Rescata

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miércoles, 18 de enero de 2023

Los días felices

 La felicidad en las aldeas y colonias de antaño era sencilla. Tan sencilla como el pan diario que nunca faltaba sobre la mesa familiar. Mamá amasando cosas ricas. Papá trabajando en el campo. Los hijos jugando en los baldíos. Libres. Totalmente libres. En un universo de inocencia imposible de imaginar hoy.
Los sueños eran otros. Las ilusiones también. Ni que hablar de los valores. Había educación, respeto. Se honraba la palabra. Se trabajaba para crecer para desarrollarse como personas. Había un sentido profundo de familia, de comunidad, de sociedad. El vecino estaba al nivel de un familiar, el amigo a la altura de un hermano. El amor era para siempre. El olvido no existía. Así pasaran diez, veinte años, la puerta permanecía abierta, los brazos extendidos, la mesa puesta, esperando el regreso.

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