Rescata

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domingo, 5 de febrero de 2012

¿Por qué nos trataron tan mal si nosotros también somos argentinos?


¿Quiénes eran los rusos? ¿Qué significaba ser ruso? ¿Y por qué sonaba tan despectivo ese adjetivo? Fueron preguntas que en algún momento de mi infancia me plantee y entendí que los rusos éramos nosotros. Y me dolió darme cuenta que los demás nos trataban como si fuéramos poca cosa. Me sentí humillado y comprendí cuánto prejuicio me rodeaba cuando dejaba mi pueblo y viajaba a la ciudad, lejos de mi gente.
Treinta años después, comprendo que los rusos, como nos llamaban, eran un mosaico de identidades que conformaban una sola nación y que nosotros no teníamos nada que ver con ellos. Comprendí que éramos alemanes, que mis abuelos, pese a haber llegado de Rusia, eran alemanes y, por lo tanto, yo no era ruso sino descendiente de alemanes del Volga como descubrí más tarde.
Entendí que pertenecía a una comunidad con una identidad bien definida. Y supe por fin, por qué, cuando era niño, en la escuela, la maestra nos enseñaba la historia argentina llena de héroes que nunca llevaban apellidos como la gente que yo conocía y trataba.
Con dolor, angustia y sufrimiento, desde el día que nací, sentí sobre mí miradas de prejuicio, discriminación, y cuchicheos de gente foránea que se refería a nuestra gente del pueblo con motes despectivos e insultantes.
Ahora sé por qué. Porque éramos diferentes. Porque veníamos de Rusia pero no éramos rusos sino que hablábamos alemán. Teníamos costumbres y tradiciones diferentes a las argentinas. ¡Y mucho más!
Pero esa no era razón para tratarnos de esa manera. Esa no era razón para humillar a mis abuelos y a mis padres de manera tan cruel. ¡Cuántas veces, de niño, vi llorar a mi madre por ser tratada como “rusa de m…”? ¿Por qué? ¿Era necesario demostrar tanto prejuicio e insultar de esa manera a gente humilde que no sabía hacer otra cosa que trabajar, ser solidaria, tener fe en Dios y aportar su gran granito de arena en el crecimiento y progreso de este país que nos pertenece a todos, a ellos, que nos trataron tan mal, y a nosotros, que sufrimos tanto por culpa suya? ¿Por qué, pregunto, nos trataron tan mal si nosotros también somos argentinos?