Nadie supo
por que bebió tanto esa noche y por qué estaba tan triste. Tampoco nadie
intentó preguntarle. Menos aún cuando advirtieron que no tenía ánimo para
hablar ni deseos de contar nada. Se paró frente al mostrador del bar y pidió un
vaso y una botella de ginebra. Todos se miraron sorprendidos y pensaron al
unísono que raro, Santiago no bebe nunca, pero nadie se atrevió a decir nada.
Transcurrido
el momento de sorpresa, todos volvieron a lo suyo: unos a beber rumiando penas
de amor, otros a beber por beber nomás, y otros a continuar jugando su partida
habitual de naipes. Todos se desentendieron de Santiago. A nadie le importó el
amargo desamparo que lo embargaba. Nadie se dio cuenta que su alma chapoteaba
en el lodo rememorando una y otra vez un hecho que para él era el fin del
mundo. No veía más que esa única escena, un cuadro representado en un escenario
cotidiano y familiar: en la habitación de su casa, más exactamente sobre la
cama matrimonial. Una y otra vez veía la sangre, las enormes manchas de sangre
brotando de entre las piernas de su esposa y otra y otra vez veía también las
manos groseras y torpes de la comadrona cortando el cordón umbilical de un niño
que no lloraba, que ni siquiera gemía, que no hacía movimiento alguno.
Bebió el vaso
de ginebra con desesperación, buscando perder la memoria en la niebla del
alcohol.
Pero la
imagen reaparecía con más nitidez. Volvió a ver cómo su mujer agonizaba,
crispando los dedos, aferrando la sábana, en un último intento por inspirar la
bocanada de aire que la conservara con vida. Volvió a ver cómo el cuerpo se
contraía de dolor, desgarrado por dentro; y cómo, ese mismo cuerpo, se fue
apagando lentamente, en un hilo de voz cargado espanto.
“Fue un parto
difícil”, se disculpó la comadrona. Estaba acostumbrada a ver morir mujeres que
daban a luz. Formaba parte de su oficio. Como formaba parte de su oficio
recostar junto a la mujer sin vida al bebé también sin vida y comenzar a
higienizarlos para luego dar parte a las autoridades y a la casa funeraria.
Blog de Periódico Cultural Hilando Recuerdos
Director: Julio César Melchior
Producción publicitaria: María Claudia Melchior
I believe that this site is not as serious as expected. Bibliographic citations? Authors consulted to a serious reconstruction of the past? Too much emphasis on the suffering of a nation that fails an auspicious legacy to their descendants.
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