Se plantó
frente al patrón y le comunicó, mirándole a los ojos, en un dialecto que él
interpretó de manera fonética como que quería decir algo así como “Ich
schafnetmei”.
El patrón lo
miró burlonamente. “¿El qué?”, preguntó. “Ich schafnetmei”, repitió el alemán,
rojo de bronca, porque veía que el otro no lo tomaba en serio. “Dice que ya no
trabaja más”, tradujo otro alemán que estaba cerca, también trabajando en la
zanja, con el agua hasta las rodillas. El patrón largó una risa sarcástica y
estruendosa. Era obvio que se burlaba del alemán. Se acomodó los tiradores,
tiró el sombrero hacia un costado, y suspirando profundamente, sentenció: “Tomá
tus cosas y andate”. Pero el peón no se movió. Ni siquiera se inmutó. El patrón
no supo cómo interpretar su desafío. “Tal vez no entiende castellano”, pensó.
“Traducile”, ordenó al peón que había hablado antes y que continuaba trabajando
en la zanja, totalmente desentendido de la conversación. “No es necesario”,
respondió. “Entiende perfectamente. No se va porque espera que le pague los
quince días que trabajó”, explicó bajando cada vez más el tono de voz. Por más
que lo intentaba, no podía ocultar el miedo que sentía.
“Te voy a dar
paga”, gritó el patrón furioso dando rienda suelta a una rabia descontrolada
que lo llevó a castigar desmedidamente al pobre alemán con dos golpes de fusta
que le dieron vuelta el rostro y le hicieron brotar sangre de los labios. “Te
la voy a dar con propina incluida”, agregó mientras le continuaba pegando. Los
otros alemanes siguieron trabajando. Bajaron la mirada y cerraron los oídos
para no oír los lamentos de dolor del pobre alemán. Era obvio que tenían miedo de
perder su empleo y entendían que enemistarse con el patrón significaba no
volver a conseguir trabajo. Al menos cerca de las colonias. Nadie intervino. El
peón tampoco hizo nada para reaccionar: recibió la paliza sin siquiera osar
defenderse o atajar los fustazos. Tanto
era el pánico que sentía ante la autoridad omnipresente del patrón. Comprendió, tarde, que el patrón era la
autoridad absoluta. Y que el juez y la justicia siempre estaban de su lado. En
resumen él era la voz de la justicia y el dueño de sus destinos.
Me acuerdo. Era una época terrible en que el patrón de estancia era el dueño de los destinos de sus peones alemanes del Volga. Mi papá lo sufrió.
ResponderEliminarNo creo que haya sido siempre así, los trabajadores rurales alemanes del Volga tenían su dignidad y la defendían con altura y educación ; puede ser que alguno haya flaqueado en alguna oportunidad como narra la presente historia..........
ResponderEliminarTenes razon, la familia de mi papá eran muy pobres, 16 hermanos (6 hombres), y ante las humillaciones, todos los hermanos se dedicaron a trabajar por su cuenta, fueron sus propios patrones, aunque solo fuera hachando leña en el monte, pero no se sometieron a humillaciones
EliminarRecién escribí un comentario, pero me lo quitaron.....????? me gustaría saber por qué??????
ResponderEliminarPido disculpas, mi comentario no fue quitado......
ResponderEliminarY tambien esta el caso de los que perdieron campos y pertenecias a mano de paisanos de otra nacionalidad, como le paso a mi bisabuelo ! que con engaños se quedaron con todo !!!!
ResponderEliminarSI ASI FUE, SEGUN CUENTA TODA LA FAMILIA, NUESTRO BISABUELO NO SABIA CASTELLANO, ERA VENIDO DEL VOLGA Y SI EN CAMBIO TRAIA honor honestidad, responsabilidad, voluntad etc tenia sus propiedades en Crespo, aún mi madre y tías recuerdan la casa donde vivía, y los bienes que adquirieron con mucho esfuerzo, luego sus hijos entre ellos mi abuelo heredaron su bienes , tampoco adquirieron el dominio del castellano POR ESE MOTIVO UN ESCRIBANO JAROSL... DE OTRA NACIONALIDAD MUY PERVERSO PARA LOS NEGOCIOS, LE HIZO FIRMAR MUCHOS PAPELES DONDE DECIA QUE LE DABA LAS TIERRAS A EL .....EN FÍN... ASI FUE QUE MI ABUELO MI ABUELA Y TODOS SUS HIJOS SE QUEDARON EN LA CALLE SIN NADA DE NADA LITERALMENTE Y ESTE ESCRIBANO JAROSL..... SE QUEDÓ CON TODO, MIS TIAS ERAN GRANDES Y RECORDABAN MUY BIEN LA HISTORIA
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