Por Padre Brendel
“El tiempo de la niñez en las colonias
era una época dichosa para nosotros. Vivíamos en un universo que no estaba
afectado por ningún tipo de problemas ni inquietudes. Los niños nunca nos
enterábamos de nada. Los mayores, tanto padres como abuelos, mantenían todas
las dificultades que aquejaban a la familia en secreto y conversaban
buscando las soluciones de los mismos, cuando estaban solos. Recién mucho más
tarde nos explicamos los niños de ayer, por qué, después de una reunión secreta
salía nuestra madre secándose alguna lagrimilla: es que allí se había discutido
un procedimiento, una influencia, o un método, como quizás también se había
corregido un error. Ellos tenían su mundo y nosotros el nuestro. De la misma
manera, ellos poseían su trabajo y nosotros teníamos nuestros juegos. Algunos
muy ancestrales, que heredábamos de generación en generación, como los Koser,
die Loftipier, die Fohreiter, por citar tres de los más populares, y otros que
inventábamos imitando las tareas rurales que desarrollaban nuestros padres en
el campo.
La niñez, como pude comprobar por propia
experiencia, era totalmente feliz. No había ambiciones de cosas imposibles, ni
sueños irrealizables. Los juguetes como hoy se conciben, eran muy raros en esa
época, lo que no quiere decir que los niños no tuvieran los suyos,
fabricándoselos, y su tema siempre eran o máquinas de trillar o de segar, o
carros de diversos tamaños... pero siempre "made in home" industria
doméstica”.
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