Por Blanca Arias de
Anda
Con el mes de Diciembre, poco a poco las casas
van mostrando sus variados adornos y luces multicolores. Se aproxima Navidad. La
fiesta del amor hecho hombre y de la generosidad en el compartir de los bienes
del mismo modo que Dios comparte con nosotros la naturaleza humana. Cada año,
los católicos enfrentamos una lucha por rescatar a Jesús de entre tantas
“Fiestas, comidas, regalos, adornos, compromisos etc.”
Sin embargo
creo que también debemos esforzarnos por rescatar del dominio de los
comerciantes todo lo que realmente nos pertenece como católicos, en especial me
quiero referir a la tan maltratada imagen de Papá Noel. Si, leyó usted bien, y
tal vez le sorprenda esta inquietud mía. Pero la verdad es que he escuchado decir
a más de un católico, refiriéndose a Papá Noel, el ”gordito de barbas blancas”,
ocupando el lugar de quien la misma Iglesia se encarga de ponernos como ejemplo
de devoción a Jesús Niño, de paciencia, fe en la persecución y sobre todo
generosidad. Si, nuestro maltrecho Papá Noel, que no es otro más que San
Nicolás de Bari.
Desdichadamente
los católicos nos hemos dejado robar de la mercadotecnia que, con tal de vender
en estas fechas, ha sido capaz de inventar a través de los años malformaciones
tales como el taller de juguetes, el simpático reno Rodolfo, y hasta la misma
Sra. Claus. Bueno, eso es lo que nos venden las miles de promociones y
películas de temporada.
A
continuación una breve reseña de su vida y del porqué se ha desvinculado de la
Navidad. Le invito a leer este artículo y después, saque usted sus
conclusiones.
San Nicolás
de Bari nació en el año 310 después de Cristo, en un tiempo de persecución,
donde la enseñanza de la doctrina de Jesús suponía estar en Contra del Imperio
Romano. Por lo alejado de la época es difícil saber con exactitud su
nacionalidad. Países como Rusia, Turquía y en general medio Oriente se
atribuyen este privilegio. Los padres de Nicolás que eran gente adinerada
habían inculcado en su hijo el espíritu de generosidad entre otras virtudes, de
modo que en una ocasión cambió a su caballo por un esclavo en una subasta para
regalarle su libertad, lo que provocó la burla entre los paganos. Todas las
caridades las hacía en nombre de Jesús y con su ejemplo muchos se convertían a
Cristo. Siendo aún muy Joven mueren sus padres y comienza a dar a manos llenas
entre los más necesitados.
Se cuenta
que en una ocasión supo de tres jovencitas que pretendían casarse pero su padre
no podía pagar la dote correspondiente. Al saberlo Nicolás (pretendiendo
realizar la caridad sin ser visto), dejó caer por la chimenea unas monedas de
oro que coincidentemente cayeron en unas medias de lana que las jóvenes habían
dejado secando (por eso se cuelgan las medias tejidas que sirven para que ahí
nos deje a nosotros los regalos que el niño Jesús nos manda desde el cielo, y
por eso es el mito de que no puede ser visto por los que recibirán el regalo).
Así, es conocido como el patrono de las parejas que desean tener un buen
matrimonio y como protector de las familias en problemas económicos. En algunos
países su imagen aparece con tres monedas de oro en las manos.
En esos
tiempos era emperador Diocleciano quien ordena a César Galerio acabar con los
cristianos con toda la fuerza. Es en esta época que San Nicolás es nombrado
Obispo de Myra Turquía (de ahí el color rojo de su vestimenta).
A pesar de
vivir la feroz persecución Nicolás no perdía su sentido del humor y su alegría,
especialmente al platicar con los niños acerca del Nacimiento de Jesús, en
quién ponía toda su Esperanza (de ahí el amor a los niños y el típico Jo, Jo,
Jo).
En una de
las persecuciones fue aprehendido y encarcelado por casi 30 años. Aún desde la cárcel
se sacrifica y ora por su Iglesia, a pesar que los soldados romanos se burlaban
de Él diciéndole que ya se había acabado la fe en Cristo.
Al
convertirse al cristianismo el emperador de Roma, Constantino, hijo de Santa
Elena, el Obispo Nicolás fue liberado, ya anciano con el pelo largo y la barba
blanca, y convencido que era el único creyente que quedaba, regresa a su ciudad
dispuesto a empezar otra vez la Iglesia de Cristo.
Su sorpresa
fue grande cuando llegando al lugar observa la Catedral que había sido
reconstruida y en ella los Cristianos entonaban el cántico Adestae Fidelis ya
que estaban celebrando la fiesta de Navidad (por eso la relación de Navidad con
la llegada de San Nicolás).
Se dice que
asistió al Concilio de Nicea (325 dC) y también que sofocó un motín en
Taifalea, Frigia. Y que sostuvo con su dinero y con su fe a su pueblo y a
ciudades como Patara y Lycia de Kalamaky que vivían hambrunas.
Uno de los
milagros más sorprendente es el de haber resucitado por su intercesión a tres
niños que habían caído de un árbol y muerto al instante. Motivo por el cual
también se le representa con tres niños a su lado. A pesar de ser anciano,
seguía viajando, evangelizando y entregando juguetes a los niños para recordar
a todos que en Navidad recibimos el mejor de los regalos a través de Cristo, la
esperanza de la salvación Eterna.
Sus restos
descansan en la Basílica de San Nicolás, en Bari, Italia, desde el siglo XI
(1087). Y a falta de precisión de su fecha de paso a la vida eterna lo
veneramos (o deberíamos) el 6 de Diciembre.
La imagen
que conocemos actualmente del clásico Santa Claus, fue modificada por el
inmigrante alemán, recién llegado a Nueva York, el protestante Thomas Nast,
quien lo ilustra para el semanario “Harper”, en 1864, mostrándolo con el traje
rojo, las botas, un gran saco de juguetes y entrando en una chimenea.
Por ser uno
de los primeros santos de nuestra Iglesia su nombre se ha modificado con los
siglos del vocablo sajón Saint Nickleaus, a santa Claus.
Espero que el
conocer este artículo le impulse a saber más acerca de este gran Santo, ejemplo
de virtudes, que tanta falta le hacen a esta temporada Navideña, y dar a
conocer a nuestros niños y jóvenes a San Nicolás, el verdadero Santa Claus.
Algunos datos fueron tomados del libro El Sentido de
la Navidad de María Eugenia Alvarado de Arcos, entre otras fuentes.