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Cuando uno le pregunta a esta mujer de 42 años por qué escribió poesía
filosófica, explica primero cuánto leyó cada vez que un problema sobrevenía a
su vida.
Los cuentos clásicos, la literatura más conocida, los filósofos más
conocidos y de los otros, siempre leyó.
Luego se suman también sus propias vivencias, que indefectiblemente se
incluyen en sus relatos: la muerte de su padre, que ella interpreta de
tristeza, una desaparición física que no debió haber sido, si hubiera llegado a
tiempo una intervención del corazón; la enfermedad de su sobrino; la muerte de
su madre cuando era muy joven y ella, Graciela, muy pequeña; el diagnóstico de
carcinoma que en un control de rutina le hizo el médico; el enfrentarse en más
de una oportunidad a la quimioterapia.
Vale la pena escuchar a esta mujer que dice que cuando todo parecía un caos
y la rodeaba el dolor encontró la paz.
La encontró en el dolor propio y en el e otras personas con las que
compartía los tratamientos. Encontró la paz, la solidaridad, el amor
desinteresado en los hospitales. Allí donde también trabó amistades
invalorables, especiales, únicas.
Luego de conocer todo esto, es posible entender por qué escribe poesía
filosófica.
Graciela es una mujer joven, que para quien quiera escucharla y verla
irradia una luz de quien se siente en paz consigo y con el mundo. La paz que
porta quien ha sabido encontrar a Dios entre los hombres.