Durante nuestra infancia, la abuela nos cocinaba suculentas ollas de Wickelnudel para todos nosotros, sus nietos, que éramos como quince.
Se levantaba bien temprano a la mañana, encendía la cocina a leña, tomaba mate y ya se aprestaba a reunir los ingredientes y a amasar: 1/2 kg de harina, 2 cucharadas de levadura, 1 pizca de sal, 1 huevo y leche.
Amasaba la receta que había heredado de su madre, que de niña, llegó de la aldea Kamenka, junto a sus padres, en barco, en una larga travesía de un mes, dejando atrás el mítico río Volga, al que jamás volvió a ver.
Acto seguido preparaba el estofado donde iba a cocinar los Wickelnudel, con: 500 gramos de carne, 4 dientes de ajo, 1 cebolla grande, pimientos de los tres colores, 2 zanahorias chicas y 3 papas medianas.
El resto de la receta la rescato en mi libro "La gastronomía de los alemanes del Volga", en el que atesoro muchas recetas más de la abuela, para compartirlas con ustedes.
Cada uno de los platos tradicionales que preparó mi abuela en mi niñez están ligados a recuerdos imborrables compartidos con ella, con mi abuelo, mis primos y mis tíos. Momentos que me llenaron de alegría y felicidad. Instantes que conservo frescos en mi memoria, pese a los años que transcurrieron.
Esos recuerdos estarán en mi corazón y en mi memoria para siempre. (Autor: Julio César Melchior).
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