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lunes, 26 de septiembre de 2022

Hachar y llevar leña a la cocina eran tareas que muchas veces estaban a cargo de las mujeres o los niños

 En invierno, cuando los hombres trabajaban en el campo, sobre todo en tiempo de arada y posterior siembra, las que tomaban las riendas de todos los quehaceres domésticos, eran las mujeres. No solamente se ocupaban de todas las labores de la casa y la crianza de los hijos, la mayoría de la veces más de media docena, incluso el número podía ser mayor, si la familia era muy prolífica, algo frecuente antiguamente, sino que también tenían que ocuparse de otras tareas del patio, en ocasiones llevando a cabo trabajos que requerían mucho esfuerzo físico.
Esto incluía ocuparse del gallinero, la huerta, el chiquero, ordeñar las lecheras, además de una multitud de actividades más en la que también estaba la de hachar leña, partir grandes troncos, estivarla en el Schepie y hachar astillas lo más delgadas posibles para encender la cocina a leña. Cuando la mujer estaba muy ocupada, algo que sucedía habitualmente, el trabajo lo realizaban los niños, que, muchas veces, lo tomaban como un juego o con satisfacción, por poder ayudar a su madre y parecerse a papá.
Las tareas de la mujer parecían no tener fin. Era la primera que se levantaba a la madrugada y la última en irse a dormir en altas horas de la noche.

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