“La
Semana Santa comenzaba con el Domingo de Ramos, cuando se bendecían las palmas
y ramos de olivo. Portando esas palmas y ramos se organiza una procesión, en
recuerdo de la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén. En tanto que durante la
Semana Santa propiamente dicha, se celebraban tres ritos solemnes para evocar
la pasión, muerte y Resurrección de Jesucristo. El Jueves Santo: la institución
de la eucaristía; el Viernes Santo: las lecturas de las Sagradas Escrituras,
oraciones solemnes, y la veneración de la cruz rememoraban la crucifixión de
Cristo; y el Sábado Santo: conmemoraban el entierro de Cristo; los oficios de
vigilia de medianoche inauguran la celebración de la Pascua de Resurrección”.
(Memorias de August Brost)
Semana
Santa
Durante la Semana Santa, las colonias cambiaban totalmente su aspecto. No se oían los suaves acordes de los “Schnerorgellier” y los colonienses que an¬daban por las calles lo hacían en profundo silencio.
El Jueves Santo, durante la Misa, en que
se celebraba la Ultima Cena de Cristo y la ceremonia de lavar los pies para
rememorar el lavado de pies de los discípulos de Cristo, el templo quedaba de
pronto en silencio y a oscuras: súbitamente los fieles comenzaban a entonar el
himno sagrado Gloria in excelsis al tiempo que comenzaban a repicar todas las
campanas (que se “volaban” y permanecerían mudas hasta el sábado a la noche,
cuando “regresarían”, haciendo el mismo estruendo que ensordecía a toda la
colonia). Desde ese momento, solamente las matracas (Klapperer) de los campaneros
anunciaban el inicio de la misa, durante los dos días subsiguientes.
El Viernes Santo, los fieles concurrían
a misa vestidos de colores oscuros o de negro. Se conmemoraba la muerte de
Jesucristo. Era un día dedicado a la penitencia, el ayuno y la oración. La
liturgia se componía de cuatro partes diferenciadas: lecturas bíblicas y
oraciones solemnes, incluyendo la lectura de la Pasión según san Juan, la
adoración de la cruz, la comunión de los fieles y las devociones populares.
También se realizaban procesiones por las calles, en las que los niños
iluminaban su camino llevando en las manos farolitos (fackellier), adornados
con papel crepé, entonando cánticos religiosos y orando devotamente. En muchas
esquinas se instalaban pequeños altares preparados por los vecinos.
El Sábado Santo por la noche, se hacía el remedo de quemar a Judas, el traidor
de Jesús. Y el Domingo de Pascua se asistía a misa con los corazones
alborozados para celebrar la resurrección del Señor.
Al atardecer se organizaban animadas tertulias y bailes. Hecho que se
reiteraba los lunes y martes. Siempre con una masiva participación popular.