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miércoles, 11 de abril de 2012

¿Quién fue Catalina II La Grande?

“A fines del siglo XVIII las aldeas de Alemania se erigían humeantes y desoladas, las campiñas, otrora florecientes y productivas, despojadas de toda su riqueza de tanto soportar sobre sus fértiles campos innumerables batallas y un sinnúmero de muertes: las tierras yacían yermas y vacías como desiertos. Vastedades inmensas sin vestigio de vida humana, animal o vegetal. Las ciudades se encontraban arruinadas. La población había disminuido de manera considerable e increíble. El pueblo estaba sumido en la más absoluta miseria... Y como bendición de Dios, llegó la salvación a tanta desolación: Catalina II La Grande de Rusia lanzó un Manifiesto para colonizar tierras rusas a cambio de todo lo que nos hacía falta y más, mucho más”, palabras redactadas en alemán al margen de un antiguo devocionario.

Catalina nació con el nombre de Sophie Fredericke Auguste von Anhalt-Zerbst, en Stettin (actual ciudad de Szczecin, en Polonia) el 2 de mayo de 1729, hija de un príncipe alemán. En 1745, se casó con el gran duque Pedro de Holstein, heredero al trono ruso. El matrimonio no fue feliz, pero la inteligente y ambiciosa Catalina no tardó en rodearse de un grupo de seguidores en San Petersburgo. En 1754 dio a luz un hijo, el futuro emperador Pablo. El marido de Catalina accedió al trono como Pedro III en 1762. Excéntrico, inestable y despectivo con sus súbditos, pronto se vio alejado de varios grupos importantes de la sociedad rusa. El 9 de julio de 1762, siguiendo una práctica habitual en la Rusia del siglo XVIII, la Guardia Imperial le derrocó y colocó en su lugar a Catalina en el trono. Pocos días después Pedro fue asesinado.
Catalina conocía bien la literatura de la Ilustración francesa, la cual ejerció una gran influencia sobre su propio pensamiento político. Mantuvo un estrecho contacto con Voltaire y Denis Diderot, prestó apoyo financiero a algunos escritores franceses, y Diderot fue huésped de su corte en 1773. Aunque con estas actividades simplemente pretendía crearse una imagen favorable en Europa Occidental, probablemente fue sincera en su interés y en su esperanza de poder aplicar algunas de las ideas ilustradas a la racionalización y reforma de la administración del Imperio ruso. A pesar de su interés en la reforma legal, la comisión que nombró para llevar a cabo esta tarea en 1767 no pudo cumplir sus objetivos. Entre los logros de Catalina se pueden destacar: la creación de las primeras escuelas para chicas y la de un colegio médico para el cuidado de sus súbditos.
En los primeros años de su reinado, Catalina trató de ganarse el apoyo de la clase acomodada rusa, y, en concreto, de un pequeño grupo de nobles. Confirmó la decisión de Pedro III de librar a la clase acomodada del servicio militar obligatorio, les concedió otros muchos privilegios y colmó a sus seguidores con títulos, cargos, tierras y siervos para trabajar en sus campos. A pesar de su declarado aborrecimiento de la servidumbre, hizo mucho por extender esta institución, cediendo siervos del Estado a propietarios privados, llevando la servidumbre a los territorios de reciente adquisición e incrementando el control legal de la clase acomodada sobre sus siervos.
El malestar de los campesinos culminó en una gran rebelión (1773-1775), encabezada por el cosaco Yemelián Pugachov, que hizo estragos en la mayor parte de la cuenca del río Volga y en los montes Urales, antes de ser definitivamente aplastada por las fuerzas militares. La rebelión marcó un giro hacia una política interna más reaccionaria. El ejército cosaco fue disuelto, y se concedieron privilegios especiales a otros cosacos, tratando de convertirlos en leales seguidores de la autocracia. En 1775 se llevó a cabo una importante reforma de la administración provincial, con el fin de conseguir un mejor control del Imperio. También se realizó una gran reforma de la administración urbana. La Revolución Francesa incrementó la hostilidad de Catalina hacia las ideas liberales. Varios críticos de la institución de la servidumbre fueron encarcelados, y parece ser que Catalina estaba planeando formar parte de una coalición europea contra Francia cuando murió el 17 de noviembre de 1796, en San Petersburgo.
Durante el reinado de Catalina, el territorio del Imperio ruso se extendió enormemente. Gracias a dos guerras contra el Imperio otomano (1768-1774 y 1787-1791) y a la anexión de Crimea (1783), Rusia logró controlar la costa norte del mar Negro. El control ruso sobre Polonia y Lituania también aumentó en gran medida, culminando con la anexión de grandes extensiones de territorio en los tres repartos de Polonia (1772, 1793, 1795).
Una de las características del reinado de Catalina fue el importante papel que desempeñaron sus amantes o favoritos. Diez hombres ocuparon este cargo semioficial, y al menos dos de ellos, Grigori Orlov y Grígori Alexándrovich Potemkín, tuvieron especial importancia a la hora de formular la política exterior e interior del país. Aunque la valoración de la figura de Catalina puede variar, es indudable que desempeñó un papel clave en el desarrollo de Rusia como estado moderno.