Tiempo de analizar lo bueno y lo tan
bueno. Tiempo de proyectar. Tiempo de decidir ser mejores de lo que somos.
Tiempo de pensar en crecer, en desarrollar nuestro interior, en vivir la vida
viendo y sintiendo cada detalle sin preocuparnos lo que puedan decir o pensar
los demás. Tiempo de ser feliz como jamás lo fuimos.