No sé por qué uno olvida los títulos de ciertos libros de lectura que usa en la escuela y por qué a otros los recuerda con tanto afecto y ternura. Pero esta mañana me dio cierta añoranza al rememorar mis libros de lectura. Esos libros que antaño pasaban de hermano en hermano y luego continuaban acompañando a los primos, amigos, etc. Eran libros eternos. Los cuidábamos porque tenían que perdurar varios años.
El que más recuerdo, diría que puedo repetir de memoria todas las páginas, incluyendo las imágenes, es “Flores y espigas”, el libro que utilicé en cuarto grado. No tenía una sola fotografía, como los libros de ahora, pero tenía unos dibujos que transmitían, al menos a mí, cierta dosis de melancolía, con sus trazos y sus colores apagados, entre mezcla de nostalgia de un mundo perdido y un mañana todavía lejano.
Lo llevé durante muchos años conmigo hasta que en una de las tantas mudanzas se perdió en el ayer de mi niñez.
¡Cuánto daría por volver a ojear uno y ver surgir ante mis ojos los recuerdos de un tiempo que ya no regresará como no regresarán los sueños que soñaba mientras lo leía sentado en mi pupitre del aula de cuarto grado!
Para rescatar la infancia de antaño no dejen de consultar mi libro "La infancia de los alemanes del Volga". Consultas al correo electrónico juliomelchior@hotmail.com.
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