-Mamá, qué ricos te salieron
estos Kreppel! Es una receta nueva no? -le preguntó Cintia a su madre mientras
mordía un generoso trozo de torta frita y la masticaba con deleite.
-Sí, hija -respondió la madre
sonriente. Es una receta nueva -repitió.
-Están riquísimos! -exclamó Cintia. Son más esponjosos, más suaves, más livianos… De dónde sacaste esta receta, mami?
-Están riquísimos! -exclamó Cintia. Son más esponjosos, más suaves, más livianos… De dónde sacaste esta receta, mami?
-Del
libro "La gastronomía de los alemanes del Volga". Me lo recomendó una
amiga y lo compré sin dudarlo. Fijate, hija, está ahí, en la alacena. Lo puse a
mano porque quiero hacer otras recetas que también trae el libro.
Cintia
abrió la puerta de la alacena y tomó el libro. Lo ojeó. Miró las fotos.
-Es verdad, mami! Tiene un montón de recetas. Estás
son todas recetas que cocinaba la abuela?
-Sí,
hija. Son todas recetas de comidas que yo comía cuando era una niña. La vida no
me dio tiempo para aprenderlas. Mi mamá murió muy joven. Mi papá y mi mamá, o
sea, tus abuelos, se fueron de la colonia por falta de trabajo. Se mudaron a la
Capital. A los dos años nací yo. Después, a los cuatro años nació mi hermano.
Mi mamá murió cuando yo estaba por cumplir diez. Mi papá se volvió a casar y
bueno…
-No
te pongas triste, mami. Ahora con este libro tenés todas las recetas de la
abuela para recordarla y tenerla presente todos los días.
-Es
verdad -sonrió la madre, mientras mientras continuaba friendo Kreppel. (Autor: Julio César Melchior).
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