La abuela tenía infinidad de plantas en macetas debajo de la galería, flores de todos los tamaños y colores, que en invierno cubría cuidadosamente para protegerlas de la helada, pero que en verano florecían para recibir a las visitas con alegría, con mariposas revoloteando de aquí para allá, al igual que las abejas que buscaban su polen para alimentar su panal.
La abuela era una persona alegre, que tenía una sonrisa dulce dibujada en sus labios y en los ojos la felicidad, que cantaba mientras hacía las tareas domésticas o regaba sus amadas flores. La abuela es el recuerdo de unas manos trabajando la tierra, cosechando trigo, cocinando rico, educando a sus hijos, amando a sus nietos.
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