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viernes, 3 de febrero de 2012

HISTORIAS SENCILLAS DE GENTE COMUN: EL VELORIO

Por Carlos Polak

CARLOS POLAK
Tornquist ( Bs. As.)
El pasado 29 de enero se cumplieron 45 años de la partida camino del silencio de mi abuela Catalina. Fue precisamente el 29 de enero de 1967 en que nos dejo para siempre, con tan solo 55 años de edad víctima de una enfermedad terminal. Excelente esposa , madre de 9 hijos, uno fallecido de muy pequeño y el más chico discapacitado y de solo 14 años.
Yo tenía 5 años y algunos meses y recuerdo claramente el velorio, que como era tradición, se llevo a cabo en la casa materna de la abuela, en Colonia San Martin de Tours (Dufaur, pdo. de Saavedra) El comedor de la vieja casa había sido convenientemente acondicionado para la ocasión con el ataúd en el centro de la habitación y gran cantidad de sillas en derredor, mientras se oian oraciones encomendando a Dios por el alma de la difunta, acompañadas de tanto en tanto por los llantos muy sentidos de algunos presentes y el continuo :porque, porque,..
Por esos años no se utilizaban métodos y herramientas de hoy en día, como por ejemplo la conocida "gotita" que sella ojos y boca de los fallecidos impidiendo que a causa del "rigor mortis", estos se abran. Lo cierto es que transcurridas varias horas de velatorio se noto en el cuerpo una evidencia de apertura de los ojos, que hizo estallar en gritos a mi tía mas joven que por entonces contaba 18 años. Debieron retirarla de la sala y haciéndonos salir a todos afuera, un grupo de entendidos procedió a solucionar el problema.
Al otro día fuimos en procesión de vehículos hasta el cementerio de Saavedra, donde recibió santa sepultura.
Pido disculpas a los lectores porque quizás lo que acabo de escribir puede sonar un tanto duro, fuerte, o doloroso, pero no es más que la verdad y tiene que ver también con tradiciones y costumbres de nuestros ancestros y forman parte irrefutable de nuestra vida, que no es más que la suma de momentos, unos buenos y otros no tanto.
Quiero comentar además que luego de todo esto venia la otra parte: Por muchos días terminantemente prohibido encender la televisión (había muy pocas), encender la radio, o asistir a cualquier evento donde se escuche música. Recuerdo puntualmente que una de mis tías estuvo casi un año sin escuchar radio.
Por otro lado la vestimenta femenina debía reflejar el dolor de la familia. Varios meses vistiendo ropa de color negro (de luto) y pasado ese tiempo el color gris, al que se llamaba medio luto. Las mujeres más conocedoras sabían sacar la cuenta de cuánto hacia que había muerto un familiar por el color de ropa que usaban las dolientes.
Recuerdo que todos los años en ocasión del día de los fieles difuntos ( 2 de noviembre) visitábamos las sepulturas de los familiares y el cura párroco del lugar asistía a quien le pedía rezando una oración y derramando agua bendita sobre la tumba, acción que era retribuida económicamente por familiares para sostenimiento del culto.
Reitero mi intención de no incomodar a nadie, pero creo que estas cosas que algunos recordamos debemos contarlas, porque como dijo alguien: " un pueblo olvida cuando la generación que conoce sobre el pasado no lo transmite a su descendencia.