-Abuela, cómo se llama el pan
tradicional que elaboraban en el horno de barro las mujeres alemanas del
Volga?
-Kalach -hija. Se llama Kalach.
-Y lo amasaban todas las mujeres?
-Sí.
Se levantaban a las cuatro de la mañana para terminar de hornearlo para el
desayuno. Lo comían calentito con manteca y miel.
-Todos
los días?
-Sí,
querida. Todos los días. Porque el pan se comía fresco y porque la mayoría de
las familias generalmente tenían más de diez hijos.
-Cuánto
sacrificio! -exclamó la nieta pensando en sus antepasados.
-Sí.
No era como ahora en que uno va a la panadería y compra el pan. Antiguamente
había que amasarlo y hornearlo en casa. Y no solamente el pan. Si no todo.
Absolutamente todo. No se compraba nada. No había plata. Y la poca que había se
ahorraba para cosas más urgentes.
-Pero
si todos trabajaban… Qué hacían con el dinero? -preguntó intrigada la nieta.
-Es
verdad. Todos trabajaban. Hasta los niños. Pero se ganaba muy poco. Muy poco
-repitió la abuela con voz triste. Las cosas eran muy diferentes antes. Todo
era muy duro. Muy difícil. Todos tenían muchos hijos. Y había que hacerse cargo
de las personas mayores, porque no existían las jubilaciones ni las pensiones. No
había a quién recurrir. Cada familia se las tenía que arreglar como podía. En
fin… Y a qué vienen tantas preguntas? -quiso saber la abuela mirando a los ojos
a su nieta.
-Es
que compré el libro "La gastronomía de los alemanes del Volga", del
escritor Julio César Melchior, y encontré la receta del pan tradicional de los
alemanes del Volga.
-En
serio? -preguntó sorprendida la abuela.
-Sí!
Mirá! -respondió la nieta mostrándole el libro abierto en la página donde se
publica la receta del pan.
-Es
verdad! -suspiró la abuela. Y lleva los mismos ingredientes que la receta que
mi madre me enseñó a mí y ella aprendió de mi abuela.
-El
libro tiene más de ciento cincuenta recetas, abuela. Tiene de todo.
-De
todo? -preguntó la abuela sorprendida.
-Sí!
Mirá! -respondió la nieta alcanzándole el libro.
La
abuela lo hojeó.
-Es
verdad! Tenés razón! Tiene de todo! Están todas las recetas de los alemanes del
Volga. Mirá está! -señaló con el dedo la abuela. A mi madre le salía riquísima.
La cocinaba en el horno de barro. A mi papá le gustaba mucho. Pensar que antes
se hacía muchísimo y hoy casi no la hace nadie. Cómo cambió todo -suspiró la
abuela.
Nieta y abuela pasaron la
tarde recordando recetas y conversando sobre comidas tradicionales, mientras
hojeaban el libro "La gastronomía de los alemanes del Volga".
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