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Pero hete aquí,
que Motie tenía un secreto. En las noches de luna llena, cuando la abuela y el
abuelo dormían, abandonaba la seguridad de su escondite, y se iba a la ventana,
a soñar con su amado.
Su amado, en
esas misma noches de luna llena, también salía de su hogar, de entre las
confortables hojas de las flores del jardín, y se acercaba al a ventana, para
admirar a su amada y cantarle hermosas serenatas. Él se llamaba Krotie.
Motie y Krotie
eran de mundos diferentes. Los hombres dirían que los separaban las clases
sociales o la escala que ocupaba cada uno en el reino animal. Pero ellos no
sabían nada de clases sociales y tampoco habían estudiado biología. Solamente
sabían una cosa con total seguridad, que se amaban.
Y se amaron.
Como pudieron. Como les fue posible. Venciendo obstáculos. Pero nunca
quejándose de las diferencias. Porque los dos sabían que en la diferencia
estaba la fuerza de su amor: el amor de la polilla Motie y el sapo Krotie.
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