Silvestre Fischer estableció su domicilio en
la calle Santa Fe, frente al lugar donde con el correr de los lustros se
construyó la Escuela Parroquial Santa María. Allí edificó una suntuosa casa, en
la que residió bajo un aura de prestigio social y económico, dada su formación
académica. Durante la mayor parte de su existencia se desenvolvió como maestro
de enseñanza privada, impartiendo clases en su domicilio.
Según crónicas orales se puede establecer con
precisión que era un “excelente maestro que conocía su profesión y de cuyas
aulas particulares salieron muy buenos alumnos”. Su lema de enseñanza, acorde a
la época, era un axioma alemán muy popular por aquellos años: “la letra con
sangre entra”. Por lo que es fácil de concluir al escuchar testimonios que su
método de instrucción era muy severo como así también su carácter, no solamente
con sus alumnos sino con su familia y los demás miembros de la sociedad que,
sin embargo, lo respetaban y admiraban por sus conocimientos académicos y su
severidad moral y ética.
Casado con María Eckermann tuvo varios hijos:
Emilia, Jorgelina, Regina, María, Ana, Clementina, Josefina, Beatriz, Bárbara
(Hna. religiosa), Silvestre (sacerdote), Juan, Gaspar y Jorge.
Con los años se dedicó al comercio instalando
una frutería que no solamente abarcó el amplio salón que poseía la casa sino
que los cajones de frutas se exhibían en la calle, al frente del domicilio.
Estando a cargo de su vigilancia, para que los traviesos niños de la comunidad
no sustrajeran ninguna fruta, el pequeño Juan que, a su vez, era el encargado
de realizar venta domiciliaria en carro.
Silvestre Fischer, más conocido como der
schpelehrer (el maestro rengo, por una discapacidad que poseía en una de sus
piernas) falleció el 20 de noviembre de 1949, dejando en la memoria una
imperecedera imagen de respetado y honorable maestro; y su esposa, murió el 26
de enero de 1975.
Ambos están sepultados en el cementerio de
Pueblo Santa María.
Dato
adicional: La prestigiosa escritora Graciela Schmidt Robilotta, autora del
libro “Ofrenda”, es descendiente del recordado maestro Silvestre Fischer.