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jueves, 5 de enero de 2012

Mirar al pasado y decir en un suspiro: ¿Se acuerda, abuelo?

¿Se acuerda, abuelo, 
lo felices que éramos?

Por Julio Dornel


En el cofre de los recuerdos nos encontramos con algunas páginas que marcaron a fuego la época dorada de los abuelos, donde terminaban todas las reprimendas de los padres y cuya protección determinaba el término de “malcriados”. Cuántos rezongos paternales finalizaban entre los brazos de los abuelos cuando no se hacían los deberes o volvíamos de la calle con la ropa sucia después del “picado”. Abuelos que siempre estuvieron para cuidarnos, para protegernos y también para enseñarnos, mientras comenzábamos a formar nuestra adolescencia y construir los primeros sueños.

La imagen de los abuelos nos remite al pasado cuando fueron protagonistas y se pasaban la noche esperando el regreso de algún nieto trasnochado para que los padres no se enteraran. Hoy a la distancia y con el paso de los años, los vemos más frágiles y sensibles, con los recuerdos de un pasado lejano salpicado de charlas, anécdotas y travesuras. Fueron los abuelos quienes construyeron los primeros juguetes o la cuna de madera que luego pintaban de cualquier color sin tener en cuenta, porque no lo sabían, que el plomo era perjudicial para la salud. Ni soñábamos con el Nintendo, Playstation o juegos de video. Allí estaban los caballos de madera y los autos artesanales que fabricaba el abuelo sin tener en cuenta el cinturón de seguridad, pero con la seguridad de que eran portadores de la máxima felicidad a que se podía aspirar en aquellos años y que bastaba para espantar el aburrimiento.
Mientras los recuerdos fluyen van desfilando situaciones y costumbres que integraron el mundo mágico del siglo que se fue. Es posible que muchos recuerden con un dejo de nostalgia el auge que habían experimentado las tarjetas en las primeras décadas del siglo XX. ¿Se acuerda, abuelo? Era realmente un placer recibir aquellas tarjetas de Navidad, Año Nuevo, felicitaciones o alguna invitación con sabor familiar. El principal detalle de estas tarjetas y que determinaba las preferencias del público estaba relacionado con las combinaciones multicolores que adornaban su entorno y donde se estampaban las invitaciones y buenos deseos de sus remitentes. El “ boom” de las tarjetas se mantuvo hasta la década del 80, cuando las circunstancias económicas fueron mellando los afectos y los buenos deseos de los remitentes.
Como olvidar al abuelo campesino casi analfabeto que venía desde La Pampa para llevarnos a las vacaciones rurales. Durante la mañana recorría el campo en un caballo sin elegancia que había domesticado lentamente y sin apuro durante 5 años. En esa recorrida con una ternura de chiquilín iba recogiendo huevos de tero que escondía cerca del galpón para que pudiéramos encontrarlos sin mayores dificultades al caer la tarde. ¿Se acuerda, abuelo?
Que fácil era encontrar en los baúles, viejas cartas de amor que atestiguaban alguna relación sentimental no siempre cristalizada con el matrimonio. El sobre forrado con un costo superior, tenía otra presentación y como se dice ahora, otorgaba más “status” al remitente. En la actualidad resulta muy difícil recibir correspondencia, salvo alguna factura de las tarjetas de crédito. Lo primero que mirábamos al recibir el sobre era el nombre del remitente y luego el sello del correo con destacadas figuras de la historia, que comenzábamos a coleccionar por poco tiempo.
Era fácil encontrar viejas revistas entre las que podemos destacar ejemplares de Caras y Caretas, Patoruzú, el Gráfico, Billiken, la revista El Hogar con notables colaboraciones de Horacio Quiroga, tarjetas postales, fotografías de Gardel y jugadores de fútbol del cuadro preferido. ¿Se acuerda, abuelo?
Cómo no mencionar a los circos o parques de diversiones destartalados pero siempre bienvenidos, que se establecían en los baldíos con su magia de trotamundos. Eran la máxima diversión para los niños de la época
Por aquellos años se nacía, se moría y lo velaban en su propia casa. Hoy todo ha cambiado. Los que pueden nacen y mueren en el sanatorio, los otros nacen en los hospitales y mueren en algún hogar de ancianos, solos y olvidados... aunque el almanaque nos diga que un día, de un mes del año se conmemora el Día del Abuelo.