Rescata

WhatsApp: 011-2297 7044. Correo electrónico historiadorjuliomelchior@gmail.com

sábado, 10 de febrero de 2024

La huerta familiar, un clásico del verano

La familia alemana del Volga, como la de todos los inmigrantes que hicieron grande a este país, eran expertos en huertas, en generar sus propios alimentos, en comprar lo menos posible en los almacenes de ramos generales. Las aldeas se autoabastecían completamente. No solo eso, sino que aprovisionaban productos de verano para pasar los largos y crudos inviernos.
Las huertas tenían canteros de todo tipo de vegetales, hortalizas y verduras, que se mantenían limpios de yuyos, para lo que se usaba la pala, la azada y el rastrillo, producción que era regada a la mañana temprano y a la tardecita, con la colaboración de todos los integrantes de la familia, con la regadera y enormes baldes, generalmente sacando agua de un tambor que se llenaba con la bomba o con el molino, para que adquiera temperatura ambiente.
En el centro de la huerta se colocaba un espantapájaros, usualmente confeccionado con un saco y un sombrero viejo, y sobre algunos canteros, como los de la lechuga y de la remolacha, por ejemplo, se colocaban rectángulos de alambre tejido o hilos con tiras de cintas de colores, para que los pájaros no se vayan comiendo las plantitas mientras nacían. Asimismo, la huerta estaba cercada con alambre, para evitar que las vacas, las ovejas o cualquier otro animal doméstico ingresara para hacerse un festín, con tanta variedad de plantas y tonos de verdes.
De la producción que sobraba, luego del consumo familiar y de compartir con parientes, amigos y vecinos, se cosechaban y se trabajaba para llenar grandes barriles con Sauerkraut (chucrut) y Sauerkumer (pepinos en conserva), además de hacer otras variedades de conservas y encurtidos, cuyas recetas y secretos llegaron hasta nuestros días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario