora de encontrar marido.
Se enamoró de un joven de un pueblo cercano, con quien se casó.
Con el paso del tiempo se trasladaron a otro pueblo, donde continuó trabajando, criando animales; ocupándose del huerto; y educando a sus hijos. Su marido nunca fue un hombre muy trabajador: le perdían los vasos de vino que le ponían sobre el mostrador en el bar.
Y en noches de juerga, juego de naipes y mucha bebida, el marido apostó el campo que mi madre había heredado y lo perdió.
Mi madre lloró desconsolada durante días. Fue doloroso para ella dejar la chacra donde había nacido y donde vivió toda su vida. Abandonar las cosas que su padre le legó fue un suplicio jamás resuelto ni olvidado. Pero bajó la cabeza y acató la suerte y la mala racha de su marido en el juego. Lo perdonó y volvió a empezar en la Capital Federal.
Ambos trabajaron en una fábrica. De ser dueños de cien hectáreas de campo y patrones, terminaron siendo simples operarios.
Con los años llegaron tres hijos. Nada fue fácil. Frente a tanto sufrimiento, tanto desarraigo, tanto dolor y angustia, lograron finalmente ser felices.
Pobre mi madre querida, cuánto tuvo que sufrir para cosechar un poco de felicidad.

martes, 8 de marzo de 2011

Las historias del abuelo

Nadie sabe si es así. Nadie lo conoce tan profundamente como para afirmar que lo que cuenta es verdad. No es que no le crean pero dudan, siempre dudan, cuando el anciano habla a sus nietos sobre las hazañas que llevó a cabo vistiendo el uniforme de soldado del zar, peleando una guerra lejana de las colonias, de la Argentina, del Volga, y de la historia misma. Les parece poco creíble que el abuelo, su abuelo, ese hombre bueno y tierno que regala golosinas, haya podido alguna vez empuñar un arma y llegado a matar a un ser humano. Él, sobre todo él, que es tan dulce y que no le hace mal a nadie, ni siquiera a un animal.
El anciano insiste. Cuenta una y otra vez, apasionadamente, a veces llorando, otras con angustia, otras arrepentido, otras horrorizado, las mismas anécdotas: los rusos peleando con los japoneses, en una guerra que llama ruso-japonesa. Da vívidos detalles, describe campos de batalla, muertes de amigos en sus brazos, rostros desolados por el hambre y corazones destrozados por las matanzas. Pero nadie le sabe si creerle o no. Todo es demasiado fantástico, demasiado increíble para ser cierto en este tiempo de paz, aquí en la tranquilidad de las colonias.
Las fechas y la edad del abuelo parecen darle la razón pero eso no es certeza de nada. además es imposible imaginar a ese anciano sentado frente a ellos, enjuto y viejo, tembloroso y lleno de miedos, vestido con uniforme militar y combatiendo a muerte. No. El abuelo está viejo. El abuelo imagina historias, inventa relatos para entretener a los nietos y darse importancia. Su mente desvaría. Es la vejez –opinan los padres- que tampoco nunca escucharon hablar de esa supuesta guerra, porque nacieron en la Argentina.
Trascurre el tiempo. Pasan los meses y los años. Y el anciano continúa contando las mismas historias a quién quiera escucharlo, que cada vez son menos, porque ya están cansados de oír los mismos cuentos. El anciano, entre relato y relato, empieza a olvidar detalles, nombres, fechas. Va perdiendo la memoria. Y un día, ¡oh! un día, los nietos descubren con sorpresa inaudita que el abuelo no inventaba ni mentía. Alguien les revela que las historias que cuenta el abuelo son reales, que el abuelo de verdad en su juventud fue soldado del zar y que también, de verdad, es un héroe con medalla y todo. Y los nietos, desesperados, corren a buscar al anciano, olvidado en un geriátrico, pero ya es tarde, demasiado tarde, el abuelo apenas recuerda su nombre: tiene 89 años y padece arteriosclerosis.
Cabizbajos, frustrados, parados frente al abuelo, los nietos se dan cuenta que nunca podrán recuperar las historias que el anciano tantas veces contó y ellos jamás escucharon. Ya es tarde. Por más que se reprochen el no haberlo escuchado o se culpen por no haberlo ignorado, no podrán recuperar nada. El anciano perdió la memoria. Vive otra realidad.
Y es ahí, en ese momento, recién en ese momento tremendo y crucial, en que se dan cuenta que lo que les contó el abuelo tantas pero tantas veces no fueron simples anécdotas de viejo chocho sino historias que le pertenecen a toda la familia, historias que eran su legado de vida, que eran parte de la identidad familiar, historias que ahora se perdieron para siempre como tantas historias de ancianos de las colonias que no supimos escuchar a tiempo.
Nunca perdamos la oportunidad de escuchar las historias de los abuelos. En ellas viven la memoria de nuestro pasado y nuestra identidad como individuos y como pueblo.


