Rescata

Para más información pueden comunicarse al WhatsApp: 2926 461373 o al Correo electrónico historiadorjuliomelchior@gmail.com

lunes, 26 de enero de 2015

“Tiempos de muchos sacrificios; pero también de felicidad”

Tambera. Quintera. Trabajadora rural. Huérfana de padre. Sin adolescencia. María Sauer falleció hace unos días en la Capital Federal. Nos dejó su legado en una entrevista concedida unos días antes de morir.

“Mi papá murió cuando tenía trece años. Mi hermano mayor dieciséis y mi madre treinta y ocho. Éramos ocho hermanos y una mujer ordeñando en el tambo, a partir de las cuatro de la mañana, con las piernas metidas en el fango de barro y bosta hasta las rodillas, con lluvia, con mucho frío. En invierno se nos congelaban las manos. Las vacas tenían el lomo blanco por las heladas. Pero la leche debía en los tarros para cuando pasara el carro que los buscaba para llevarlos a la fábrica de quesos, a las ocho y media.
“Mis hermanos menores lloraban. Estábamos a la intemperie. Nada importaba. No había queja posible: había que trabajar para sobrevivir. Teníamos una quinta de verduras enorme, que había que regar todos los días con baldes de veinte litros de agua, hacíamos conservas y dulces para todo el año. Carneábamos dos veces al año y hacíamos chorizos, jamones, de todo. Mamía cosía ropa para fuera. Horneábamos el pan en el horno de barro. Teníamos unas pocas ovejas para consumo. Un gallinero, que era un galponcito con aves y animales domésticos de todo tipo. Mamá vendía huevos, gallinas, pavos, gansos; lechones; leche, manteca, crema, ricota…
“Vivíamos cerca de la colonia, en un campo de ochenta hectáreas que nos dejó papá. En las que también se sembraba un poco de pastura y trigo.
“Mamá nunca se volvió a casar. Murió a los noventa y dos años, en la chacra donde enviudó y vivió toda su vida. Y de la cual partí para buscar trabajo en otras ciudades, hasta recalar en la Capital Federal. Donde vivo. Sola. Jamás me casé.
“Hice de todo para sobrevivir, igual que mi madre. Pero mi historia de grande no es tan importante. Lo importante es recordar la niñez y la vida que llevamos en aquellos lejanos tiempos. Tiempos de sacrificios; pero también de mucha felicidad. Porque éramos felices de estar en familia, todos juntos. Había unión. No importaba la pobreza. Lo más importante era la familia y la fe en Dios. Por eso todos salimos buenas personas”.

 Tres ejemplares de Hilando Recuerdos gratis con la compra de un libro Aprender a vivir. Hilando Recuerdos rescata la historia y cultura de nuestros abuelos. También las tradiciones, costumbres, comidas, juegos, fotografías antiguas y mucho pero mucho más. Aproveche esta oferta porque quedan muy pocos ejemplares. E-mail: Juliomelchior@hotmail.com). 

No hay comentarios:

Publicar un comentario