¿Cuándo comenzó a olvidar? ¿En
qué instante empezaron a desparecer los rasgos faciales de los seres queridos
en su memoria? Las líneas que le daban forma al rostro de su madre, los trazos
que perfilaban la silueta de su padre… ¿cuándo fueron amortajados por el olvido
recuerdos tan amados? Los gestos de mamá en la cocina, de papá en el campo. La
actitud altruista: ella toda entrega, él todo esfuerzo. ¿Dónde descansan esos
restos en su mente para resucitarlos y velarlos en imágenes, en nostalgias, en
melancolías bañados en llanto?
Se formula estas preguntas
tirado sobre el catre de campaña en la
pampa argentina, mirando el techo
agujereado de un galpón de chapa chorreando sudor y cansancio.
Adormilado tras un largo día de trabajo cosechando maíz. La cara curtida, las manos duras y
cuarteadas de cicatrices. Los ojos cerrados, secos de lágrimas. El cuerpo
agotado; el alma inconsciente. Sin fuerza ni voluntad de nada. Destrozadas
las alpargatas, rota la bombacha de gaucho,
desgarrada la camisa, más pobre que en la aldea del Volga.
El adiós. El barco surcando el
océano. Las estelas en el mar. El cielo y las estrellas. El sol y la luna. Las
esperanzas y los sueños compartidos a la luz de un farol y al amparo de un
corazón que creyó en la utopía de la Argentina generosa y rica. La llegada a la
floreciente colonia. Enterarse que ya no quedaban tierras para repartir. Sufrir
viendo romperse en pedazos, las ilusiones, la sorpresa de enviarles dinero a
sus padres para que también vengan a América y conozcan la abundancia. Las
vivencias que quedaron lejos. En la juventud. Hoy sus padres habrán muerto. El
hogar de su niñez ocupado por otra familia. Y él sin poder visitar sus tumbas.
Envejeció en la Argentina. Sin
un peso en los bolsillos. Más pobre que cuando llegó. Trabajando hasta que los años le dijeron basta.
Sin mujer, sin hijos, sin casa,
terminó en un geriátrico, antesala del cementerio.
A veces el olvido es la mejor medicina para que los recuerdos no duelan. Olvidar, y abandonarse en los brazos de la vida que muchas veces no es como se sueña. A pesar de la voluntad, del empeño, del esfuerzo y sacrificio. Muchas veces los sueños mueren antes que el cuerpo y la vida sigue y el unico alivio es partir junto a los seres amados.
ResponderEliminarGracias por tu reflexión, Mariposa! Tus pensamientos son un aporte muy valioso para el blog y para cada una de las publicaciones!!!
ResponderEliminarJulio César Melchior
Hilando Recuerdos