Rescata

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domingo, 21 de junio de 2020

Carta para mi padre y para todos los padres

Caminás a mi lado en las noches oscuras, cuando mi alma se extravía en tribulaciones, sosteniendo mi mano, para no salirme del camino. Me protegés para que no tropiece y caiga y, si por no escucharte a tiempo, porque sé que a veces soy muy cabeza dura para oír consejos, trastabillo de todos modos, estás ahí para ayudarme y decirme: arriba, vos podés! Como cuando era niño y estabas ahí para enseñarme a caminar solo, apartando los objetos de mi camino para que no me lastimara. Como lo estuviste siempre, papá. En los días de risas, cuando estaban todos, y era sencillo estar, y en los otros, en los tristes, cuando era difícil permanecer y hasta los mejores amigos abandonaban el barco. Vos nunca lo hiciste. Por más dura que fuera la tormenta, nunca me dejaste solo. Jamás!
Y hoy que ya no estás, que te fuiste a descansar junto a Dios, luego de una larga y fructífera existencia, en la que sembraste vastos campos de trigales, trabajando en el campo, y construiste tu casa con tus manos, formaste una familia, tuviste hijos, los educaste con tu ejemplo y los formaste para la vida, me seguís acompañando desde el cielo. Estas presente en mi mirada, en mis actitudes, en mis gestos y en mis pensamientos.
Porque pienso en vos todos los días, no solamente en jornadas especiales como estas. Tu vida, tu obra y tu figura son demasiado inmensas como para reducirlas a una mera fecha festiva marcada en el almanaque. Sos mucho más que un domingo. Mucho más que una misa, mucho más que una visita al cementerio, mucho pero mucho más que todo eso junto, porque fuiste, sos y siempre serás, MI papá. Y por eso vivirás eternamente en mi. (Julio César Melchior).

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