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viernes, 7 de noviembre de 2014

Los Senderos del Wolga

Esta es la historia de la familia Haas. Partieron de los viejos principados germanos, de la actual Alemania, en el año 1764 y se instalan en la soledad del bajo Wolga, en las fronteras orientales del Imperio Ruso. Destruidos por la pobreza, la crisis social y las constantes guerras que asolaban la región  se dejan fascinar por las proclamas de la Reina Catalina La Grande de Rusia, quien los invita a formar parte de una poderosa masa de artesanos y trabajadores de la nueva Rusia. El viaje de mas de tres mil quinientos kilómetros, la instalación en la helada tierra de la provincia de Saratov, el armado de sus viviendas y el inicio de la producción cerealera marcan el estilo sacrificado de este pueblo. La dureza de la vida, la mirada hostil de los rusos habitantes en la zona, el vandalismo de los pueblos seminómadas y la sensación absoluta de soledad marcaron su identidad para siempre: se mantuvieron aferrados a su lengua, a su familia y a su religión y, este modo,  sobrevivieron más de cien años.
Cien  años después, cuando el olor de la pólvora de nuevas guerras, la crisis de la pobreza, expresada en las rebelión popular de los siervos y los nuevos enfrentamientos con el pueblo ruso por sus proyectos de rusificación, el pensamiento reproduce viejas decisiones: volver a emigrar. Esta vez hacia las tierras donde sea posible vivir en paz realizando lo que saben: producir el trigo. Las nuevas tierras posibles de elegir son: los Estados Unidos, Canadá, Brasil o Argentina.
La historia se continúa en nuestro país, a partir de su llegada en el año 1878, recreando otra vez la precariedad del asentamiento, la dureza de un nuevo comienzo, la convivencia con nuevas costumbres, gentes y lengua, dando así nacimiento a las miles de familias conocidas, en nuestro país, como “Alemanes del Wolga”.
En ambas tierras el sentido de la comunidad y de la solidaridad, expresados en la forma de vida en aldeas o colonias, ha conformado una profunda vivencia en la memoria de sus descendientes, marcada por el esfuerzo, los sueños y la esperanza de un mundo mejor.
Esta historia es salpicada por los esfuerzos de recorrer, en la actualidad, los mismos senderos por un joven descendiente de la misma familia que intenta recuperar sus raíces y su propia identidad. Estudioso de la historia y de la genealogía, esta larga búsqueda lo llevará a mirar desde otro ángulo la misma historia de la familia Haas.
“Los senderos del Wolga” no sólo son los caminos que fueron transitados por estas familias arquetípicas. Son también los que debe transitar en la actualidad nuestra juventud en su búsqueda por recuperar la propia historia familiar, descubrir sus orígenes, entender su modo de ser. Es la experiencia de la investigación genealógica de la familia, es el ejercicio de la memoria colectiva y es la experiencia de la recuperación de la identidad.
“Los senderos del Wolga” es una producción literaria que elige el formato de novela para describir en el desarrollo de una familia todas las historias familiares posibles. Combina la narrativa, el  diálogo, el carácter epistolar, el monólogo interior con  las nuevas formas mediáticas del correo electrónico y el foro de discusión. A través de esta novela se intenta recrear la historia de las migraciones de los Alemanes del Wolga residentes en Argentina, originalmente surgidos en las colonias de la provincia de Buenos Aires y de Entre Ríos y su dispersión a lo ancho y a lo largo del país a través de sus múltiples descendientes.
El autor nos lo dice: “… una obra de ficción que intenta aproximarse a lo que pudo haber sucedido realmente. Los nombres de las personas, no deben coincidir con la realidad, aunque tal  vez alguien pueda sentirse identificado. Pero es sólo eso. Y, como tal, una ficción que invita a la imaginación del lector, particularmente si éste es descendiente de quienes han  formado parte de este caminar por los senderos que recorrieron todos los pueblos inmigrantes,  que hoy recordamos con admiración y respeto”.

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