Referencia histórica:
Varios cientos de alemanes de las aldeas del Volga se vieron obligados a tomar parte de la guerra Ruso-Japonesa (1904-1905), que fue un conflicto surgido de las ambiciones imperialistas rivales de la Rusia Imperial y el Japón en Manchuria y Corea, y que concluyó con la victoria japonesa. Pese a significar un gran trauma, por varias razones -porque las causas de la guerra no eran compartidas, el país no era el suyo, la discriminación- muchos alemanes del Volga se comportaron como héroes y fueron condecorados con honores. Posteriormente, algunos de estos hombres emigraron a la Argentina y se diseminaron en las colonias del país, entre ellas las de Coronel Suárez.

Fotografías antiguas de los alemanes del Volga





Eran otros tiempos

Los pueblos alemanes, en otros tiempos, otros días, otras horas, allá lejos en la historia, eran localidades totalmente diferentes. Con otras tradiciones. Otras costumbres. Las personas vestían y vivían de otra manera. La existencia se desarrollaba apacible y tranquila. Por las calles de tierra trajinaban su pregón el vendedor de pan, carne, verduras, frutas y otros productos domésticos, cada uno con su carro característico: el carro lechero, carnicero, verdulero, etc. Se conversaba en alemán a toda hora y en todo momento. En los hogares, en la escuela, en la iglesia, en las calles... Para comprar; para vender; para celebrar; para reír contando un chiste; para llorar relatando un recuerdo; siempre se recurría a la lengua alemana. No había otra; no se precisaba ni era necesario otra.Sí, eran pueblos diferentes. Pueblos en los que la familia se reunía en torno a la mesa después de la cena a compartir los actos y trabajos que habían realizado durante la jornada, para después rezar en comunión y unidad; o cantar canciones tradicionales al ritmo de la verdulera; saborear Kreppel; en fin, vivir la vida con sencillez y profundidad, disfrutando de cada momento. Sin tanto lujo, tanto consumismo, sin pretender tener más que el vecino, sin tantos utensilios innecesarios que sólo llenan el hogar de artefactos eléctricos y lujo material pero lo vacían de lo esencial: la solidaridad

lunes, 7 de marzo de 2011

La abuela está presente en mi memoria de niño feliz

La abuela está presente en mi memoria de niño feliz. Su rostro surcado de arrugas son pliegues de ternura; sus ojos celestes: cielo de afecto y estrellas de besos; sus manos callosas: cuna de afecto en las que me arrullaba cantando “Tros-Tros-Trillie”. Su regazo: consuelo de mis primeras lágrimas, amparo de mis primeros desencantos. Su alma de infinito amor: lo comprendía todo y lo sabía todo.
La abuela está presente en mi memoria de niño feliz. Su casa con cocina a leña, una mesa de madera grande, un banco contra la pared, con aromas a Krepel, Dünne Kuche, Sauerkraut: aromas que perduran en mi mente. Los Wicknudel, los Klees, el Kalach, y mil delicias más que preparaba para los almuerzos y las cenas, para esas comidas de domingo en las que mimaba a sus nietos mientras reía y cantaba: “Wen ich komm,wen ich wider wider komm”, radiante de poseer una familia grande y orgullosa de que todos sus descendientes la amaran.
La abuela está presente en mi memoria de niño feliz. Es un ángel que me cuida; un hada madrina que me concede todos los deseos; una estrella que me guía y protege en la vida. Es, fue y será, la persona que me enseñó a ser quién soy y a saber a dónde voy. Es quién me inculcó el valor de ser descendiente de alemán del Volga y sentirme orgulloso de serlo.

