La fiesta de Pentecostés se
celebraba en las colonias de antaño mediante una misa que se desarrollaba con
mucha pompa, solemnidad y profundas muestras de fe. La iglesia lucía llena.
Asistía la familia completa. Padres, hijos, nietos y el abuelo y la abuela (los
dos con sus vestimentas oscuras y la abuela con su pañuelo negro cubriéndole la
cabeza. Antiguamente todas las mujeres, sin
importar la edad, debían cubrirse la cabeza al ingresar a la iglesia). También
asistían los alumnos de las escuelas, en orden y en silencio, bajo el estricto
control de las hermanas religiosas. Nadie de la comunidad debía faltar.
Pentecostés
se celebra cincuenta días después de la Pascua y es la conmemoración del
descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles de Jesucristo.
Etimológicamente,
la palabra proviene del latín y esta, a su vez, del griego, que significa
‘quincuagésimo’. El término, como tal, hace precisamente alusión a los
cincuenta días que transcurren desde la Pascua hasta Pentecostés.
En el
Nuevo Testamento, en Hechos de los Apóstoles, capítulo 2, se relata el descenso
del Espíritu Santo durante una reunión de los Apóstoles en Jerusalén,
acontecimiento que marcaría el nacimiento de la Iglesia cristiana y la
propagación de la fe de Cristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario