Fuente: lanuevaradio.com.ar
Los
emotivos relatos de Manuel Ángel Valea. “Aquí tenemos elementos que en
su momento tuvieron un valor pecuniario, pero para los que somos habitantes de
este pueblo es el valor de la ofrenda que hicieron nuestros antepasados”.
Manuel
Ángel Valea no es oriundo de Pueblo San José y su apellido lo denuncia, pero
fue a vivir a la segunda Colonia Alemana siendo muy chico, acompañando a sus
padres que tenían expendio de frutas y de verduras en ese lugar.
Pero adoptó
a este pueblo como su hogar, aprendió a quererlo y a conocer cada una de sus
tradiciones, sus costumbres y por supuesto su historia.
En su casa,
en su biblioteca personal, guarda valiosos documentos y libros que dan cuenta
de detalles, historias, relatos que tienen que ver con la vida de los tres
Pueblos Alemanes.
Don Manuel
Valea será el guía en una recorrida que para este domingo propone la Liga de
Madres de Familia a la Iglesia de Pueblo San José.
Por eso La
Nueva Radio Suárez lo entrevistó para conocer algunos de los detalles y
secretos que guarda ese templo parroquial.
“Tenemos la
enorme alegría de tener un templo que aparte de ser la casa del Señor, donde
vamos a ofrecerle nuestro reconocimiento y a pedirle por nuestras cuestiones,
en este lugar se da una circunstancia muy especial: todo esto que tenemos hoy
–la tercer iglesia en el desarrollo de la vida religiosa de San José- está
hecha con el esfuerzo de toda la comunidad. Como diciéndole al mundo que
iglesia somos todos. Aquí se han conjugado varias cosas: que ese esfuerzo se
transfirió a una belleza no suntuosa. Si uno va los días de sol, en cuanto
entre a la Iglesia se puede apreciar la conjunción de los distintos colores de
los vitrales, se puede disfrutar de una paz que a uno lo invade, dando ganas de
seguir en el lugar, orándole a Jesús y agradeciéndole por todo lo que nos da”.
Agrega
Manuel Valea que “aquí tenemos elementos que en su momento tuvieron un valor
pecuniario, pero para los que somos habitantes de este pueblo es el valor de la
ofrenda que hicieron nuestros antepasados”.
Recuerda
“Nene” que el Altar fue traído de Italia, que los bancos y las puertas fueron
hechos por un carpintero de San José.
Cuenta
entonces que “cada familia donó un vitral que fueron traídos del exterior y sus
nombres figuran al pie de cada uno de ellos. Y lo que tendría que ser mármol y
cemento se trata de pintura que surgió bajo la creación de un habilidoso
pintor. Además de dibujar las líneas que tiene el cemento, se puede descubrir
el rostro de Jesús –uno mirando a la gente, el otro hacia el cielo, en gesto de
oración o de súplica a Dios-, también una de sus manos, crispadas por el clavo
que lo sujetó a la cruz; también el rostro adusto del Padre Charles. Y en una
de esas columnas también el nombre de quien el pintor amaba, Imelda, en los
años en que se construyó la Iglesia una jovencita de San José, cuyos padres no
permitieron esa relación amorosa.
Y en los
atuendos del mendigo que están en una de las naves laterales un número apenas
perceptible, 26, que era el número de las ropas que tenía el Padre Charles en
el seminario. Es que el pintor había dibujado al hombre sin ropas y el
sacerdote lo obligó a pintarle un atuendo.
Secretos,
detalles, historia que Manuel Valea irá contando este domingo a quienes
participen de la recorrida por la Iglesia de Pueblo San José.
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