domingo, 6 de marzo de 2011

Amanece un nuevo día para los inmigrantes

Amanece. El sol asoma en el horizonte, coloreando el paisaje engalanado de rocío. Los pájaros trinan alborozados. Los animales domésticos dejan el refugio donde pasaron la noche, cerca de la vivienda donde reside Joseph. El gallo anuncia el nuevo día. Los perros se desperezan. Las vacas dan leche. La granja resurge del silencio nocturno al ritmo del comienzo de la labor cotidiana. La mujer de la casa y los hijos ordeñan. Joseph se dirige a unos de los potreros cercanos a la casa guiando el caballo que arrastra el arado mancera. Se escuchan las voces de la familia en plena actividad.
Amanece. El sol comienza a subir a lo lejos, imponente, en el horizonte. El día es transparente. Diáfano. Claro como los ojos de Joseph, donde sólo brillan sueños y una esperanza indómita. Sopla una brisa leve, como el suspiro de un ángel que se despierta tras una noche larga. Algunas gaviotas surcan el firmamento esperando que el arado abra surcos y surjan de la tierra húmeda los deliciosos manjares que la naturaleza les provee.
Amanece. Un día más como tantos en medio de la pampa húmeda de un partido llamado Sauce Corto. Un día más lejos de la aldea natal, donde permanecen vivos los recuerdos de seres queridos, habitando a la orilla del río Volga. Un día más de trabajo. Como tantos. Como los que ya transcurrieron y como los que vendrán. Iguales pero diferentes. Siempre más ajenos a la aldea del Volga y más cercanos a la colonia de la Argentina. Tan cercanos que los hijos de Joseph ya balbucean algunas palabras en español.
Amanece. Como amanecerá mañana, cuando Joseph se haya ido y sus nietos rememoren su hazaña. Le rindan tributo a su imagen de abuelo inmigrante que llegó al país a hacerse la América, solo, sin más riqueza que un baúl y más tesoro que su fe y su lengua.

A cien años de la rebelión de los alemanes del Volga

El "mito fundante" de las reivindicaciones chacareras en la Argentina moderna

A cien años de la rebelión de los "rusos"

Por Norberto Asquini
Santa Rosa, La Pampa

En la historia de los conflictos agrarios en el espacio pampeano la protesta protagonizada por los agricultores de origen "ruso" (entre los que había alemanes del Volga, judíos, húngaros, rumanos…) de la zona de Macachín en 1910 ha sido interpretado como el "mito fundante" de las reivindicaciones chacareras en la Argentina moderna.
Los hechos concuerdan que en ese año los estragos de la sequía causaron un desastre agrícola en el que se perdió toda la cosecha en la zona sureste de La Pampa Central y sur de Buenos Aires provocando un gran malestar entre los productores con la consiguiente intervención del gobierno nacional y la presencia de tropas para calmar los ánimos agitados. Debemos aclarar que el calificativo de "rusos" con el que se englobó a los chacareros encerraba toda una heterogeneidad de nacionalidades y orígenes de los colonos afincados en campos cercanos a Macachín. Entre ellos había alemanes del Volga, judíos, húngaros, rumanos, además de otras nacionalidades en un porcentaje menor.

