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sábado, 7 de abril de 2012

La tradición de los huevos de Pascua


“El conejo de Pascua traía huevitos multicolores preparados por mamá. Nuestras madres hervían huevos de gallinas durante siete u ocho minutos. Después procedían a pintarlos, dándoles motivos decorativos y muy vistosos. Y pese a que no tenían colorantes ni ningún tipo de pigmentos a su alcance, se las arreglaban muy bien. Por ejemplo, para obtener el color rojo, colocaban a macerar el huevo en agua donde habían hervido remolachas; para obtener el color amarillo, hervían las cáscaras de cebollas; para el color azul, las hojas de malva. Y para que los colores adhirieran perfectamente, agregaban un poco de vinagre a la cocción. Una vez pintados los huevos –tarea que realizaban con primor y mucho arte- los untaban con tocino para lograr un efecto brillante y una mejor presentación”.

Der Osterhas

Los huevos de Pascua formaban una sólida tradición en la colonia, y los traía la liebre pascual (Osterhas). Una antiquísima leyenda cuenta que fue una liebre de campo (no un conejo) la primera, que vio la resurrección del Señor, en aquella madrugada gloriosa de Jerusalén, y valida de la velocidad de sus patas, salió apresuradamente a correr por el mundo anunciando la gran nue¬va. Por eso la liebre, trae un don, si bien extemporáneo, consecuente; los huevos de Pascua, que las madres, en el silencio de la noche pintarán de varios colores, para dejarlos junto a las camas de sus niños, quienes habrán tenido buen cuidado de preparar un nidito de suaves pajas, y de asegurarse que los perros de la casa, quedaran esa noche atados.
Y cuando despierten al día siguiente y vean alborozados el regalo multicolor, la madre les explicará el significado del huevo pascual. Así como el polluelo rompe por propia fuerza la cáscara del huevillo y sale al exterior, vivo, en la misma forma Nuestro Redentor, rompió por propia virtud el cascarón de piedra de su sepultura, para aparecer vivo entre los suyos, en el día de la Resurrección . . .
¡Cuánta Teología en un humilde huevito de colores!...
Y los niños esperarán ansiosos el paso de la liebre familiar de sus campos, arrastrando penosamente una canastilla de vistosos huevitos, como en un cuento animado de Walt Disney.
Buscar el origen de esa tradición legendaria, netamente cristiana, es remontarse al medioevo, en medio de los pueblos sajo¬nes nórdicos, donde su pista se pierde; pero es tanta la fuerza de su simbolismo, que hasta lo han adoptado los pueblos latinos, si bien en forma de huevos de chocolate, como han copiado tantas bellas cosas de los pueblos teutones.

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Orígenes del Conejo de Pascua

