Brasa ardiente
-fuego y deseo-:
dos cuerpos enlazados
en la tibieza del trigal.
En el medio del campo,
encendidos de amor,
se queman sus almas
entre suspiros y jadeos.
Se tensan los cuerpos
-que amándose están-
sorprendidos por el manantial
que llega a poner punto final.
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