en
la Nochebuena,
va
de casa en casa,
el
Pelznickel.
Un
colono disfrazado
con
el Pelz del abuelo,
de
la época de la arada,
cuando
caían las grandes heladas.
Sus
gritos guturales,
su
arrastrar de cadenas,
asusta
a los niños,
que
lo aguardan llenos de miedo.
Porque
ya en la casa,
los
hace arrodillar,
sobre
granos de sal,
para
sus travesuras expiar.
Y
los obliga a rezar,
una
y otra vez,
mientras
los pobres niños,
lloran,
aterrados, sin parar.
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