“Las
tradicionales canciones de los alemanes del Volga tienen un origen remoto que
se diluye en la Edad Media ,
cuando la música, al igual que el resto de las artes, tiene básicamente un carácter religioso,
puesto que los músicos y muchos otros artistas trabajaban para la Iglesia Católica.
La música
profana continuaba vigente fuera de las iglesias gracias a
los juglares,
únicos transmisores de la música popular, pero
perseguidos por la Iglesia
debido a la vinculación de su oficio con el antiguo paganismo romano. De clase
social más alta eran los trovadores, surgidos en el sur de Francia, que
generalmente componían y cantaban sus propias obras, también alejadas de los
temas religiosos. En Alemania realizaban una labor similar los minnesänger.
En España, una colección muy importante de melodías semejantes son las Cantigas
de Santa María, compiladas (y algunas de ellas compuestas) por el rey Alfonso X
el Sabio (1221-1284). Sólo al final del periodo medieval hubo una mayor
atención a la música profana, desarrollándose las llamadas «chansons»
(«canciones»), composiciones a dos o tres voces que seguían las pautas de los
avances melódicos”.
Libro de Historia Alemana
Cantaron en casamientos, en reuniones de amigos y
cientos de fiestas más. La música los acompañó en el trabajo. Glorificaron a
Dios y a la nueva patria con letras de gratitud. Cantando oficiaron misas en
acción de gracias.
Sus voces, sus
melodías, sus canciones y sus sentimientos, sobreviven al tiempo y al olvido.
Versos y música rememoran el desgarrador exilio de Alemania, la forzada
despedida de la aldea volguense; el difícil afincamiento en la República Argentina ;
y la miseria y el sufrimiento de mil infortunios, guerras, hambrunas, epidemias
y esperanzas inciertas esperando, siempre esperando el mañana mejor.
Un mañana
mejor que hallaron aquí en la Argentina, en esta tierra bendita que los recibió
con los brazos abiertos, donde fundaron aldeas, colonias y pueblos; donde
volvieron a cantar con alegría y donde volvieron a resurgir los clásicos
instrumentos y las voces melodiosas de los descendientes de los inmigrantes del
mítico y lejano Volga. Y volvieron a cantar en coros las nostálgicas y
románticas canciones de amor, de dolor, de angustia, de fe en Dios... pero esta
vez también cantaron de felicidad, una felicidad plena y total.
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