La crisis agrícola de 1910

En 1910 la zona agrícola del sureste de La Pampa Central y sur de Buenos Aires sufrió un desastre agrícola sin precedentes causado por una persistente sequía y fuertes vientos, fenómenos registrados también en la siembra anterior. Esta crisis climática provocó la pérdida de lo sembrado en una zona que abarcó aproximadamente 1.000.000 de hectáreas.
A mediados de noviembre de ese año en Macachín, la prensa aseguraba que "ya muchos chacareros dan por perdida toda esperanza, y se ven obligados a sufrir de hambre, porque las casas de comercio les cierran todo crédito, en vista de que deben fuertes sumas, que ven que será imposible cobrar. Estos colonos abandonan sus chacras. Ha surgido la idea, entre muchos colonos, de dirigir una solicitud al Ministerio de Agricultura, solicitándole ayuda de semilla para el próximo año, y algún crédito para el sustento de sus familias".

La nota

En la primera quincena de noviembre de 1910 se terminaron las esperanzas de que la lluvia pudiera revertir tal situación y los colonos quedaron en una mala situación al no poder pagar los créditos adquiridos con los comerciantes y sus arrendamientos para con los propietarios y colonizadores de la zona. La situación era desesperante y quedaron al borde de perderlo todo. Las casas de comercio, terminaron por retirarles los créditos para pagos de arrendamiento, manutención y gastos de siembra.
Ante la situación terminal, un grupo de 150 chacareros de la zona de Macachín decidió dirigirse al Ministerio de Agricultura para exponer la problemática por la que atravesaba la región y solicitar ayuda oficial. Se envió una delegación a la Capital Federal para reclamar al menos garantías sobre los animales y los útiles de labranza, que serían confiscados por los comerciantes ante las deudas. El 26 de noviembre, el representante diplomático de Rusia en Buenos Aires, entregó una nota firmada por los agricultores afectados de Macachín al ministro de Agricultura, Eleudoro Lobos, y este determinó que el 27 partiera una comisión de la Defensa Agrícola con un perito agrónomo para evaluar la crisis y remitir informes con posibles soluciones a tomar.

Los chacareros "rusos"

Pero la situación había llegado a un límite angustioso para esperar los estudios. El 28 de noviembre el gobernador Felipe Centeno en Santa Rosa recibió un telegrama del comisario de Macachín, Máximo Busso, en el que informaba que: "se presentó en la policía de este pueblo (Macachín), una delegación de ciudadanos rusos, acompañados de varios intérpretes, con objeto de hacer presente al comisario, que los colonos que ocupan las tierras situadas en los alrededores de esta localidad, en un número de 3.000 individuos, tienen el propósito de asaltar las casas de comercio, para proveerse de víveres. Dijeron al comisario esos recurrentes, que en caso de que les sean negados los artículos de primera necesidad llevaran a cabo saqueos, para lo cual cuentan con armas suficientes".
La agitación chacarera tuvo como epicentro a Macachín por ser el nudo comercial y financiero del sudoeste pampeano, y de esta movilización participaron agricultores de las colonias La Argentina, La Merced, Sabadell y Campo de Aguirre, las más castigadas en la zona. La crisis agrícola provocó la exteriorización de ciertos propósitos de alzamiento de agricultores signados como "rusos" por las autoridades argentinas.
Entretanto, una delegación de chacareros se reunió con el comisario Busso para informarle de esta determinación como representantes de los agricultores que tenían sus campos en inmediaciones de la localidad. El oficial de inmediato acuarteló al personal policial en la comisaría.

Asaltos dudosos

Mientras esto pasaba, se sucedían algunas noticias sobre reclamos colectivos, o asaltos en menor medida, a las casas de comercio de la zona por parte de los chacareros, si bien muchos de estos hechos no pudieron después ser comprobados por la prensa.
El gobernador Centeno tras conocer los primeros informes, telegrafió al Ministerio de Guerra para que se enviara tropas para "garantizar el orden". El Jefe de Policía territorial, Miguel Retolaza, fue comisionado ese mismo día por el gobernante a la zona en conflicto con personal de Santa Rosa, incorporándose poco después efectivos de las localidades de Uriburu, Lonquimay, General Acha y Guatrache. A su vez el gobierno nacional ordenó a Centeno que se traslade a Macachín "y que cumpla con su deber de evitar por medios pacíficos la perturbación del orden y los conflictos entre colonos y comerciantes".
El 28 de noviembre, tras ser recibido el telegrama de Centeno en el Ministerio de Guerra, aún sin conocer la situación partió desde Bahía Blanca a las 11.40 horas el regimiento 5º de Infantería con 150 efectivos a Macachín del que se sabía que "lleva munición, dos ametralladoras, un piquete escolta y equipo completo".

Pueblo tomado

Los efectivos llegaron al día siguiente al pueblo pampeano y acamparon en la estación montando piquetes en algunas calles estratégicas mientras realizaban rondines por la noche. También desde la estación ferroviaria de Liniers arribó a las pocas horas al mando del teniente coronel Alfredo Olses el regimiento 8º de Infantería con 160 hombres y dos escuadrones del 2º de Caballería para recorrer las colonias. El periodismo comentó que las tropas llegaron de apuro, sin colchonetas ni otros elementos.
Parte de la prensa desestimó un hecho violento, indicando que en verdad habían sido sólo rumores tomados como verdad por el comisario y los comerciantes de la localidad. En las crónicas de esos días no hay hechos concretos de movilización en masa y se desmienten poco después las versiones de asaltos en los periódicos, aunque no es de desestimar que ocurrieran casos aislados.

Amenaza anarquista

Si bien se había dado la alarma inicial por el temor a un levantamiento de los colonos, la posibilidad de un reclamo armado solo fue la amenaza o la exigencia de un grupo de chacareros, que serían identificados años después como de extracción anarquista, quienes exigieron a las autoridades que si el gobierno nacional no les enviaba ayuda asaltarían los comercios, y que a la medida estaban plegados otros agricultores. Entre este grupo, que en su mayoría sus "dirigentes" eran arrendatarios de la colonia Sabadell, nos encontramos con Martín Scheffer, que tendrá luego actuación durante la huelga agraria de 1912 en una delegación local de la Federación Agraria Argentina .
A la luz de los hechos posteriores, se puede entender que este suceso fue más una amenaza puntual que una movilización organizada. Un grupo reducido de hombres movidos por la situación de necesidad a causa de la crisis, pero seguramente sus voces representaban a las de muchos otros agricultores que los apoyaban en toda determinación por la situación de carencia concreta en que se encontraban.
De acuerdo al censo parcial levantado el 2 de diciembre por el gobernador Centeno tras su llegada a la zona, los números arrojaron un saldo de once colonias afectadas en el área de Macachín que incluían alrededor de 75.120 hectáreas y 613 personas mayores y 1.243 criaturas.

Los paliativos del gobierno

El 29 de noviembre llegaron a Macachín los delegados de los agricultores desde Buenos Aires con una contestación muy vaga del gobierno nacional que prometía "estudiar la situación" y que ofuscó a muchos.
Ese mismo día partió el gobernador Centeno a la localidad y se trasladaron también desde Capital Federal el presidente del Departamento de Trabajo del Ministerio del Interior, Marcos Avellaneda, para realizar un estudio sobre la crisis; y desde el Ministerio de Agricultura, el segundo jefe de la División de Estadística y Economía Rural, Florencio Molina, para llevar tranquilidad a los colonos damnificados, proveer las necesidades materiales y ofrecer ayuda para traslados a zonas de trabajo de aquellos que quisieran hacerlo.
Las noticias alarmantes y en la mayor parte de los casos poco veraces, continuaban sucediéndose. La prensa comentaba sobre niños fallecidos a causa del hambre reinante y sobre asaltos a comercios vecinos. De esta forma se exageraron temores y versiones infundadas de muertos y choques armados en Macachín.
También se observan en la prensa enrolada con el gobierno conservador algunas actitudes xenófobas en sus apreciaciones sobre las supuestas causas del levantamiento poniendo a los agricultores extranjeros como los causantes de la crisis vivida en el sur pampeano. Así, La Prensa refería: "los rusos son los que dan motivo a temores, por su actitud amenazadora. Se explica que los colonos de esa nacionalidad sean los que más sufren las privaciones, porque viven absolutamente aislados del resto de la población, siguiendo sus costumbres y hábitos, y casi en constante enemistad con todos los otros pobladores de otra procedencia. Por lo demás, no son económicos, gastan en golosinas y manjares finos, y abusan del crédito".

