A finales del siglo XVIII Alemania (por
entonces el Sacro Imperio Romano Germanico) era una organización imperial apenas
sostenida por la enorme cantidad de principados menores saqueados y arruinados
por las sucesivas guerras que tuvieron como escenario su territorio. Las aldeas
se erigían humeantes y desoladas, las campiñas, otrora florecientes y
productivas, despojadas de toda su riqueza de tanto soportar sobre sus fértiles
innumerables batallas y un sinnúmero de muertes: las tierras yacían yermas y
vacías como desiertos. Las ciudades se encontraban arruinadas. La población
había disminuido de manera considerable. El pueblo estaba sumido en la más
absoluta miseria. En resumen: Alemania era un conjunto de principados
destrozados por la guerra, los conflictos religiosos, la desigualdad social,
las hambrunas y las pestes. Un territorio arruinado y un pueblo hambriento.
Los habitantes de las aldeas apenas
conseguían sobrevivir llevando una existencia miserable e indigna,
sobreviviendo a costa de tremendos sacrificios mientras la aristocracia residía
en enormes y lujosas mansiones, disfrutaba de la fastuosidad y de los adelantos
técnicos y científicos que podía dispensar el siglo XVIII, Siglo de las Luces o
de la Ilustración, una edad iluminada por la razón, la ciencia y el respeto por
la humanidad.
En circunstancias tan tristes y nefastas
un anuncio a modo de pregón recorre Europa: un Manifiesto emitido por Catalina
II La Grande de Rusia, fechado el 22 de julio de 1763 en San Petersburgo,
ofrece a través de leyes extraordinarias la salvación a los desheredados y
menesterosos aldeanos. El Edicto prometía a los colonos que desearan emprender
la aventura colonizadora de transformar tierras incultas en un territorio
civilizado, prerrogativas demasiado atractivas como para ser rechazadas, como
la libertad y la tan ansiada paz para construir un presente sin guerras y sin
hambre. Por eso no es de extrañar que el 80% de los alrededor de 30.000
europeos que emigraron a Rusia, entre los años 1763 y 1767, fueran de origen
alemán.
Es en ese momento
crucial de su historia cuando se inicia la epopeya de un numeroso grupo de
familias alemanas que dos emigraciones y varias generaciones después serán
conocidos mundialmente como descendientes de alemanes del Volga, radicándose,
algunos de ellos, en la República Argentina. (Para conocer más sobre la
historia de nuestros ancestros, consultar mi libro “Historia de los alemanes
del Volga”).
hola, soy desendiente de los alemanes del voga y me gustaria saber mas sobre ellos, como puedo hacer para conseguir su libro?
ResponderEliminarHola, Viviana! Por favor, enviame un mensaje a juliomelchior@hotmail.com para poder comunicarnos y pasarte la forma de adquirirlos. Muchas gracias!!!
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