“Los Pueblos Alemanes y su gente”
Ambos son
hijos de don Agustín Meier, un muy querido vecino de Pueblo Santa María, y
sobrinos de don Bartolomé Meier, quien luego de dejar el Ejército un buen día
se presentó ante su familia con la frase: “voy a hacer una banda de música en
Coronel Suárez”.
Eso fue
hace más de 50 años atrás. Si bien a los 10 años de su creación el gestor de
tamaña empresa falleció en un trágico accidente, el espíritu que impregnó en
ese lapso permitió que la llama de la música siguiera encendida en muchos para
canalizarla a través de una banda.
Luis es el
mayor de los hermanos Meier. Agustín es el que le sigue. Por eso a ambos le
correspondió el enorme honor de heredar los instrumentos de sus ancestros. Luis
el bandoneón de su padre; Agustín el de Bartolo, bandoneones que algunas veces,
en las reuniones familiares, permiten que otra vez vuelva a inflarse de sonidos
para alegrar el encuentro.
Agustín
estuvo desde el primer día en la Banda, fue uno de los músicos fundadores, y
aunque faltó por muchos años finalmente volvió, con más pasión que nunca, para
formar parte del grupo.
Luis se
incorporó hace apenas 10 años. Era un buen mecánico y cuando al tío Bartolo le
decía que quería entrar en la Banda este le contestaba: “vos seguí en lo tuyo,
que sos un buen mecánico”. Cuando su padre estaba ya muy mal, a punto de morir,
le dijo: “¿no me podrías pasar la habilidad que tenés en las manos para tocar
música?”. Don Agustín Meier asintió con la cabeza y parece que ha adquirido esa
habilidad.
Hoy no solo
forma parte del grupo donde están sus hijos como músicos miembros, sino que es
el que se encarga de entretener los viajes cada vez que salen fuera de la
ciudad para presentarse en algún lugar. Es el que ejecutando el bandoneón
alegra los trayectos hasta llegar a destino.
Ambos no
dejan de hablar y de reírse al acordarse de las anécdotas de los momentos que
compartieron con don Bartolomé Meier, el que dicen se ponía muy serio al
momento de los ensayos o de las presentaciones de la Banda que había creado, al
mejor estilo del Ejército, pero que al instante de cerrar las partituras se
transformaba en el tipo más loco y bonachón.
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