Rescata

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lunes, 17 de agosto de 2020

Las recetas de la abuela

María Eugenia soñó con su abuela. La soñó frente a su cocina a leña revolviendo el contenido de una olla, en su casa, en la colonia, donde la vio por última vez cuando niña, antes de que sus padres decidieran emigrar a Capital Federal, en busca de un mejor futuro para sus hijos.
La abuela no dejaba de revolver mientras un rico aroma a arroz con leche se iba esparciendo por el ambiente. 
En la mesa de madera, siempre limpia, había una carpeta tejida a crochet en el centro y sobre ella, un pequeño florerito antiguo.
La rodeaban varias sillas. Un banco largo contra la pared. Un mueble pequeño, muy rudimentario, donde asomaban sus pocas pertenencias domésticas: unas ollas, una sartén, platos… 
Al despertar, María Eugenia sentió una profunda melancolía. Una nostalgia que se quedó en su interior a lo largo de todo el día. Y el siguiente. Y el siguiente. Y el siguiente. Decenas de recuerdos se le venían a la mente. Su abuela lavando ropa con ayuda de una tabla de lavar en una enorme palangana. Su abuela barriendo el patio con una escoba fabricada por el abuelo con ramas de los árboles. Su abuela planchando con una enorme plancha a carbón. Su abuela cocinando. Su abuela elaborando Wickelnudel, cocinando Maultasche, friendo Kreppel. Siempre su abuela en la mente. Su querida abuela, fallecida hace ya treinta años.
Con estos recuerdos dando vueltas en su interior, con una tristeza que se iba profundizando a medida que pasaban los días, se sentó frente a la computadora a buscar sin saber exactamente qué. 
Sin darse cuenta de lo que buscaba, encontró parte de sus raíces gastronómicas, su identidad y una manera de mantener vigente la memoria de su abuela. 
En la pantalla leyó:
-Libro "La gastronomía de los alemanes del Volga", del escritor Julio César Melchior, rescata más de ciento cincuenta recetas tradicionales.
Una amplia sonrisa se dibujó en sus labios mientras encargaba el libro. Su alma vibró de entusiasmo. 
-Voy a recuperar todas sus recetas. A aprender a cocinarlas. 
María Eugenia no veía la hora de tener el libro en sus manos para preparar Kreppel, Maultasche, Kleis, Wickelnudel… Estaba decidida. Aunque tuviera que repetir la receta una y otra vez. Ella estaba dispuesta a continuar el legado de su abuela. 
-El sueño fue un presagio -exclamó feliz. 

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