Los persas y los egipcios coloreaban los huevos con colores brillantes y luego los comían durante el festejo de año nuevo, que comenzaba en primavera.
Uno de los símbolos más conocidos en Pascua son los famosos "Huevos", que en la antigüedad significaban la fecundación y la nueva vida.
A raíz de esta tradición, se hizo costumbre dar huevos como regalo en los festivales de primavera.
Hoy en día la gente sigue coloreando y decorando huevos de Pascua con distintos símbolos y colores. Uno de ellos es el sol que significa la buena fortuna. También el gallo que simboliza la concreción de deseos y las flores que representan el amor y caridad.
En Grecia, se utiliza mucho el color carmesí en honor a la sangre de Cristo. Una tradición en el festejo de la Pascua de este país es estrechar los huevos pintados de colores variados, tal cual como se brinda con las copas. En algunas Iglesias europeas se realiza una ceremonia en la que se bendicen los huevos, así como los Ramos de Olivo, y acompaña a este acto el dulce canto de un coro de niños.
En Alemania y Austria el Jueves Santo se utiliza el color verde para pintar los huevos. Los alemanes cocinan los huevos y luego quitan su contenido perforándolo con una aguja. Cuando el huevo está hueco los cuelgan en árboles y arbustos durante toda la Semana Santa.
En otros países, como por ejemplo Armenia, también vacían el huevo y en este país en particular, además los adornan con imágenes de Cristo, de la Virgen María y otros diseños religiosos.
Los eslavos pintan los huevos con especiales decorados en oro y plata.
En Inglaterra, en los pueblos de montaña, la celebración comienza en el amanecer del Domingo de Pascua. Hombres y mujeres suben a lo alto para ver nacer el Sol de la Resurrección. Al día siguiente, desde allí hacen desliza huevos de diversos colores que ruedan por las laderas y se pierden entre la vegetación de valles y llanuras.
Los artistas australianos diseñan los huevos con helechos y pequeñas plantas.
Los polacos y ucranianos, en cambio, los decoran con simples diseños y colores. Elaboran los llamados "Pysanki", que son una obra maestra de la habilidad y la mano de obra.
A pesar de todas estas variadas costumbres para adornar los huevos de Pascua que existen en muchos países europeos, la República Checa es el país donde más desarrollada tiene la técnica de ornamentación de los huevos.
El conejo era considerado el animal más fértil y era un signo de nueva vida durante la primavera. Sin embargo, el conejo como símbolo de Pascua fue originado en Alemania. En el 1800 fueron hechos los primeros conejos comestibles de pasta y azúcar.
Los alemanes fueron quienes incorporaron el conejo de Pascua en América del Norte, donde fue ignorado hasta poco después de la Guerra Civil norteamericana. La misma Pascua no era ampliamente celebrada en América hasta después de este tiempo.
El Conejo de Pascua también tiene un gran significado para los niños, quienes creen que el conejo es quien trae el huevo de Pascua. Esta creencia parte de una leyenda que comienza con la historia de una mujer que pintaba huevos para sus hijos en la Pascua y los escondía en nidos. Cuando los niños los encontraron un conejo saltó del nido y pensaron que el conejo les había traído los huevos.

La tradición de los huevos de Pascua

Todo comienza en Semana Santa y culmina con el Domingo de Pascua, que se presenta como una de las más importantes fiestas religiosas.
La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos, una de las conmemoraciones más importantes para la cristiandad. Muchos fieles van a misa con ramos de olivo -símbolo del recibimiento de Cristo en Jerusalén- para que sean bendecidos.
En esta semana se recuerda la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Con el Domingo de Ramos se evocó la entrada de Cristo en Jerusalén. Según la fe católica, el pueblo judío le dio la bienvenida agitando ramos de olivo.
A partir del jueves próximo -día que se conmemora la Ultima Cena- la liturgia religiosa adquiere mayor importancia. El viernes santo se evoca el tormento de Cristo en su marcha hacia el Calvario y el domingo, con la Pascua de Resurrección, se festejará el paso de la muerte a la vida del Hijo de Dios.
La Pascua constituye el fundamento sobre el cual se asienta y gira toda la vida del cristianismo. Es festejada por millones de fieles en todo el mundo y el Papa da la bendición en una misa urbi et orbi desde la Basílica de San Pedro.
Desde los comienzos de la humanidad, el huevo fue sinónimo de fertilidad, esperanza y renacimiento. El huevo adquirió importancia dentro de la mitología egipcia cuando el Ave Fénix se quemó en su nido y volvió a renacer más tarde a partir del huevo que lo había creado en un principio. También los hindúes sostenían que el mundo había nacido de un huevo.
Los huevos de pascua en la antigüedad eran de gallina y de pato, y en la Edad Media les eran regalados a los chicos durante las celebraciones. Al tiempo, los cristianos comenzaron a obsequiarse huevos durante la Semana Santa con regalos y al principio del siglo 19, en Alemania, Italia y Francia, aparecieron los primeros huevos hechos con chocolate con pequeños regalos adentro.
En cuanto a la decoración, los huevos de pascua siempre han representado un desafío para los reposteros. Pero las diversas culturas fueron decorando de manera diferente los huevos. En sus comienzos, eran pintados a mano con colores estridentes que representaban la luz del sol.
Los huevos se hacían uno a uno con un molde prefabricado, lo que dificultaba mucho su elaboración masiva. Los colores estridentes fueron apareciendo con las grandes producciones de huevos, por los años 20 y 30 del siglo XX.