Las mesas largas con sus
sillas de madera, las cocinas a leña, el sabor y el aroma de las comidas
tradicionales, el amor de mamá y papá cuidándonos en las largas noches de
invierno, cuando nos enfermábamos, la abuela cantándonos el “Tros tros,
Trillie” y el abuelo tocando la acordeón… Los casamientos de antaño, que se
prolongaban durante casi una semana, la misa de los domingos, los
almuerzos interminables… Y el recuerdo de los que ya murieron pero nunca se
fueron de nuestro corazón… Todo eso y mucho más, en el libro “Lo que el tiempo
se llevó de los alemanes del Volga”, que se puede adquirir desde cualquier
lugar del país, comunicándose a juliomelchior@hotmail.com.
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