Rescata

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miércoles, 27 de octubre de 2021

La viuda

Pintura de: Albert Anker
La viuda, vestida toda de negro, año tras año, transcurría en soledad su existencia cotidiana. Tanto en los tórridos veranos, como en los gélidos inviernos, la anciana acudía a misa, llevando en las manos una Biblia y un rosario. La cabeza cubierta, la mirada triste, y los ojos húmedos de llanto. Se sentaba en el primer banco, frente al crucifijo, cerca del altar. Escuchaba misa abstraída. Sus manos a veces temblaban, sus labios también. Siempre sola. Nadie la visitaba en su hogar ni nadie se sentaba junto a ella en la iglesia. Sus pensamientos y sus palabras solamente estaban reservados a Dios.
Vivía sola en una casa de adobe. La casa de sus padres. La casa que compartió con su marido. La casa en la que nacieron sus tres hijos. Y también la casa donde veló a su esposo, sus dos hijos y despidió para siempre a su único hijo vivo el día en que se marchó a la Capital Federal para empezar otra vida, lejos de la tierra que lo vio nacer y crecer.
La viuda, vestida toda de negro, transcurría en soledad su existencia cotidiana, llorando a sus muertos, extrañando a su único hijo vivo.

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