Niño: Los recuerdos de tu familia y de
tu escuela te seguirán toda la vida, te hablarán al oído, se te presentarán
ante tus ojos y se revivirán en tus sueños.
Cuando seas mayor de edad y estés
triste, los recuerdos infantiles, como aire fresco y puro, acariciarán tu
rostro, enjugarán tus lágrimas y te darán un beso maternal en la frente.
Y se estás alegre, tu placer aumentará
con los gratos recuerdos del pasado…
Siembra, pues, ahora, niño, querido,
semillas de bondad y amor, para recoger más tarde flores de gratitud y cariño
que alegrarán el jardín de tu vida.
Fuente:
El texto fue extraído del libro que nuestros abuelos usaban en segundo grado en
la escuela primaria, en la década del treinta. El autor es José H. Figuera.
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