Rescata

Para más información pueden comunicarse al WhatsApp: 2926 461373 o al Correo electrónico historiadorjuliomelchior@gmail.com

sábado, 31 de agosto de 2024

Receta de torta 80 golpes (Achtzig Schlag)

 Los 80 golpes o Achtzig Schlag, como se los llama en nuestro dialecto, forman parte de nuestra infancia, cuando mamá los preparaba en la cocina a leña o, yendo más atrás en el tiempo, la abuela los horneaba en el horno de barro. Aquí les presento la receta que también, junto a 150 recetas tradicionales más, pueden encontrar en mi libro "La gastronomía de los alemanes del Volga".

Ingredientes:
500 gramos de harina
30 gramos de levadura
3 cucharadas de azúcar
3 cucharadas de aceite
1 huevo
Esencia de vainilla
Cantidad necesaria de leche

Para el relleno:
200 gramos de manteca
20 cucharadas de azúcar

Preparación:
Colocar la harina en un bol y hacer un hueco en el centro, donde se incorpora el huevo, la levadura desgranada, el azúcar, el aceite y la esencia de vainilla; se comienza a unir con la harina de los bordes y se va agregando leche tibia hasta formar una masa blanda pero que no se pegue en las manos.
Volcar la masa en la mesa y una vez que esté bien unida, darle 80 golpes arrojando la masa sobre la mesa. Tomar el palote y estirar la masa lo más fina posible.
Untar la masa con la manteca que debe estar a temperatura ambiente y mezclada con azúcar.
Enrollar la masa bastante ajustadamente, cortar en trozos de 5 cm. (depende del alto del molde), colocarlos parados y a cierta distancia entre sí en un molde de 30 cm. de diámetro enmantecado.
Dejar levar hasta que se hayan unido todos los rollitos, llevar a horno moderado durante 35´ a 40´.
Desmoldar enseguida que se retira del horno.

Esta receta junto con 150 recetas tradicionales más, se pueden encontrar en mi libro "La gastronomía de los alemanes del Volga". Para mayores detalles pueden comunicarse por mensaje al WhatsApp 2926 461373 o al correo electrónico historiadorjuliomelchior@gmail.com.

jueves, 22 de agosto de 2024

La rueca de la abuela

 En las largas y frías tares de invierno, abuela hilaba lana en la rueca, sentada junto a la ventana, mientras fuera caía una lluvia suave y monótona. Hilando recordaba su aldea natal, ese terruño junto al Volga, la casa donde había nacido, el patio donde transcurrió su infancia, los amigos de la escuela, sus hermanos y sus padres, que la vieron marchar, agitando los pañuelos, los ojos llenos de lágrimas.
El viaje en barco, la travesía cruzando el océano junto a su marido, recién casados, solitos, rodeados de extraños, de personas que conversaban en un idioma que no comprendían. Mirando la inmensidad del mar, el horizonte infinito, tan inmenso e infinito como sus miedos y sus ilusiones, su esperanza en un mañana mejor, allá, en la Argentina, en una aldea recién fundada, con todo por hacer.
El desembarco en el puerto de Buenos Aires, la ciudad cosmopolita, familias que llegaban de todas las regiones del mundo, migrantes que hablaban desde italiano, español, polaco, ruso, turco y decenas de idiomas más, todos convergiendo aquí, en esta tierra que los recibía con los brazos abiertos.
Llegar a la aldea, la alegría de los que ya estaban arraigados aquí, pero aun esperando novedades de los que habían quedado allá, en la remota aldea, cerca al lejano Volga.
Descargar del carro los baúles, los enseres y la rueca, la mítica rueca que los acompañó en el desarraigo, que enjugó el llanto que en solitario lloró abuela durante los primeros meses, mientras hilaba en silencio, confeccionando lana para tejer pulóveres, guantes y bufandas.
Esa misma rueca que la acompaña ahora, en su vejez, hilando lana para tejer prendas para sus nietos, esos nietos que le iluminaban los días, cuando llena de nostalgia y melancolía, recordaba su aldea natal, esa que un día de hace mucho tiempo, se vio obligada a abandonar para buscar un futuro mejor para sus hijos.

domingo, 11 de agosto de 2024

Füllsen, el budín tradicional de los alemanes del Volga

 Un clásico de la mesa familiar, de las grandes reuniones en las que se servía el lechón al horno con papas, se conversaba en la lengua de nuestros ancestros, había música de acordeones, alegría y se era feliz celebrando en familia.
Una comida nacida de la necesidad de aprovechar el pan duro, transformada en una delicia culinaria merced al conocimiento de nuestras abuelas.
Un alimento que acompaña a los descendientes de alemanes del Volga desde tiempos remotos y que se continúa preparando en las aldeas, de la misma manera que ayer, que hoy y que mañana.
Para los que deseen aprender a cocinar este sabroso Füllsen encontrarán la receta aquí, ingresando en este enlace https://hilandorecuerdos.blogspot.com/.../receta-del...
Y para los que quieran aprender y cocinar más comidas de los alemanes del Volga, les recomiendo el libro “La gastronomía de los alemanes del Volga”, que rescata más de 150 tradicionales que se cocinaban en las aldeas de antaño.
Las que preparaban la abuela y mamá cuando éramos niños, con esos sabores y aromas a hogar y a felicidad.

Teníamos solamente dos mudas de ropa

Obra de Julien Dupre
 La ropa era escasa. Había muda para trabajar, es decir, para usar durante la semana, y otra para vestir los domingos, para asistir a misa. Cada prenda se cuidaba mucho. Si se rompía se remendaba. Y pasaba de hermano en hermano. Lo mismo pasaba con el calzado. Para los días de semana, estaban las alpargatas, la mayoría de las veces agujereadas, de tan gastadas que estaban. Mientras que para asistir a misa se utilizaban zapatos, si es que se tenía la suerte de tener un par.