Fotografía de www.chipatremendo.blogspot.com |
Esas noches mágicas de Navidad, todos sentados alrededor de la mesa larga de madera, con papá a la cabecera, mamá y todos mis hermanos, sus risas y el profundo respeto que le teníamos a nuestros padres, es posible revivirlos en los libros: en uno las comidas de mamá, sabrosas, únicas, esas que elaboraba solamente para su familia, como cada mamá alemana del Volga elaboraba para su propia familia, bajo la lumbre de un farol a kerosene, mientras los niños se preparaban para misa y papá terminaba de desensillar los caballos y dejar todo listo para continuar con la tarea en los días sucesivos. Ese libro se llama “La gastronomía de los alemanes del Volga”, la felicidad de los aromas y sabores de esas noches que la familia compartió en las colonias, en el hogar, bajo el amparo de la protección de Dios.
En aquel entonces éramos niños, niños que celebrábamos con nuestros padres, que compartimos tradiciones que los años y el tiempo fueron perdiendo y hasta desdibujando de nuestra memoria, aquellas noches de seguridad infinita, y que mamá nos alimentaba con lo más sabroso y que papá nos cuidaba de todos los males, y en nuestros corazones estaba el Niño Jesús recién nacido. Todos recuerdos que perduran en el libro “La infancia de los alemanes del Volga” del escritor Julio César Melchior.
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