Tranquilidad

El 1 de diciembre, a pedido de Centeno, regresó el regimiento 8 a su cuartel quedando dos escuadrones de caballería para recorrer la zona rural. En tanto, el gobernador y los oficiales de la policía visitaron, censaron y se reunieron con los cabecillas del movimiento chacarero. Grupos de veinte soldados de caballería fueron enviados a las colonias por temor a hechos de violencia y llevar tranquilidad.
Centeno ofreció trabajo a los agricultores como peones en otras zonas del territorio pagándoles los pasajes, cosa que muchos desestimaron por tener familia numerosa. Por lo pronto, se tramitaba el reparto de 15.000 $ m/n para paliar las carencias y se les prometió una ayuda en granos y dinero del gobierno nacional para reiniciar las cosechas.
El día 2 llegaron hasta Macachín, donde se había instalado Centeno, cantidad de chacareros en carros para reclamar una solución concreta. Alrededor de 150 vehículos de los colonos y sus familias rodearon la plaza. Pero el giro de 15.000 $ m/n para una primera ayuda del gobierno se hizo esperar, ya que no había casa que cambiara los cheques por dinero en efectivo en la zona.

Expansión

La agitación agraria se extendió por todo el sureste siendo más problemático en la zona de Guatrache a Remecó, ya que ningún representante del gobierno se había dirigido hacia allí. El 3 de diciembre un destacamento del 2º de Caballería recorrió la zona y el enviado Avellaneda se entrevistó con diferentes comisiones formadas en los pueblos afectados.
Las quejas de los habitantes se fundaron en que había muchos representantes oficiales involucrados, pocos víveres y sobre todo, demasiadas promesas. Diversas reparticiones tomaron cartas en el asunto: el gobernador, el Director de la Oficina de Trabajo, funcionarios y empleados de distintas categorías y reparticiones de distintos ministerios que "sólo producen una confusión lamentable", indicaba la prensa, acotándose que todos habían llegado tarde y que fueron sorprendidos por los sucesos.
El día 7 comenzó a repartirse en Macachín los 15.000 $ m/n del auxilio enviado por el gobierno nacional, y la situación comenzó a volver a la normalidad.
Poco después, en 1911, tuvo entrada al Congreso Nacional un proyecto de ley que autorizó a gastar la suma de 1.000.000 $ m/n para socorrer a los chacareros de la zona, préstamo del que sólo se recuperarían 250.000 $ m/n dada la tolerancia en el cobro que tuvieron las reparticiones nacionales ante las malas cosechas subsiguientes.

Hasta en Roma

Para fin del año 10 con la ayuda del gobierno ya nadie pensaba en miles de rusos armados, ferozmente teñidos de "ideas avanzadas" y que justificaran nada menos que el envío de dos regimientos del Ejército a un perdido pueblito en las márgenes del espacio pampeano. Aunque con algo de ridículo, el problema había sido conjurado.
Sin embargo, la trascendencia había sido mucho mayor de lo que imaginara el establishment conservador. El escritor Walter Cazenave recuerda que en 1912 el ex presidente Figueroa Alcorta realizó una recorrida por Europa en calidad de plenipotenciario. Durante su estadía en el Vaticano fue recibido por el Papa Pío X en una audiencia especial. Las crónicas indican que, en algún momento de la reunión, el pontífice le tomó la mano al embajador y, con los ojos húmedos, le preguntó emocionado: "Dígame, ¿todavía se muere de hambre la gente de Matachín?".