Fuente: lanuevaradio.com.ar

Tiene 72 años y en su rostro claro, bordeado por
el rubio de su pelo, toda la alegría de la gente de su raza.
Cuenta que aprendió a cocinar un poquito sola, y
el resto con sus hermanas mayores.
Se quedó sin mamá siendo muy pequeña, apenas
tenía entonces 5 años, y una hermana mayor, ya casada, volvió a la casa paterna
para encargarse de la crianza de los más pequeños, entre ellas Imelda y otra
hermana de apenas 3 años. Por eso hubo que aprender rápido y desde muy pequeña
a encargarse de los quehaceres domésticos, entre ellos la cocina.
Cuenta que un día, ya un poco más crecidas,
cuando mientras su hermana mayor preparaba Kucher para una fiesta, Imelda y su
otra hermana pequeña le propusieron hacer también esta torta tradicional
alemana. ¿Y si les sale mal y papá se enoja?, preguntó la mayor.
Decididas le respondieron que si pasaba esto
tiraban el intento de torta y ocultaban al padre la aventura frustrada de la
cocina.
Se pusieron manos a la obra y el resultado fue…
¡espectacular! Y se lo reconoció la hermana más grande diciendo que les había
salido mejor que las que ella había hecho.
Evidentemente Imelda disfruta con la labor de la
cocina. Hay que no sólo escucharla, sino también observar cada uno de sus
gestos mientras explica el proceso de preparación de un buen Füllsen para 150,
180, 200 o 500 personas.
Es que empezó a integrar diferentes grupos de
cocina que trabajaban para las instituciones. Entre ellas las cenas que
realizaba el equipo de Juan Hippener.
Ahí aprendió a trabajar con grandes cantidades y
a no tenerles miedo a kilos y kilos de producto para elaborar grandes
cantidades de este plato dulce tradicional alemán que se combina con carne y
papa al horno.
Es más, ver cómo mueve la manos, explicando cómo
se mezclan en grandes bateas 35 kilos de pan cortado en rodajas, remojado en
varios litros de leche, con más de 3 kilos de pasas de uva, buenos chorros de
licor de banana, mucha manzana finamente cortada y varios kilos de crema batida
con huevo y azúcar, da cuenta que esta mujer hace lo que decía la Hermana
Bernarda: hay que sentir las preparaciones, no tener miedo a mezclar con las
manos, que muchas veces es la mejor forma de mezclar.
Imelda Melchior de Siben, cocinera apasionada,
mujer alegre, a quien la cocina la hace feliz, con una mano prodigiosa para la
preparación de uno de los más preciados platos de la gastronomía alemana.
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