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sábado, 13 de febrero de 2021

Las memorias del abuelo

El abuelo, ya anciano, cuando el cuerpo le comenzó a pesar, después de tantos años de trabajar la tierra, se sentaba en silencio, a fumar, junto a la cocina a leña, y mientras tomaba mate y afuera caía el sol, recordaba. Miraba hacia adentro, hacia atrás, allá lejos, hacia su juventud, cuando partió de su aldea natal, Kamenka, fundada por sus ancestros, junto al río Volga, en Rusia.
Rememoraba a sus padres, a los que tuvo que dejar para siempre, para emigrar a la Argentina, en busca de un futuro mejor, a los 18 años, y a los que jamás volvió a ver. Los que quedaron para siempre allá llorando su ausencia, al igual que el los extrañaba a ellos y a sus hermanos. Del mismo modo que extrañaba a sus vecinos y las calles de la aldea y sus habitantes.
Cada día que transcurría pensaba más y más en ellos. La vejez y la soledad lo sumían en el pasado. Casi que vivía más en el pasado que en el presente, en el que residía pero ya pocas cosas le interesaban.
Una vida sin poder trabajar no es vida, repetía una y otra vez, cuando sus hijos lo instaban a abandonar su ostracismo y saliera a caminar, a hacer un poco de ejercicio.
El prefería estar en su casa, la casa que construyó y vivió toda su existencia con su esposa, fallecida hacía tres años.
Así es como, en esas tardes de silencio y recuerdos, comenzó a volver la mirada a su aldea natal, Kamenka, y rememorar a vecino y conocidos que quedaron allá, que no se animaron o no pudieron emigrar y que tuvieron que afrontar después la deportación a Siberia y el genocidio.
Recordaba a las familias Getting, Schechtel, Schulmesiter, Schermer, Stadler, Schwindt, Horn... y algunos apellidos de sus compañeros de escuela: Leonhardt, Hecht, Scheffer, Müller, Weimann... y sus mejores amigos: Pedro, Luis, Agustín, Felipe, Juan. Y su primera novia, Elisa, que no se animó a emigrar a América o sus padres no se lo permitieron. Nunca lo supo como tampoco nunca tuvo la posibilidad económica de regresar a buscarla para casarse con ella, tal como se lo había prometido aquella mañana, al partir.

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