Esta es la
historia de la familia Haas. Partieron de los viejos principados germanos, de
la actual Alemania, en el año 1764 y se instalan en la soledad del bajo Wolga,
en las fronteras orientales del Imperio Ruso. Destruidos por la pobreza, la
crisis social y las constantes guerras que asolaban la región se dejan fascinar por las proclamas de la Reina Catalina La Grande de Rusia, quien los
invita a formar parte de una poderosa masa de artesanos y trabajadores de la
nueva Rusia. El viaje de mas de tres mil quinientos kilómetros, la instalación
en la helada tierra de la provincia de Saratov, el armado de sus viviendas y el
inicio de la producción cerealera marcan el estilo sacrificado de este pueblo.
La dureza de la vida, la mirada hostil de los rusos habitantes en la zona, el
vandalismo de los pueblos seminómadas y la sensación absoluta de soledad
marcaron su identidad para siempre: se mantuvieron aferrados a su lengua, a su
familia y a su religión y, este modo,
sobrevivieron más de cien años.
Cien años después, cuando el olor de la pólvora de
nuevas guerras, la crisis de la pobreza, expresada en las rebelión popular de
los siervos y los nuevos enfrentamientos con el pueblo ruso por sus proyectos
de rusificación, el pensamiento reproduce viejas decisiones: volver a emigrar.
Esta vez hacia las tierras donde sea posible vivir en paz realizando lo que
saben: producir el trigo. Las nuevas tierras posibles de elegir son: los
Estados Unidos, Canadá, Brasil o Argentina.
La
historia se continúa en nuestro país, a partir de su llegada en el año 1878,
recreando otra vez la precariedad del asentamiento, la dureza de un nuevo
comienzo, la convivencia con nuevas costumbres, gentes y lengua, dando así
nacimiento a las miles de familias conocidas, en nuestro país, como “Alemanes
del Wolga”.
En ambas
tierras el sentido de la comunidad y de la solidaridad, expresados en la forma
de vida en aldeas o colonias, ha conformado una profunda vivencia en la memoria
de sus descendientes, marcada por el esfuerzo, los sueños y la esperanza de un
mundo mejor.
Esta
historia es salpicada por los esfuerzos de recorrer, en la actualidad, los
mismos senderos por un joven descendiente de la misma familia que intenta
recuperar sus raíces y su propia identidad. Estudioso de la historia y de la
genealogía, esta larga búsqueda lo llevará a mirar desde otro ángulo la misma
historia de la familia Haas.
“Los
senderos del Wolga” no sólo son los caminos que fueron transitados
por estas familias arquetípicas. Son también los que debe transitar en la
actualidad nuestra juventud en su búsqueda por recuperar la propia historia
familiar, descubrir sus orígenes, entender su modo de ser. Es la experiencia de
la investigación genealógica de la familia, es el ejercicio de la memoria
colectiva y es la experiencia de la recuperación de la identidad.
“Los
senderos del Wolga” es una producción literaria que elige el
formato de novela para describir en el desarrollo de una familia todas las
historias familiares posibles. Combina la narrativa, el diálogo, el carácter epistolar, el monólogo
interior con las nuevas formas
mediáticas del correo electrónico y el foro de discusión. A través de esta
novela se intenta recrear la historia de las migraciones de los Alemanes del
Wolga residentes en Argentina, originalmente surgidos en las colonias de la
provincia de Buenos Aires y de Entre Ríos y su dispersión a lo ancho y a lo
largo del país a través de sus múltiples descendientes.
El autor
nos lo dice: “… una obra de ficción que intenta aproximarse a lo que pudo
haber sucedido realmente. Los nombres de las personas, no deben coincidir con
la realidad, aunque tal vez alguien
pueda sentirse identificado. Pero es sólo eso. Y, como tal, una ficción que
invita a la imaginación del lector, particularmente si éste es descendiente de
quienes han formado parte de este
caminar por los senderos que recorrieron todos los pueblos inmigrantes, que hoy recordamos con admiración y respeto”.
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