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jueves, 23 de diciembre de 2021

La Navidad de nuestra niñez en las colonias

Fotografía de www.chipatremendo.blogspot.com
Para Nochebuena toda la familia sentada en la mesa larga de madera de la cocina cenando comidas que preparaba mamá con sus delicadas manos, curtidas de trabajar durante todo el año, comidas simples y sencillas, comidas cotidianas, sin lujo ni ostentación, comidas, que a veces, mamá elaboraba recurriendo a su ingenio y creatividad, elaborando unos platos tan sabrosos como increíbles, con lo que tenía a mano. No había suculentas cenas, no había pan dulce, no había árbol de Navidad, sólo había una enorme mesa de madera, la familia reunida cenando en armonía, con los corazones alborozados iluminados con la luz llena de amor que el Niño Jesús, recién nacido, irradiaba a través de sus corazones. Era una noche feliz. Una noche mágica. Una noche en lo que lo más importante era cenar en familia y asistir a la Misa de Gallo. Después el Pelznickel y el Christkindie. Después las estrellas iluminando la noche de la inmensa pampa argentina. Esa pampa argentina que albergó a los colonos alemanes del Volga, con su identidad, su cultura y sus costumbres.
Esas noches mágicas de Navidad, todos sentados alrededor de la mesa larga de madera, con papá a la cabecera, mamá y todos mis hermanos, sus risas y el profundo respeto que le teníamos a nuestros padres, es posible revivirlos en los libros: en uno las comidas de mamá, sabrosas, únicas, esas que elaboraba solamente para su familia, como cada mamá alemana del Volga elaboraba para su propia familia, bajo la lumbre de un farol a kerosene, mientras los niños se preparaban para misa y papá terminaba de desensillar los caballos y dejar todo listo para continuar con la tarea en los días sucesivos. Ese libro se llama “La gastronomía de los alemanes del Volga”, la felicidad de los aromas y sabores de esas noches que la familia compartió en las colonias, en el hogar, bajo el amparo de la protección de Dios.
En aquel entonces éramos niños, niños que celebrábamos con nuestros padres, que compartimos tradiciones que los años y el tiempo fueron perdiendo y hasta desdibujando de nuestra memoria, aquellas noches de seguridad infinita, y que mamá nos alimentaba con lo más sabroso y que papá nos cuidaba de todos los males, y en nuestros corazones estaba el Niño Jesús recién nacido. Todos recuerdos que perduran en el libro “La infancia de los alemanes del Volga” del escritor Julio César Melchior.

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